domingo, 11 de junio de 2017

Homilía del Domingo de la Santísima Trinidad,ciclo a

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD 2017, ciclo a
            Nosotros ¿de qué nos alimentamos? ¿Vivimos de la Palabra que sale de la boca de Dios? Lo digo porque a veces uno tiene sus dudas. Mucho decía el pueblo de Israel que Yahvé era su único Dios y apenas tardó Moisés de bajar del monte Sinaí de hablar con Dios, bien la armaron y muy gorda apostatando al hacer ese becerro de oro. Mucho decimos que amamos a nuestros hermanos pero cuando les hacemos algunos favores nos olvidamos de eso que nos dice la Palabra de que «a nadie debáis nada más que amor» (Rom 3, 18).  Y esto ¿por qué será? Porque no vivimos de la Palabra que sale de la boca de Dios, sino de otros afectos que pueden ser nuestros ídolos ocultos. ¿Por qué algunos cargos de responsabilidad en la Iglesia y de la política o del sindicalismo sostienen afirmaciones o toman posiciones determinadas que rozan el sin sentido? Porque ellos, a lo mejor sin saberlo, valoran mucho más su cargo con su prestigio antes que tener a Dios con ellos.
            Y hoy la Palabra nos dice que estamos siendo muy poco sensatos. ¿Se han dado cuenta de cuáles son las expresiones que se repiten contantemente en las tres lecturas? Se las digo: «El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí –se quedó con Moisés», esto en la primera de las lecturas. En la segunda: «Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros» y dice también «esté siempre con todos vosotros». Y en el mismo evangelio también nos lo dice: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único» y cuando sigue diciendo «porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo». Es decir que la Palabra constantemente nos está manifestando que Dios hace de su parte para que nosotros le conozcamos. Nuestro Dios es un Dios que se nos manifiesta tal y como es. Y en el momento en que le conocemos todo cambia; cambia la religión, cambia la familia, cambia las relaciones humanas…, cambia todo. Además, hay un refrán castellano que manifiesta una gran verdad: «Dime con quién andas y te diré quién eres». Ya puede ser un chico de muy buena familia y reputación que como se junte con una pandilla de borrachitos y de porreros,… pues el chico acaba como ellos. Si nosotros estamos con Dios empezaremos a entender la realidad con ‘notas de divinidad’.

            Además, cuando el Señor bajó en aquella nube y se quedó allí con Moisés, fue entonces cuando Moisés tuvo una fuerte experiencia de lo divino y como consecuencia de esto Moisés confesó su fe en Yahvé y la clamó en los cuatro puntos cardinales que esto de Dios no es un cuento de viejas, sino una realidad que existe, por eso dice la Palabra que «Moisés pronunció el nombre del Señor». Todos aquellos que dedican su vida a la oración ante el Sagrario van adquiriendo la misma experiencia que tuvo Moisés en el monte Sinaí para que de este modo, con esta vida entregada por amor, todos puedan escuchar la profesión de un Dios que es uno y trino y que todo lo que hace, lo hace porque te ama.

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