DOMINGO SEXTO
DE PASCUA, ciclo a
LECTURA DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE
LOS APÓSTOLES 8, 5-8. 14-17; SALMO
65; LECTURA DE
LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 3, 15-18; LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN 14, 15-21
Muchos cristianos 'se han
desenganchado' de la Iglesia aunque mantengan algunos vínculos de carácter
cultural o sociológico. Algunos cristianos de nuestras parroquias y de nuestros
pueblos viven con gran desasosiego su fe. Lo
viven con desasosiego porque 'se chocan de frente'
al descubrir el enorme desajuste entre su fe y la cultura. La fe nos
dice que únicamente debemos de dar culto al único Dios, pero la cultura nos
venden como verdaderos muchos dioses e ídolos para que nos arrodillemos ante
ellos. A esto se suma el que se intenta dar respuesta a los desafíos actuales
de la cultura secularizada empleando métodos que en un pasado funcionaron pero
que han quedado un tanto desfasados. Antes no había tanta posibilidad para
podernos desplazar ni redes sociales para saber al instante lo que pasa en el
otro rincón del mundo. Antes los niños no tenían a su disposición un teléfono y
ahora tienen, no sólo un teléfono, sino casi un miniordenador en el bolsillo, y
además habría que saber que uso hacen de eso. No digamos nada el tema del uso
del Internet, que eso sí que es todo un mundo. Antes se cuidaba mucho más las
imágenes que se emitían por la televisión y ahora te encuentras de todo. Y de
estas cosas uno se encuentra muchas. Estamos como metidos en un agujero negro
-a semejanza de los que existe en el universo- donde el mal tiene su hegemonía.
El progreso y las libertades son buenas, pero mal usadas generan daños irreparables.
Sin embargo los cristianos tenemos
una promesa. El Señor nos dijo: «Yo
estoy con vosotros hasta el fin del mundo». No estamos solos, tenemos al
Espíritu Santo con nosotros. Nos cuenta la primera de las lecturas que Felipe
hacía muchos milagros y que la ciudad entera se llenaba de alegría, y además,
le escuchaban con placer. Ahora bien, ¿esto como se puede aplicar a nuestro
tiempo? ¿Qué tipo de milagros podemos realizar nosotros? Pues la respuesta la
encontramos en la primera carta de San Pedro: «Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos
para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os lo pidiere; pero con
mansedumbre y en respeto y en buena conciencia». Hermanos, dicho con otras
palabras: El milagro es que en un mundo tan esclavo
del consumismo, de la sensualidad tan acervada, donde la violencia y el egoísmo
desenfrenado es abusivo, hayan personas
que vivan 'con el Espíritu de Dios' y manifiesten que es posible otra manera de
vivir.
¿Es posible vivir así?¿Es posible
vivir impulsados por el Espíritu de Dios? Pues sí, porque Jesucristo sigue
viviendo y si guardamos su Palabra Él permanece con nosotros. Luego sí es
posible. Cuando uno cae en la cuenta del modo de proceder que tiene el Espíritu
Santo enseguida sabemos que ha sido Él el que ha estado preparando el camino
para que nos encontremos con Cristo para que lo acojamos con plenitud. Del
mismo modo que para preparar una JMJ hay muchos encuentros de oración, de
organización y de preparación de voluntariado para tenerlo 'todo listo' y así
disfrutar plenamente del encuentro con el Papa, así va preparando por delante
de nosotros el terreno el Espíritu Santo para que acojamos a Cristo Resucitado
en nuestro ser.
Y cuando una personas se adentra en
la dinámica del Espíritu es como si se auto instalase -como si fuera un
programa de ordenador- una especie de radar para poder captar la presencia de
Dios y para echarle de menos cuando, por culpa de nuestro pecado, le hayamos
apartado.
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