sábado, 31 de marzo de 2012

Homilía del Domingo de Ramos

DOMINGO DE RAMOS 2012

Hoy recordamos como Jesucristo entra en Jerusalén, la ciudad santa, montado en un borrico. Son los últimos días en la vida terrena de Jesús. Él sabe que el desenlace de su vida va a ser extremadamente dolorosa, que la tortura y el escarnio serán insoportables.

Sin embargo, Jesús si conocía el peligro real que le amenazaba ¿por qué se encaminó hacia Jerusalén? ¿No hubiera sido más prudente esconderse en cualquier otro lugar lejano? Nosotros podemos pensar con categorías meramente humanas, intentaríamos evitar todo peligro e incluso llegaríamos a pensar “para qué voy a hacer esto si nadie me lo va a agradecer”. En el fondo tenemos un poso egoísta.

Jesucristo, realmente, rompe todos los moldes. Toda la trayectoria de Jesús ha sido un constante amor a su Padre Dios y amor a los hombres. En cualquier discurso de Jesús, en cualquier milagro, en cualquier encuentro con su divina persona enseguida rezuma amor por doquier.

Recordaremos, durante estos días, cómo Jesucristo ha entablado una lucha encarnizada para romper con la espiral del mal. Su pasión ha sido cruel en extremo, se han ensañado contra Él, «Cuando era maltratado, se sometía, y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca» nos cuenta el profeta Isaías (Is. 53, 7).

Jesucristo carga con todos nuestros pecados, entra en Jerusalén, la ciudad santa, sabiendo que ese es su último viaje en su vida terrena. Él va a ser el centro de atención durante estos días. Unos le azotarán, otros le escupirán, no faltará quienes le arrojen piedras ni quienes le insulten con palabras groseras en extremo. Unos soldados se entretendrán entretejiendo una corona de espinas y echando a suertes la túnica sin costura del Maestro. Otros le coserán, con el acero, sus manos y sus pies, al tosco madero de la cruz. E incluso le atravesarán, con una lanza, su costado.

También nos encontraremos con el terrible sufrimiento de la Santísima Virgen María, con el gesto de ternura de la Verónica limpiando el rostro de Jesús, con la traición de San Pedro y luego su llanto de arrepentimiento, entrará en escena el buen cirineo y aquellas mujeres de Jerusalén que lloraban por la desgracia que estaba acaeciendo al Maestro….

Hermanos, ¿cuál va a ser nuestra postura ante estos acontecimientos? ¿Nos conformaremos con presenciarlos desde el palco de invitados o acompañando, codo con codo, al Señor?

Yo quisiera tener la misma disposición que mantuvo la Santísima Virgen María y todos aquellos que le fueron fieles hasta el final. Ojala que este sea el sentimiento mayoritario de todos los presentes. Así sea.

martes, 27 de marzo de 2012

¡Dios existe!-Parte 3 "El barbero"

¡Dios tiene la culpa!-Parte 2 serie "El barbero"

El barbero y Dios no existe-Parte 1 "El barbero"

Encuentros on-line para sacerdotes

ENCUENTROS ON-LINE PARA SACERDOTES

Promovidos por el Instituto Alter Christus

www.alterchristus.org

Próximo miércoles 28 de marzo:

CONTENIDOS: Encuentros sobre la actualidad de la Iglesia


  • Comentario a documentos de la Santa Sede
  • Casos Teológicos
  • Casos pastorales


DÍA y HORA: Todos los MIÉRCOLES a las 22:00 hrs.

No hece falta registrarse con anterioridad, basta picar este enlace unos minutos antes de la reunión y una vez conectado asegurarse de que el Modo Audio está en USE MIC & SPEAKERS


Enlace: https://www3.gotomeeting.com/join/401306750

Equivalencias horarias:

= a las 19:00 hrs. Brasil

= a las 18:00 hrs. Argentina, Chile

= a las 16:30 hrs. Venezuela

= a las 16:00 hrs. NY, Panamá, Colombia y Perú

= a las 15:00 hrs. México DF, Guatemala, Honduras y Texas USA

= a las 13:00 hrs. California USA

Invitaciones on-line sobre Matrimonio y familia

terceros jueves de mes

ENCUENTROS MATRIMONIALES ABRIL -MAYO - JUNIO 2012

TÍTULO: "La gota que derramó el vaso"

DESCRIPCIÓN: En pocas palabras, una comunicación acertada logra hacer dos cosas fundamentales para la felicidad de una pareja.

En primer lugar ayuda a detectar lo que está “molestando” al otro. Cuando estas molestias emocionales suceden frecuentemente y durante un largo período de tiempo, pueden llegar a colmar la medida del vaso y explotar. Por esto hay que cuidar los problemas llamados "normales", porque son capaces, sin querer, de drenar, poco a poco, la vitalidad de la pareja.

En segundo lugar, la vida de una pareja está hecha de muchas cosas positivas que a veces no valoramos y no agradecemos suficientemente. Contribuye mucho a la felicidad de una pareja cuando los dos esposos son sensibles y saben “celebrar” las muchas cosas positivas que se dan todos los días.

Gracias a Dios hay muchas cosas positivas que suceden en las parejas que Este fenómeno nos indica que tenemos que estar atentos a lo que “molesta” y aumentar aquellas cosas que “gustan”. Todo esto aumenta la felicidad de las personas que viven a nuestro lado:

La felicidad de una persona también de sentirse segura, comprendida, acogida, respetada y apreciada..

Regístrate ahora picando en este enlace, de este modo reservarás tu plaza y recibiras un e-mail con tu enlace personalizado:

https://www3.gotomeeting.com/register/566772590

FECHAS: Terceros Jueves de mes

* 19 de Abril 2012

* 17 de Mayo 2012

* 21 de Junio 2012

PONENTE : P. MICHAEL RYAN - ROMA

HORA: 22:00 hrs. CEST (Central Europe Time)

Equivalencias horarias verano:

= a las 16:00 hrs. Brasil

= a las 17:00 hrs. Argentina, Chile

= a las 16:00 hrs. Venezuela, New York

= a las 15:00 hrs. Panamá, Colombia y Perú

= a las 14:00 hrs. México DF, Guatemala, Honduras y Texas USA

= a las 13:00 hrs. California USA

sábado, 24 de marzo de 2012

Homilía del quinto domingo de cuaresma, ciclo b

5ª semana de Cuaresma. Domingo B: Jn 7, 40-53

Era el día de la entrada triunfal en Jerusalén. Entre la multitud había unos griegos curiosos, que eran lo que podíamos llamar unos turistas. Eran estudiosos y gente entendida, y quieren “ver a Jesús”. De hecho ya le veían y sabían dónde estaba; pero ellos quieren conocerle más personalmente y por eso piden una audiencia. Felipe y Andrés hacen de intermediarios y les introducen donde Jesús. La primera enseñanza que nos dan aquellos griegos es el deseo de “ver a Jesús”. A veces hay deseos de ver a Jesús por curiosidad. Hay otros deseos malsanos, como el joven drogadicto que busca la salvación por medio de la droga o quien vende su cuerpo por un poco de dinero. Otros deseos son normales, como el desocupado que busca trabajo. Nosotros debemos saber transformar los deseos normales, que son de felicidad pasajera, por la definitiva que nos dará el conocer personalmente a Jesús. Nosotros debemos mostrar el verdadero rostro de Jesús. Para ello debemos vivir lo más posible en unión con Jesús y ser testimonio de su amor con nuestro modo de vivir cada día.

Jesús les hablaría a aquellos griegos de muchas cosas de manera sencilla; pero el evangelista hoy nos narra los mensajes más grandiosos de Jesús en aquellos momentos, mensajes importantes para la primitiva iglesia y mensajes que hoy nos trae la Iglesia a nuestra consideración en las vísperas de la Semana Santa y Glorificación.

Jesús nos descubre el éxito de la fecundidad espiritual y apostólica, que es el resumen del significado de su misma vida. Jesús estaba viendo que muchas de aquellas aclamaciones de la gente se iban a convertir en terrible clamor de condena. Y Jesús sufría una especie de agonía. Ya está sufriendo, pero comprende que eso es la voluntad de su Padre celestial, porque es lo mejor para nosotros. Pero su muerte es para dar vida, la muerte terminará en resurrección. Y pone el ejemplo del grano de trigo. Si no penetra en la tierra y se pudre, no puede germinar y dar fruto. Así es nuestra vida: muriendo se da vida. A veces se puede entender de morir corporalmente; pero sobre todo se trata de morir a las pasiones, a los deseos de triunfo mundano, a todo lo que es egoísmo. Muriendo así, obtendremos vida para nosotros y para los demás en las labores apostólicas. Muchas veces nos llegará la cruz y el sufrimiento. Sólo cuando lo abracemos con el amor de Cristo, veremos el sentido de ese dolor.

Hay muchas situaciones en la vida en que podemos ir muriendo un poco a nosotros: Puede ser en el matrimonio, el saber ceder a algún capricho o idea, es cuando evitamos criticar a los demás, o cuando vamos a celebrar la Eucaristía aunque no tengamos ganas. Porque el morir al egoísmo, claro que cuesta; pero en ese morir está la verdadera vida, que lo experimentaremos aquí y sobre todo en la vida futura.

Jesús era un verdadero hombre y por eso, cuando preveía su muerte y todo lo que le venía con la pasión, sufría terriblemente. Hoy se nos expone como una especie de agonía. De tal manera siente la muerte que está dispuesto a pedir a su Padre celestial que le libre de ella. Algo así como haría en el huerto de Getsemaní. Hasta con lágrimas y gritos, nos dice hoy la segunda lectura, que pedía ser librado de la muerte. Pero se arroja en los brazos del Padre. Este abandono en el amor del Padre es donación libre y por eso es fecundo de vida. Por eso en esta humillación suprema de su pasión y muerte es cuando llega el culmen de su glorificación, que es glorificación de Dios.

Este es el ideal grandioso de la vida de Jesús, la glorificación del Padre. Y el gran deseo y obsesión de su vida es “hacer la voluntad del Padre”. Esto es lo que nos enseñó a pedir como algo principal en el Padrenuestro: glorificar al Padre y hacer en todo su voluntad. Hacer la voluntad de Dios es lo mismo que seguir a Jesús. Este debe ser nuestro ideal de cristianos. Pero para seguirle debemos conocerle bien, no sólo por lo que nos dice el evangelio, sino intimando con Él, como hacían los apóstoles, viendo a Jesús con la fe y con la apertura del corazón.

Familias Misioneras para la Nueva Evangelización en Palencia

FAMILIAS MISIONERAS PARA
LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
EN PALENCIA

En el marco de la nueva evangelización las Familias Misioneras están fortaleciendo notablemente con su testimonio de familia auténticamente cristiana a nuestra Iglesia. La Diócesis de Palencia acoge con alegría a familias enteras, sacerdotes, consagradas y apostólicos (seminaristas menores) que dan testimonio público de su fe en los pueblos misionados.
Ayudan a los Párrocos a organizar los oficios litúrgicos, a visitar a los hogares y animar a nuestros feligreses a participar de las celebraciones y seguir a Jesucristo.
Cada año son más de cien familias que se reparten por toda la geografía española y esta Semana Santa 2012 la Diócesis de Palencia se va a sentir enriquecida al estar en Cevico de la Torre, Carrión de los Condes y Bustillo de la Vega. Acogerles es un privilegio ya que su alegría contagiosa fortalece muchas rodillas vacilantes para seguir a Jesucristo sintiéndose comunidad cristiana.
Con su apostolado de ‘tu a tu’ favorecen la vivencia de la vocación cristiana de las familias. Colaborando con los párrocos encienden la ilusión de todos aquellos que quizás caídos en la rutina se habían enfriado en su vida de fe.
Más de un centenar de misioneros aportarán su experiencia cristiana en las parroquias de las Unidades Pastorales de Cevico de la Torre, de Carrión de los Condes y de Bustillo de la Vega.
Sus Cura Párrocos, D. Roberto García, D. Jesús Vigo y D. Julio José Gómez reconocen que su única motivación es que todos sus feligreses reaviven su fe y vayan acercando cada vez más al Señor.
Del 4 al 8 de abril abriremos nuestros hogares a las familias misioneras para acoger ‘a los benditos pies de los mensajeros que vienen anunciando la Buena Noticia’.








Página WEB de las Familias Misioneras:
http://www.soymisionero.es/

lunes, 19 de marzo de 2012

¿Qué puedo hacer para acercarme más a Cristo esta semana Santa?

Solemnidad de San José 2012

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ 2012

Tengo que reconocer que me alegra saber que Dios pone su mirada en aquellos hombres buenos que realizan su trabajo en silencio y cumplen la voluntad divina únicamente fiándose del amor de Dios. José de Nazaret era un artesano que desempeñaba sus labores y amando a Dios con un silencio agradecido. Se enamora de María de Nazaret y le quiere con todo su corazón. Toda la vida de José de Nazaret será un continuo desvivirse por la Madre del Hijo de Dios. José deseaba ser un buen judío, sin embargo Dios le otorgó una vocación sublime: ser el padre del Hijo del Altísimo. Al principio no entiende, sin embargo se fía totalmente de Dios y respeta cuidando con gran dedicación a los dos grandes tesoros que el Señor le ha encomendado custodiar: a la Madre y al Hijo.

Un hombre callado, trabajador, prudente que protege a su familia en los momentos duros y que acompaña con su cercanía cariñosa a las dos personas que constituyen el sentido de su existencia. Poco a poco descubrirá quien es realmente Jesús y dará constantemente gracias al Altísimo por haber confiado en su humilde persona para desempeñar un puesto tan importante en la salvación de los hombres.

Los sacerdotes estamos llamados a imitar a San José. Con el trabajo y oración cotidiana acompañamos a nuestros feligreses para que vayan descubriendo a la persona de Jesucristo. Cristo llama a jóvenes al ministerio sacerdotal. Él quiere que haya hombres, que sacados del mundo le hagan presente en medio del mundo. Él desea que a través de estos siervos de la Iglesia su salvación llegue a cada alma. Nosotros los sacerdotes tenemos experiencia de nuestra fragilidad. José de Nazaret sintió como sus fuerzas, en muchos momentos, eran escasas. Recordemos cuando estuvo buscando posada en Belén para que esposa pudiera dar a luz, o cuando tuvieron que huir a Egipto, o cuando vivieron como extranjeros en aquella tierra de los faraones… sin embargo se fió totalmente de Dios y esa fe fue su fortaleza. Los sacerdotes nos fiamos de Dios y le damos las gracias porque servirle es todo un privilegio. Es maravilloso engendrar a un nuevo hijo de Dios en el sacramento del Bautismo; es increíble poder sanar el alma de los penitentes en el sacramento de la reconciliación; es apasionante tener en nuestros dedos al Hijo de Dios en las sagradas especies consagradas del pan y del vino; es encantador poder ser testigo privilegiado del amor de dos novios que se unen para siempre en el amor; es reconfortante poder preparar el alma de los agonizantes para que se puedan presentar ante el trono de Dios.

San José custodió al Hijo de Dios y nosotros le hacemos presente en medio de la comunidad cristiana.

sábado, 17 de marzo de 2012

Otra homilía del cuarto domingo de cuaresma,ciclo b

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA, CICLO B

Los padres que tengan hijos en edad escolar, seguro que muchos días están detrás de ellos para que se pongan a estudiar, para que hagan los deberes del colegio, e incluso llegarán momentos en el que el padre o la madre se tienen que enfadar para que ese hijo trabaje. Seguro que también las madres de familia tendrán la siguiente experiencia: Después de una comida festiva en donde se han congregado muchos familiares y amigos, la mayoría se levantan de la mesa para irse a jugar a las cartas al bar dejando toda la faena de recoger y de fregar siempre a la misma persona. Con estos dos ejemplos quiero darles a entender cómo uno tiene que andar despierto, atento a los detalles, preocupados por el bienestar de los demás, buscando ser siempre una ayuda y no una carga. Nosotros, los cristianos tenemos a una persona que se llama Jesucristo que nos pide un importante esfuerzo de superación para morir a la pereza, al egoísmo y empezar a hacer gestos claros de amor hacia los demás.

Les voy a poner un ejemplo. Hay un juego deportivo que es el tiro con arco. Se pone la flecha se tensa la cuerda del arco y el arquero intenta hacer diana. Pero como no esté el arco suficientemente calibrado y la cuerda tensa en su justa medida la fecha será disparada hacia todos los lados menos al que debería. Ahora supongamos que la cuerda del arco está totalmente destensada, en estas condiciones no podríamos competir en esta modalidad deportiva. En nuestra vida cristiana nos pasa exactamente lo mismo: no nos podemos relajar, no podemos estar destensados espiritualmente hablando, nuestro corazón debería de estar inquieto, deseoso, ansioso de correr tras de Cristo. Y cuando uno está corriendo tras el rastro de Cristo va descubriendo todas las miserias que uno tiene guardadas. Reconoce cómo en la vida familiar, en la relación con los vecinos así como en la parroquial uno ha tenido su particular cuerda del arco o totalmente destensada o quitada.

Esta experiencia fue la que sufrieron los judíos, la que nos cuenta el segundo libro de las Crónicas, en la primera de las lecturas proclamadas hoy. Empezaron a ser infieles a Dios, entraron en la dinámica de hacer lo que ellos sabían que no debían de haber hecho. Despreciaron la Palabra de Dios, adoptaron costumbres nocivas, se dejaron llevar por la pereza, la lujuria, la venganza, el hablar más de la cuenta faltando a la caridad fraterna, y ellos mismos cosecharon lo que sembraron. Cuando uno es infiel a Dios también es infiel a uno mismo y eso acarrea la desgracia y la tristeza.

El apóstol San Pablo en su carta a los efesios nos escribe diciéndonos que Dios nos ha creado para que nos dediquemos a las buenas obras. Es decir, para que progresemos a la hora de perdonar, a las hora de ser generosos, a la hora de dialogar y comprender al otro… ¿Y dónde tenemos el modelo, el prototipo que nos ayude y estimule a superarnos y así ir tensando la cuerda espiritual de nuestro particular arco? Basta que pongamos nuestra mirada en la cruz de Cristo para gozar de la vida eterna y para disfrutar de esa luz de las que habla Jesús a su amigo Nicodemo.

Homilía del cuarto domingo de cuaresma, ciclo b

4ª semana de Cuaresma. Domingo B: Jn 3, 14-21

Nicodemo era un buen fariseo. Procuraba cumplir todas las leyes, pero también buscaba la verdad. Por eso quiso hablar a solas con Jesús. Lo hizo de noche, quizá porque no estaba de acuerdo con sus compañeros. El hecho es que el evangelista Juan nos narra lo principal de esta conversación. Comienza Nicodemo por llamar “Rabí” a Jesús. Es la idea que tenía de Él: un maestro de la ley, que explica la ley, aunque de forma más sublime. Pero Jesús le dirá que es intermediario de Dios para una nueva vida que Dios nos quiere dar. Para recibir esa vida hay que nacer de nuevo, lo que se realiza en el bautismo. Y terminará la conversación con las primeras palabras del evangelio de este día. Él, Jesús, que se hace llamar “el hijo del hombre” tiene que ser levantado en alto, para que todos los que le miren con fe tengan la vida eterna.

Y pone Jesús el ejemplo de la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto. Resulta que, debido a los pecados de los israelitas, en el desierto salieron unas serpientes que con sus mordeduras ocasionaban la muerte a muchos. Entonces Moisés oró al Señor y se le reveló que hiciera una serpiente de bronce, para que puesta en alto librara de las mordeduras a todos los que la miraran. Claro que no era la imagen la que curaba, sino era la fe puesta en Dios, en su grandeza y misericordia, que se veía reflejada en esa imagen, siguiendo el parecer popular de pueblos vecinos. Jesús nos enseña que la cruz es la expresión más grandiosa del amor de Dios y que todo el que mire a Jesús en la cruz con amor y con el deseo y la realidad de seguirle en sus enseñanzas, obtendrá la vida eterna, que no es sólo una promesa de felicidad futura, sino que es la expresión de la verdadera felicidad que Dios quiere para todos.

Y, al terminar ese diálogo, en el versículo 16, según todos los entendidos, es el evangelista quien hace una reflexión, inspirada por Dios, en que expresa la verdad más importante de toda la Biblia: Dios nos ama, y tanto que entrega a su Hijo para que el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna. Toda la historia de Dios con el ser humano es una historia de amor: la creación con la vida material, la redención por medio de Jesús y el perdón, todos los sacramentos que nos ayudan a tener, conservar y aumentar la vida eterna. Dios no quiere la muerte, sino la vida y la alegría. Nosotros, con la libertad dada por Dios, somos los que escogemos a veces la muerte. Dios tiene para todos un proyecto de salvación por medio de Jesucristo.

La cruz no se opone a la alegría, que es compatible con la mortificación y el dolor. En esta vida en que estamos rodeados de pecados, tiene que haber mortificación y dolor para poder salir de ellos y así caminar en la verdadera alegría. A veces es Dios mismo quien, como un buen padre, nos pone las cosas duras para que podamos salir del mal. Como pasaba en el pueblo de Israel, cuando fueron al destierro por sus pecados, como nos narra la primera lectura. Ellos clamaron a Dios, como nos dice el salmo de hoy, y fueron liberados por medio del rey Ciro. Así pasa en nuestra vida. Sin embargo la parte más dura la quiso llevar el mismo Dios, hecho hombre. Jesús fue a la cruz para que pudiéramos tener fuerzas para podernos librar de nuestros males.

Por eso es tan importante mirar a la cruz. Mirar con fe y con amor. Mirar para seguir las huellas de Jesús. Este tiempo de Cuaresma es más apto para esperar en la misericordia de Dios a través de su acción en Cristo Jesús que lo expresaremos más en la próxima Semana Santa. Todo ello terminará en la gloria de la resurrección. Porque Dios nos ha hecho para la alegría. La tecnología moderna aumenta las ocasiones de placer; pero no es lo mismo que alegría. Muchas veces el dinero y los placeres materiales están juntos con la tristeza y la aflicción. La alegría viene del saberse amado por Dios y a la vez amar a Dios. Ese amor se debe traducir en obras buenas, donde la paz de Dios muchas veces abundará en medio de sufrimientos por nosotros y por los demás. El amor siempre engendra alegría.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Retiro para la Parroquia de Cevico de la Torre (Palencia)

LOS CINCO DEFECTOS DE JESÚS

por Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan.

El texto está extraído del libro Testigos de esperanza de F.X. Nguyen van Thuan, publicado por la Editorial Ciudad Nueva en el año 2000 (págs. 26-31), y se reproduce aquí por cortesía de la editorial a quien se agradece su autorización. Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan nació en 1928 en Hue, región central de Vietnam. Fue ordenado sacerdote en 1953 y obispo de Nhatrang en 1967. En 1975 es nombrado por Pablo VI obispo coadjutor de Saigón, actualmente ciudad de Ho Chi-Minh. A los pocos meses de su nombramiento, con la llegada del régimen comunista, es arrestado permaneciendo en la cárcel desde 1975 a 1988.

Detenido en 1975 por su condición de obispo y encarcelado durante 13 años en las cárceles del Vietcong, nueve de ellos en completo aislamiento, en el año 2000 Juan Pablo II encarga a monseñor Van Thuan impartir los ejercicios espirituales de Cuaresma ante la curia vaticana.

Al comienzo de los mismos, monseñor Van Thuan relata cómo a pesar de las duras condiciones de su prisión, su esperanza inquebrantable en Jesús despierta la admiración e incomprensión de sus compañeros de prisión y guardianes. He aquí el admirable testimonio que dio sobre su seguimiento a Jesús.

En la prisión mis compañeros que no son católicos, quieren comprender «las razones de mi esperanza». Me preguntan amistosamente y con buena intención: «¿Por qué lo ha abandonado usted todo: familia, poder, riquezas, para seguir a Jesús? ¡Debe de haber un motivo muy especial! ». Por su parte, mis carceleros me preguntan: «¿Existe Dios verdaderamente? ¿Jesús? ¿Es una superstición? ¿Es una invención de la clase opresora? ».

Así pues, hay que dar explicaciones de manera comprensible, no con la terminología escolástica, sino con las palabras sencillas del Evangelio.

Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel hombre.

Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).

La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15, 22-24).

Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.

Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas

Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15, 47).

Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...

Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores!

Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica

Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido» (cf. Lc 15, 89).

¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...

Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de Pascal, que «el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce»

Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta» (Lc 15, 10).

Cuarto defecto: Jesús es un aventurero

El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.

Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.

Él promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida.

A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).

El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bienaventurados los perseguidos por... la justicia..., bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5, 312).

Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!

Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía

Recordemos la parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno (cf. Mt 20, 116).

Si Jesús fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».

Y nosotros hemos creído en el amor

Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.

Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura y pone en crisis nuestras medidas humanas.

Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.

Los santos son expertos en este amor sin límites. A menudo en mi vida he pedido a sor Faustina Kowalska que me haga comprender la misericordia de Dios. Y cuando visité Paray-le-Monial, me impresionaron las palabras que Jesús dijo a santa Margarita María Alacoque: «Si crees, verás el poder de mi corazón».

Contemplemos juntos el misterio de este amor misericordioso.

martes, 13 de marzo de 2012

Homilía del tercer domingo de cuaresma, ciclo b

DOMINGO TERCERO DE CUARESMA, ciclo b

11 de marzo de 2012

En medio de este itinerario cuaresmal, el Dios de la misericordia desea que todos, al final de nuestras vidas, lleguemos a la Patria Celestial. Sin embargo no olvidemos que cada día es una oportunidad que el Señor nos ofrece para que al final de la jornada, estando a bien con Dios y con los hermanos, podamos cerrar nuestros ojos para descansar durante la noche en Él.

Muchas veces hemos oído que nuestra vida es un camino, un itinerario, que somos peregrinos. Que dicha peregrinación tiene una etapa de descanso que es la muerte, pero que gracias a que Cristo resucitó de entre los muertos, mencionada peregrinación continúa hasta que terminamos resucitando en compañía del mismísimo Dios.

Para conducirnos por este camino Dios nos ha proporcionado una serie de normas, que lejos de limitar nuestra libertad nos la potencia. El Decálogo, o los Diez Mandamientos son como las señales de tráfico de nuestras carreteras que están puestas para que todos lleguemos a felizmente a buen término. Si uno respeta las normas del Decálogo está cuidando su relación de amistad tanto con Dios como con los hermanos. ¿Y por qué nos fiamos de Dios?¿por qué estamos llamados a cuidar nuestra amistad con el Señor? Podríamos tener muchas razones, sin embargo yo voy a entresacar una: tenemos sed de eternidad.

En la medida en la que nos encontremos cerca de Dios iremos adquiriendo ese descanso del alma, esa mirada límpida y esa alegría del corazón de la que nos habla el salmo responsorial.

Somos cristianos y estamos siguiendo a Jesucristo. Nos encontramos ahora en la iglesia porque deseamos ser fieles al Señor. Del mismo modo también sabemos que asistir a la Eucaristía nos implica una particular exigencia. Celebrar la Santa Misa no es lo mismo que sentarse en la grada de un campo para disfrutar de una excelente interpretación teatral o de una película en el cine. Participar en la Santa Misa nos exige el ir dando pasos para ser mejores cristianos. No podemos estar en la Iglesia con actitudes negativas ni revanchistas. No podemos porque estaríamos haciendo mucho daño tanto a uno mismo como a los demás. Todos nosotros somos templos del Espíritu Santo y nuestro particular invitado es Jesucristo. Y si somos templos del Espíritu Santo eso implica tener un continuo deseo de mejorar en la vida cristiana. No nos podemos estancar en la vida cristiana, del mismo modo que nuestro corazón no puede dejar de palpitar.

Jesucristo se enfadó al ver a los vendedores de ovejas y de bueyes y a los cambistas porque lejos de preocuparse de la vida espiritual se habían afanado en los bienes terrenales. Sus corazones no estaban orientados hacia el Señor sino hacia sus posesiones. Es verdad que ellos estaban en el templo, pero aunque su cuerpo estaba en el recinto sagrado, sin embargo su corazón estaba muy lejos de Dios. Ojala que al final de cada jornada podamos estar, cada vez, más cerca de Dios. Así sea.

Homilía del segundo domingo de cuaresma, ciclo b

DOMINGO SEGUNDO DE CUARESMA

4 de marzo de 2012

Estamos inmersos en el tiempo litúrgico de la cuaresma. La cuaresma no se caracteriza, ni mucho menos, ni por la comodidad ni por lo sencillo. La cuaresma es un tiempo de lucha interior; es un ‘tiempo de gracia’ para vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos de Dios.

Nuestra vida cristiana se debería de asemejar a una guitarra española. Las cuerdas perfectamente afinadas para que el artista pudiera interpretar la más bella pieza musical. Sin embargo, son muchas las veces en las que nuestra particular guitarra o bien no tienen cuerdas o bien están totalmente desafinadas. Alguno me podría decir ¡qué más da que la guitarra esté afinada o no!

Hermanos, no podemos negar que siempre es más cómodo vivir en la mediocridad, es más fácil no exigirnos nada, dejar las cosas tal y como están, aún sabiendo que están mal. Pero es que resulta que vivir en la mediocridad y ser pasota en la vida espiritual es algo que es impropio de los cristianos. Es que resulta que si hacemos ‘las cosas por amor a Dios’ tenemos que empezar a esforzarnos en nuestra vida cristiana. Por lo tanto el tiempo de cuaresma es una oportunidad para ponernos ante la presencia de Jesucristo, dejar que el Señor revise nuestra vida, dejarnos corregir por Él y encauzar nuestros pasos hacia Él.

Los Doce apóstoles ya estaban escuchando de los labios del Maestro que Él iba a padecer mucho, ser desechado por los ancianos y sumos sacerdotes, que iba a morir cruelmente. Jesucristo les estaba hablando de dolor, sudor y lágrimas. Y que este camino doloroso era también el de sus discípulos. Realmente el panorama era muy poco alentador. Jesús, sabiendo que sus amigos necesitaban de ‘una sobredosis de gracia divina’ que les alentase en medio de tantas dificultades y penurias optó por transfigurarse para manifestarles a las claras quién era: El Hijo único amado de Dios.

Todos nosotros necesitamos de momentos de soledad con el Señor para sentirnos queridos por Él. No son precisamente pocos los problemas y ‘quebraderos de cabeza’ que sufrimos diariamente por eso necesitamos de un remanso de paz para ponernos ante la presencia de Dios y así recibir su gracia para seguir siéndole fiel. Tal y como nos dice San Pablo en la carta a la comunidad de los romanos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? », ya que nada no separará del amor de Dios.