domingo, 15 de mayo de 2016

Homilía de Pentecostés 2016

HOMILÍA DE PENTECOSTÉS 2016
Aquellos que deseamos redescubrir el sentido auténtico de nuestro bautismo y hemos hecho la opción de tener a Jesucristo muy de cerca no podemos permitirnos vivir como los paganos. Es preciso implorar al Espíritu Santo EL DON DE PIEDAD para poder disfrutar de una relación paterno-filial con Dios y tratar a Dios con ternura y cariño de un hijo hacia su padre y a los demás hombres como a verdaderos hermanos.
Nuestra vida personal se asemeja a una canoa en medio de un río con gran caudal. Como nuestra particular canoa tenga agujeros en la base no tardará en inundarse y hundirse en lo más profundo. Son muchas las seducciones y tentaciones a las que estamos expuestos diariamente, y eso que uno ejerce la prudencia para evitar 'ponerse en situación de peligro'. Rogar por alcanzar EL DON DE CIENCIA, para distinguir entre lo verdadero y lo falso; distinguir entre lo que llevará a Dios y lo que nos separará de Él.
Y ¡ojala únicamente tuviéramos un solo agujero para taponar! Hay que estar constantemente achicando agua y tapando agujeros para seguir mantener a flote nuestra canoa. No nos podemos resignar a tener los pies constantemente mojados, y mucho menos las piernas. No podemos permitir que las cosas nos den igual. No podemos permitir el lujo de ‘bajar el listón’ a la hora de entregarnos en el amor a los hermanos.
Es preciso ser dócil al Espíritu  y pedirle EL DON DE CONSEJO, para tomar la decisión acertada, escoger lo que más convenga y el modo de hacerlo, lo que se debe de evitar y lo que se debe uno de callar.
 ¡Si ésta es la Iglesia de Cristo nos tenemos que apoyar los unos en los otros y dejarnos de tonterías!
Yo y cualquiera experimenta el amor de Cristo a través de los hermanos. La indiferencia y el desprecio no dejan de ser puñaladas que hieren gravemente al amor. Nuestros hermanos los hombres empezarán a abrir los ojos y los oídos al caer en la cuenta de que Cristo está resucitado tan pronto como perciban entre nosotros los frutos del amor fraterno. Y el amor fraterno no es como el yeso que se termina ahuecando y desprendiéndose poco a poco por fundarse en las propias fuerzas humanas. El amor fraterno no es hacer las cosas –aunque estén a la perfección realizada- sólo para obtener la aprobación y enhorabuena de los demás. El amor fraterno es reconocer a Cristo en el hermano y comportarse de tal modo cómo si lo tuvieras realmente aquí, a tu lado, contigo. Esto no nos ahorra las discusiones, ratos de enfados y momentos en los que ‘nos acaloramos más de la cuenta’. Pero sabremos que nadie es superior a nadie y de ser superior, que sea en el amor de donación total por amor a Cristo. Por eso es tan fundamental el implorarle EL DON DE SABIDURÍA, para conocer a Dios y a buscar únicamente la presencia de Dios.
Hay cristianos que se piensan que por estar en la iglesia toda la vida ya tienen un amplio recorrido, sintiéndose seguros de sí mismos y ‘mirando como por encima del hombro’ a aquellos que se inician o dan los primeros pasos en la fe. Muchas veces el orgullo y la soberbia nos pierde. ¿De qué sirve o cómo va a decorar una figura valiosa de porcelana de Lladró o una figura de cristal de Burano si se estampa contra el suelo destrozándose en mil y una piezas? Si pensamos que somos buenos porque nosotros cumplimos la ley  y que con nuestras fuerzas sacamos las cosas adelante, llegará el día de la prueba -una enfermedad, la muerte de un ser querido, unas oposiciones que no se sacan, un novio que nunca llega, la pérdida del trabajo, un accidente inesperado, etc.,-, llegará ese día de la prueba y nos estamparemos contra el suelo y en mil pedacitos nos convertiremos. Llegaremos incluso a renunciar de Dios, a echarle la culpa de todo, a mostrarnos como las víctimas de su mal actuar. Por eso, y por otras muchas cosas hay que anhelar EL DON DE ENTENDIMIENTO, para saber que la verdad no es fácil cuando me salgo de su camino y ayude a entender y amar a las Escrituras Sagradas. Y suplicar por EL DON DE FORTALEZA, para realizar todo lo que Dios quiere de ti y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida.
Nuestra vida no es nuestra, es de Cristo. Hemos sido comprados a precio de la sangre del Hijo de Dios crucificado en el madero. Y esto es lo que hay. Unos estarán toda la vida ignorando esta eterna verdad, viviendo perdidamente, haciendo lo que 'el cuerpo y su mal uso de la libertad' consideren oportuno, actuando de un modo indigno de ser cristiano. Otros, aun conociéndola 'se harán los locos', como aquellos jóvenes que sin tener los 18 años se intentan colar en las salas de fiestas pasando por uno de tantos mayores de edad. Saben que actúan mal, pero cualquier escusa les vale. Es muy importante pedirle EL DON DEL TEMOR DE DIOS, que nos ayude a meditar con frecuencia sobre Dios; que nos ayude a meditar sobre la malicia del pecado; y a temer todas las cosas que nos separen de Él.

Sólo con la fuerza venida de lo alto y acogida por nosotros, podremos vivir como cristianos y ser embajadores de Cristo ante los hombres en medio de esta sociedad secularizada y satisfecha de sí misma. 

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