domingo, 8 de septiembre de 2013

Homilía del domingo ordinario XXIII, ciclo c


DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo c

SABIDURÍA 9, 13-18; SALMO 89; SAN PABLO A FILEMÓN 9b-10.12-17; SAN LUCAS 14, 25-33

 

            Nosotros somos discípulos de Jesucristo. Nuestros ojos están fijos en Él, en su palabra, en su presencia misteriosa en los sacramentos, en el silencio e interioridad de la oración personal. Y cuanto más tiempo estemos a su lado, cuanto más momentos estemos en su presencia y nos dejemos orientar por su Palabra iremos descubriendo la sabiduría que se sienta junto al trono de Dios; aquella que nos aconseja para nuestro bien, aquella que es un aliento en nuestras preocupaciones y penas.

            Poco a poco, siempre que seamos dóciles a la acción de Dios y vayamos dejando que el Señor sea realmente el Señor de nuestras vida iremos pensando como piensa Dios. Los hombres nos enzarzamos en tonterías y ponemos en ellas todas nuestras energías creyendo que nos jugamos todo en esas cosas. Nuestras pretensiones y anhelos nos embotan la mente y nos hacen vivir angustiados llegando a pensar que somos totalmente imprescindibles y que nuestra forma de actuar es intocable al ser inmejorable. Creemos que tenemos controladas las situaciones y resulta que nos autoengañamos porque nuestra mente piensa de modo equivocado, con los criterios humanos pero no con los divinos. El libro de la Sabiduría ya nos lo dice: «Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano». ¡Quien pudiera pensar como Dios!

            Hoy San Pablo da una gran lección a Filemón. Le muestra el modo de pensar de Dios para que fuese descubriendo la novedad del amor de Dios. San Pablo está siendo asistido por la sabiduría procedente del Trono de Dios y ese modo de actuar 'rompe todos los moldes', es una constante novedad. En una sociedad en la que los esclavos fugitivos son crucificados, recomienda a Filemón que trate a Onésimo (esclavo fugitivo) como a un hermano, como si se tratase del mismo Pablo. Y lo hace con una frase memorable: «Si yo le quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo». Pablo piensa como Cristo y eso sorprende a todo el mundo. Seguramente que a Filemón 'el cuerpo le pedía' otra cosa desde azotarle sin piedad hasta la crucifixión para ese esclavo fugitivo. Sin embargo y gracias al testimonio de San Pablo, Filemón aprende a hacer aquellas cosas que agradan a Dios. Se dan cuenta ustedes la cantidad de veces que estamos 'dando esquinazo' a la sabiduría divina prefiriendo 'hacer las cosas a nuestro modo'. Por ejemplo, Jesucristo nos ilumina acerca de los bienes y de los afectos humanos, ofrece su aportación sabia al respecto. Cuando uno está trasfigurado por la luz de Evangelio sabe ir discerniendo las cosas y se va sabiendo situar en las diversas situaciones y circunstancias.

            ¿Se dan cuenta ustedes de la gran diferencia abismal que se da entre nuestro modo de actuar y el modo de actuar de Jesucristo? Tenemos una labor a ir realizando: conformar nuestra existencia como discípulos del Señor Jesús.

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