sábado, 24 de marzo de 2018

Homilía del Domingo de Ramos, ciclo b


DOMINGO DE RAMOS, año 2018, ciclo b
            Sólo la fe nos permite ver a Dios presente en toda circunstancia. Sólo la fe nos permite adentrarnos en el misterio de su gracia salvífica, no cuestionando los planes de Dios, sino cooperando plenamente con Él, tal y como Dios pide. Y uno en medio de sus aciertos y equivocaciones puede percibir atisbos de su providencia amorosa gobernándolo todo. Y dichos atisbos de su providencia amorosa despejan las dudas y los temores que se hallan siempre rondándonos la mente.
            De tal modo que luchando por ser fiel a Dios, unas veces equivocándonos y otra acertando, se aprende que si se quiere conservar la paz y la alegría interior, se ha de recurrir constantemente a la oración. Y con los ojos de la fe descubre cómo la humildad es imprescindible ya que poco importan los propios esfuerzos y de los mucho que dependemos de la gracia de Dios incluso para nuestra propia oración. Dios quiere que nos esforcemos, porque a todas las personas nos gusta que con nuestra forma de actuar manifestemos el amor al otro. Nuestro personal esfuerzo es una manifestación de amor a Dios.
            Jesucristo hoy entra victorioso en la ciudad santa, Jerusalén, montado sobre un pollino. Él va a Jerusalén a celebrar la Pascua y Él será el cordero inmolado en la Pascua. Aquel carnero que se quedó enredado por los cuernos en un matorral (Gn 22, 13) y que el patriarca Abrahán mató en holocausto en vez del hijo de la promesa, ese carnero hoy entra victorioso en Sión, la ciudad santa, y allí será sacrificado.
            Es más fácil ver el papel redentor del dolor y del sufrimiento en el plan divino cuando no se está padeciendo. Cuando la enfermedad se acerca, o la pérdida del empleo puede ser una realidad o ya lo es, cuando los enfrentamientos entre nosotros se dan…cuesta ver ese papel redentor, cuesta verlo, pero sí que lo tiene. Y sólo luchando contra esos sentimientos es como se llega al crecimiento. Cada victoria sobre el desaliento aumenta el coraje del espíritu; cada éxito –por efímero que fuese- a la hora de descubrir la mano de Dios detrás de todo hace más fácil recuperar el sentido de sus fines en un nuevo día de trabajo aparentemente carente de sentido y lleno de sufrimiento.
            Durante esta semana iremos descubriendo esa mano de Dios y de cómo al final, a pesar de pasar por el sufrimiento indescriptible de la muerte en cruz, la fuerza de la resurrección lanzará aquel enorme pedrusco que tapaba aquel sepulcro escavado en la roca.

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