sábado, 24 de mayo de 2014

Homilía del Sexto Domingo de Pascua, ciclo a


DOMINGO SEXTO DE PASCUA, ciclo a

LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 8, 5-8. 14-17; SALMO 65; LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 3, 15-18; LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 15-21

            Muchos cristianos 'se han desenganchado' de la Iglesia aunque mantengan algunos vínculos de carácter cultural o sociológico. Algunos cristianos de nuestras parroquias y de nuestros pueblos viven con gran desasosiego su fe. Lo viven con desasosiego porque 'se chocan de frente' al descubrir el enorme desajuste entre su fe y la cultura. La fe nos dice que únicamente debemos de dar culto al único Dios, pero la cultura nos venden como verdaderos muchos dioses e ídolos para que nos arrodillemos ante ellos. A esto se suma el que se intenta dar respuesta a los desafíos actuales de la cultura secularizada empleando métodos que en un pasado funcionaron pero que han quedado un tanto desfasados. Antes no había tanta posibilidad para podernos desplazar ni redes sociales para saber al instante lo que pasa en el otro rincón del mundo. Antes los niños no tenían a su disposición un teléfono y ahora tienen, no sólo un teléfono, sino casi un miniordenador en el bolsillo, y además habría que saber que uso hacen de eso. No digamos nada el tema del uso del Internet, que eso sí que es todo un mundo. Antes se cuidaba mucho más las imágenes que se emitían por la televisión y ahora te encuentras de todo. Y de estas cosas uno se encuentra muchas. Estamos como metidos en un agujero negro -a semejanza de los que existe en el universo- donde el mal tiene su hegemonía. El progreso y las libertades son buenas, pero mal usadas generan daños irreparables.

            Sin embargo los cristianos tenemos una promesa. El Señor nos dijo: «Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo». No estamos solos, tenemos al Espíritu Santo con nosotros. Nos cuenta la primera de las lecturas que Felipe hacía muchos milagros y que la ciudad entera se llenaba de alegría, y además, le escuchaban con placer. Ahora bien, ¿esto como se puede aplicar a nuestro tiempo? ¿Qué tipo de milagros podemos realizar nosotros? Pues la respuesta la encontramos en la primera carta de San Pedro: «Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os lo pidiere; pero con mansedumbre y en respeto y en buena conciencia». Hermanos, dicho con otras palabras: El milagro es que en un mundo tan esclavo del consumismo, de la sensualidad tan acervada, donde la violencia y el egoísmo desenfrenado es abusivo, hayan personas que vivan 'con el Espíritu de Dios' y manifiesten que es posible otra manera de vivir.

            ¿Es posible vivir así?¿Es posible vivir impulsados por el Espíritu de Dios? Pues sí, porque Jesucristo sigue viviendo y si guardamos su Palabra Él permanece con nosotros. Luego sí es posible. Cuando uno cae en la cuenta del modo de proceder que tiene el Espíritu Santo enseguida sabemos que ha sido Él el que ha estado preparando el camino para que nos encontremos con Cristo para que lo acojamos con plenitud. Del mismo modo que para preparar una JMJ hay muchos encuentros de oración, de organización y de preparación de voluntariado para tenerlo 'todo listo' y así disfrutar plenamente del encuentro con el Papa, así va preparando por delante de nosotros el terreno el Espíritu Santo para que acojamos a Cristo Resucitado en nuestro ser.

            Y cuando una personas se adentra en la dinámica del Espíritu es como si se auto instalase -como si fuera un programa de ordenador- una especie de radar para poder captar la presencia de Dios y para echarle de menos cuando, por culpa de nuestro pecado, le hayamos apartado.

 

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