lunes, 26 de septiembre de 2011
La iglesia de Vertavillo del Cerrato (Palencia)
La iglesia de San Miguel de Vertavillo
se reabre al culto
sábado, 17 de septiembre de 2011
Homilía del domingo XXV del Tiempo Ordinario, ciclo a
DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo a
¡Buscad al Señor!. ¿Cómo emprender esa búsqueda?¿por dónde empezar? ¿qué se tiene que hacer?. ¿Cómo saber si estamos lejos o cerca de Él para encontrarle? ¿se ha ideado algún GPS o algún buscador especializado para esta tarea?. ¡Invocadlo mientras está cerca!. Sí, ¿pero que palabras usar para invocarlo? Hay mucho ruido, muchas ocupaciones, muchos cuchicheos. Además enseguida nos cansamos de buscar y desistimos por nuestra falta de constancia.
Algunos me pueden decir que eso de buscar a Dios es algo que tienen que hacer los sacerdotes y todos los consagrados. Sin embargo se equivocan, ya que todos tenemos que buscarle con todas nuestras fuerzas. Pero ¿acaso se han planteado en buscar a Dios en medio de su vida familiar o laboral o en medio de los quehaceres diarios del pueblo?
Si la obscuridad es la ausencia de la luz y el frío es consecuencia de la ausencia del calor, pues el pecado es consecuencia de la ausencia de Dios en la vida personal. Por lo tanto ya tenemos una pista para saber dónde no está Dios. Lo que sucede es que resulta más apetitoso y atrayente moverse entre el fango del pecado, ya que no implica ni exigencia ni sacrificio ni esfuerzo… sin embargo nos conduce a las sendas de la muerte.
Además, el profeta Isaías, en la primera lectura emplea un tono de interpelar un tanto serio: «que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes». El malvado vive alejado de Dios y el profeta Isaías le hace una exhortación potente a que se convierta al Señor y así pueda vivir. Pero claro, a punto y seguido uno ‘desea salir de este particular apuro’ argumentando que ‘yo no tengo pecados’, porque ‘no mato ni robo’. El cual es un argumento tan pobre que deja bien patente el poco esfuerzo desempeñado en la vida espiritual. Cuando los ojos se han acostumbrado a la obscuridad cerrada, resulta imposible que en poco tiempo pueda contemplar la hermosura de los campos o los colores del arcoíris. ¿Qué pasos habrá que dar para que nos vayamos desprendiendo de la obscuridad del pecado y poder así ponernos en búsqueda del Señor?
Es preciso decir una cosa: Dios desea que le busquemos y Él siempre nos ofrece su Espíritu Santo para que le podamos encontrar. Por lo tanto, por parte de Dios no hay ningún inconveniente, es más, por parte de Dios todo son ayudas, el problema importante viene generado por nosotros mismos.
Se podría decir que la vida cristiana, en su versión más elemental, se asemeja a un taburete; se asienta en tres patas. Una pata es la confesión frecuente con el ánimo firme de ser fiel a Cristo; la segunda pata es la Eucaristía dominical, y aún mejor, la eucaristía diaria si la hubiere; la tercera es la vida de oración, leer la Palabra de Dios y el silencio interior estando ante su presencia divina y soberana. Si vamos cultivando estas tres cosas nos pondremos en una actitud de búsqueda e iremos haciendo apostolado trabajando nuestra particular hectárea del viñedo. Así sea.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Homilía de Exequias
RAMON DIEZHANDINO
+16 de septiembre 2011
Funeral Cevico, 17 sept.2011.
HOMILÍA DE EXEQUIAS
Hoy formamos aquí un grupo de personas que se reúnen con una vivencia difícil de soportar: la muerte de una persona que queremos, uno de nuestra familia, alguien al que echaremos mucho de menos. Hoy se pone de manifiesto todo lo que ha significado para nosotros, y en especial para su familia. Qué decisivo es hacer el camino acompañados. Cuando falta uno de nosotros el camino se hace difícil, pesado, incluso insoportable.
¡Cuánta gente buena hay en el mundo! ¡Cuántos santos anónimos! Muchos son los que viven cada día cercanos al bien, buscando lo que mejor les venga a los demás, entregándose con naturalidad y sin buscar recompensa. Nos encontramos así con el estilo de vida al que todos quisiéramos llegar: ser buenos y vivir con esa bondad.
En el fondo nuestras vidas van teniendo sentido cuando nos descubrimos así: nacidos para ser buenos, para amar profundamente sin esperar nada a cambio. Es también la invitación que nos hace San Pablo: «los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios». Es decir, cuando seguimos las indicaciones de Dios es más fácil, no sólo ser buenos, sino que además, es más fácil ser feliz. Si todos pertenecemos al amor que Dios ha puesto en cada uno, entendemos que nuestra vida está llamada a ser ese mismo amor.
Los hijos de Dios tenemos ese privilegio. Ya aquí en la tierra podemos empezar a participar del amor que Dios pone en cada uno de nosotros. Toda vida que se nos regala, es un don suyo, las personas que pone en nuestro entorno son motivo de agradecimiento. Es ante la muerte cuando mayor sentido tiene esa expresión: darle gracias a Dios por quien nos ha amado, por quien nos quiere, por quien hace posible que hoy estemos aquí. Por eso, ahora, todos nosotros, damos gracias a Dios por nuestro hermano Ramón.
Dios quiere lo mejor para sus hijos y por eso nos invita a ser buenos, a imitar la bondad de su Hijo Jesús. Su estilo de vida era el de la entrega incondicional, y aunque en su tiempo no todo el mundo quería reconocerlo así, la historia le ha dado la razón. Él quiso ser fiel a su Padre Dios, y por eso le resucitó de entre los muertos.
También nosotros que estamos aquí para seguirle, sabemos que es el Hijo de Dios, y confiando en él vamos a resucitar, nos vamos a incorporar al amor infinito de Dios. Antes de morir Jesús confió en Dios-Padre, por eso le resucitó. Dios necesita de nuestra confianza en Él para que podamos participar en la vida eterna. Con esa confianza, desde esa fe hoy rezamos especialmente por nuestro hermano Ramón. Sabemos que camina hacia la presencia de Dios y por eso confiadamente, como familia cristiana le presentamos al Padre.
Esta es la herencia que nos ha dejado Dios, esta es la esperanza que compartimos. Si somos hijos, si somos hermanos, también somos herederos. Esta esperanza se hace todavía más fuerte cuando el sufrimiento y el dolor se hace presente entre nosotros, ya sea desde la muerte, ya sea desde la enfermedad. Nos unimos a Jesucristo que padeció por nosotros, sufrió por nosotros para que, ahora, todos podamos participar del amor del Padre.
En la obediencia de Jesús a su Padre Dios, aprendemos también nosotros a ser como él. Que nuestra fidelidad, que nuestra fe se fortalezca hoy con la esperanza de los hijos de Dios: vamos a resucitar y con nosotros todos nuestros hermanos a los que veremos en la vida eterna.
¡Dale, Señor el descanso eterno!...y brille para él la luz perpetua. Que su alma y las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz…. Así sea.
Bodas de oro matrimoniales
21 de septiembre de 1961
17 de septiembre de 2011
BODAS DE ORO DE TEODORA Y PEDRO, Paredes de Nava
Acogida:
· Dos palabras: Bienvenidos y enhorabuena para Pedro y Teodora, y junto a Pedro y a Teodora a todos sus hijos y resto de la familia.
· Bienvenidos porque nos alegramos de vernos, de estar juntos y de sentir a esta pareja que camina de la mano con amor.
· ENHORABUENA porque todos estamos enamorados. Eso del enamoramiento debe de ser como un virus, un virus bueno, que todos tenemos, porque TODOS ESTAMOS ENAMORADOS. ¡Hasta los curas estamos enamorados!, cada uno de vosotros de vuestra pareja y los curas estamos enamorados del MENSAJE DEL EVANGELIO y de Aquel que proclama el mensaje: Jesucristo.
· Y nos hemos reunido para DAR GRACIAS A DIOS, y sobre todo le damos gracias porque TENEMOS CAPACIDAD PARA ENAMORARNOS. TENEMOS UN CORAZÓN ABIERTO PARA DEJARNOS CONQUISTAR POR EL AMOR. Y hoy, de hecho, celebrar 50 años de matrimonio es tanto como dar gracias a Dios por los momentos buenos festejados y por la fortaleza que Dios ha ido dando para afrontar las situaciones complicadas.
· Un corazón enamorado es un corazón DESPIERTO, ILUSIONADO, INCANDESCENTE que desea dar calor a esa persona amada, con la que uno ha tenido un recorrido importante, y renovar nuestro deseo de amar y ser amado. Y hoy, tanto Teodora como Pedro van a rememorar y a renovar aquel compromiso que hicieron en la Iglesia de San Miguel de Palencia, aquel 21 de septiembre, San Mateo, de 1961.
Homilía:
· Acabo de proclamar el pasaje evangélico de las ‘bodas de Cana de Galilea’. Una pareja enamorada, jovencita que unieron sus vidas delante de Dios para toda la vida. Han sufrido una experiencia muy parecida como ‘lanzarse en paracaídas’ desde un avión en pleno vuelo. Se han lanzado a lo desconocido. Han realizado una apuesta demasiado de arriesgada. Se han entregado el uno al otro sin reservas. Y en una época en la que se tiene alergia al compromiso y donde prima el escaqueo entregarse mutuamente es una apuesta muy valiente.
· Muchos días pasaran muy teñidos de rutina y será muy poco lo que se den mutuamente. Sin embargo eso poco que se dan entre ellos, el propio Señor Jesús lo valora mucho. ¿Se acuerdan ustedes de aquel pasaje del evangelio en el que Jesús contemplaba a aquella viuda mayor cómo echaba en el cestillo del templo aquellas poquitas monedas?. Jesús la elogió.
Y como Jesús tiene mucho tacto a la hora de plantear cuestiones que impliquen exigencia, lo que hace es congregar a sus discípulos y sentarse enfrente del cestillo del templo para contemplar el panorama. Jesús lo hace con toda la intencionalidad, para que sus discípulos perciban la GRANDEZA DE LOS PEQUEÑOS DETALLES. Pequeños detalles que mis tíos, Pedro y Teodora, han ido teniendo durante estos cincuenta años de matrimonio.
Ante Jesús y sus discípulos van desfilando los letrados con amplios ropajes y llenos de orgullo porque la gente les hace toda clase de reverencias. Estos letrados y la gente pudiente, a la vista de todos, sacan de su pesada bolsa muchas monedas y las dejan caer haciendo que el ruido metálico sea percibido por todos. Y seguro que muchos de sus discípulos llegarían a comentar entre ellos expresiones como estas: “¡Jo, anda, mira cuantas monedas han echado al cestillo, y que generosidad la de estos letrados!”. Y Jesús, al oír estas palabras de sus discípulos, con un inmenso gesto de respeto y de paciencia, se mantendría en silencio. Los discípulos habían leído esa CARTA DE AMOR VIVIENTE Y EN DIRECTO solamente con LA CABEZA y ya habían tomado sus propias conclusiones. Es decir, que los discípulos únicamente se habían quedado en las simples apariencias y no eran capaces de profundizar en ese acontecimiento. Por eso Jesús guarda silencio y a su vez, les está enseñando UN ESTILO DE ESCUCHA, que capta las palabras, pero va más allá. Un estilo de escucha que trata de encontrar a las personas en su intimidad y motivación más profunda. Jesús escucha más con el corazón que con la cabeza; por eso ante el ruido metálico de los puñados abundantes de monedas que echaban los ricos en el cestillo, ante eso, Jesús miraba hacia otro lado del templo. Les estaba diciendo a sus discípulos que ESA CARTA DE AMOR la estaban leyendo de una manera equivocada.
Y llega el momento que Jesús estaba esperando para que sus discípulos perciban un pequeño gesto de la grandeza en el amor. Y esta lección magistral se la imparte una pobre viuda. Alguien marginada, que no contaba para nadie ni nada en la sociedad. Una viuda que, en aquellos tiempos eran considerados como mal vistas y despreciadas, en una palabra: un resto, un desperdicio, una basura de la sociedad de aquel entonces. Y Jesús vuelve su mirada y pone sus ojos en esa viuda y se enternece, se conmueve, se impresiona al comprobar la infinita confianza que tiene esa mujer en Dios. Todo lo que tenía, sus dos reales, puestos, con infinita confianza, en las manos de Dios. Y Jesús quiere que sus discípulos sean muy conscientes de la inmensa grandeza de ese hecho realizado por esa pobre viuda. Por eso llama a sus discípulos y les interpela diciéndoles que esa CARTA DE AMOR VIVIENTE Y EN DIRECTO la habían leído de un modo incompleto y con un estilo de escucha equivocada. Jesús les imparte una lección magistral enseñándoles a leer con el corazón esa CARTA DE AMOR. Una CARTA DE AMOR redactada por una pobre viuda y alabada y ensalzada por el mismo Jesucristo: Porque Dios no hace basura.
Esa pobre viuda con sus escasos medios confía plenamente en Dios. La medida era muy pequeña: dos insignificantes reales. Y dos insignificantes reales es lo que solemos tener en nuestro vivir cotidiano. Que solamente tenemos esa CONFIANZA DEL ESPOSO CON LA ESPOSA Y LA ESPOSA CON EL ESPOSO, y es muy poco lo que a veces se pueden dar entre sí; la medida es muy pequeña, pero con infinita confianza sabiendo que, eso poco, el SEÑOR LO HARÁ FRUCTIFICAR, ahora bien, siempre contando con el trabajo de nuestro esfuerzo: PORQUE AMAR ES UNA DECISIÓN, una decisión que se renueva cada día.
· Jesús nos está diciendo que tengamos la valentía y el coraje de cambiar nuestros sentimientos negativos, los cuales se suelen originar en la convivencia cotidiana, que los cambiemos en sentimientos positivos, de paz, de serenidad, en bendición, en oración y en buenas acciones. Que hagamos el bien sin esperar nada.
QUE SE DA Y SE AMA SIN MIRAR LA MEDIDA, SIN ESPERAR RECOMPENSA.
· Nos está diciendo el Señor que es importante que nos abramos a la otra persona con la que hemos formado esa común historia, unida, íntimamente entrelazada… Que nos abramos a ese esposo, a esa esposa, que nos abramos todos a Dios, para compartir lo que nos pasa, ya sea un enfado, un desengaño, un malestar o una alegría. Que compartamos nuestro miedo, nuestras inquietudes, para que juntos tomemos y retomemos la opción de amar, la opción de quitar del medio la tristeza, el pesimismo y todas las lacras que conllevan… y nos podamos revestir de alegría, de consuelo y de desahogo.
· Celebrar el amor, CELEBRAR ESTAS BODAS DE ORO MATRIMONIALES es como arrojar troncos de madera y pedruscos de carbón a la caldera de la máquina locomotora de la familia y del matrimonio. Y esta máquina locomotora no corremos el riesgo que se descarrile, y no tenemos este riesgo porque sabemos que el que está como maquinista es Jesús y que dicha locomotora conduce y nos llevará a la estación de la alegría, fruto de la común y conjunta decisión de amar.
Pedro, Teodora, todos, los matrimonios y los sacerdotes, SOMOS SUEÑO DE DIOS, SOMOS DESEO DE DIOS. La razón principal para seguir viviendo es que DIOS NOS AMA TANTO QUE SU PROPIO AMOR ES NUESTRO MANANTIAL DE AGUAS CRISTALINAS PARA REFRESCAR NUESTRO MUTUO AMOR, COMO MATRIMONIOS QUE SOIS Y COMO SACERDOTE QUE SOY.
Aquella pobre viuda se entregó al 100% y por eso GENERÓ VIDA, porque OPTÓ POR LA DECISIÓN DE AMAR, sin reservas y con infinita confianza. Solamente optando por la decisión de amar.
Dios hará que ‘ni la orza de harina se vacíe, ni la alcuza de aceite se agote’. Así sea.