sábado, 28 de mayo de 2016

Homilía del CORPUS CHRISTI 2016

CORPUS CHRISTI 2016
            Muchas veces nos ha dicho el Señor que «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). ¿Qué es eso de dar la vida? ¿Qué implicaciones llevan consigo? Ya que uno puede dar muchas cosas, un donativo, una limosna, incluso el privarse de algo (un café, el tabaco, el salir de fiesta un día...) como un ejercicio de ascesis y buscando un beneficio para los demás. La plenitud como hombre no puede estar en la satisfacción de lo sentidos, de las pasiones, de los apetitos. Si mi alegría depende de esos momentos o instantes que la vida me puede brindar, como también privar, estaría sumergido en la tristeza de la insatisfacción permanente.  Esto se puede asemejar a la satisfacción que te puede proporcionar el comer un helado con el calor veraniego. El helado se consume y ese momento refrescante desaparece. El problema radica en que nos hemos acostumbrado a ser ‘consumidores de lo inmediato’. Que uno se quiere divertir, sobre todo si es adolescente o universitario, pues estoy pensando en salir los jueves o el fin de semana por las noches, para poder divertirse sin más limitación que la que uno mismo se ponga. O incluso para ‘afrontar’ una particular cruz que te está haciendo sufrir ser consumidor de afectos inmediatos para poder sentirte querida y reconocida cuando en el fondo se te está dañando y distanciándote de mucha gente que te quiere pero que no dicen lo que tú esperas oír. Y resulta que Dios no se mueve en lo efímero e inmediato, sino en lo eterno.
            La presencia real de Cristo está en el pan y en el vino consagrados por el presbítero. Y es en esa presencia tan humilde donde Cristo se queda para que tú, como niño curioso que eres puedas descubrir algo que el mundo te está ocultando, tu vocación a la eternidad.
            Les voy a poner una especie de imagen/ejemplo, sabiendo que siempre son muy limitados para poder entender las realidades sobrenaturales. Hay canales de televisión que se emiten en una calidad de imagen de alta definición. Si yo tengo un receptor de televisión de los antiguos o de los que no están preparados, no podré disfrutar de la programación de ese canal. La señal lo recibirá pero no me vale para nada.   La constante catequización que el mundo nos está impartiendo están forjando mentes y corazones capaces únicamente de captar las cosas terrenas, olvidando y despreciando las eternas. No son capaces de ver ese canal en alta definición porque 'todos están cortados con la misma tijera', 'cortados por el mismo patrón'. Cuando la Iglesia hace pública profesión de fe en Cristo Eucaristía está manifestando a los cuatro puntos cardinales que tu encuentras en Él  el sentido de tu vida, la alegría de tu alma, la recompensa de todos tus esfuerzos y la orientación de tu existencia. En una palabra: Ahí, en la Eucaristía, está tu propia salvación.
            Algunos me podrán decir que lo único que ven es un trozo de pan sin levadura. Esto ocurre porque su pecado les imposibilita reconocer a Cristo ahí. Si yo tengo la gafa totalmente embarrada y con los cristales con un montón de roña no podré tener una visión aceptable. Si mi alma está embarrada y con tanta roña que tendría que emplear un estropajo y un potente desengrasante para poder tenerla algo decente, es normal que ni me de cuenta de quien está ahí. Por eso para poder empezar a darse cuenta de la presencia real de Cristo en la Eucaristía es preciso y urgente hacer la opción por empezar a convertirnos: CONVERSIÓN.
            Pero aviso, en el momento en que te has despertado de ese letargo o amodorramiento espiritual ocasionado por tu pecado, y empieces a darte cuenta de quién es Cristo y lo que Cristo quiere de ti, descubrirás la malicia de tu pecado, tendrás ante tu mirada el daño y las heridas que te ha causado tu mal proceder. Si quieres vivir en la verdad, si quieres descubrir la razón y el sentido de tu vida, si deseas empezar a descubrir que se siente cuando uno es amado, tienes la respuesta: Estate disfrutando de la compañía de Cristo Eucaristía todos los días. Cristo da todos los días su vida por ti. Todos los días está ahí en la Eucaristía para fortalecer los músculos de tu alma. Todos los días está ahí para darte una Palabra de vida y de aliento.  Todos los días está dispuesto a levantarte de tu pecado en el sacramento del perdón. Todos los días te tiene muy presente en su sagrado Corazón. Pero tú no te darás cuenta hasta que hayas iniciado tu conversión.

            ¡Viva Jesús Sacramentado! Sea por siempre bendito y alabado.

sábado, 21 de mayo de 2016

Homilía del Domingo de la Santísima Trinidad 2016

SANTÍSIMA TRINIDAD 2016
         ¿Qué es lo que pido de un hermano de Comunidad o a un cristiano? Que sea el perfecto señor de su casa que ofrezca un hospedaje de lujo al Espíritu Santo que viene a él para ser uno con él. Que esté tan cerca del Señor, que se encuentre ‘pillado’ por Cristo que sepa dar una palabra, un consejo de los que el mundo no es capaz de dar. Que aunque sea por un instante uno pueda percibir esa luz que abre el entendimiento de tal modo refrescándote el alma. Puede pasar unos días o unos minutos y ese hermano que te regaló esa palabra que tanto te ayudó, resulta que hace algo o no calla lo que debería de haber callado y empieza los juicios negativos contra él. ¿Os dais cuenta de cómo la fuerza de Dios se realiza en medio de nuestra gran debilidad? El problema que nos debe de preocupar es si ese juicio que tengo contra mi hermano tenga el poder de robarme la paz interior. Ese juicio que me quita la paz puede ir ‘asentando jurisprudencia’ para actuar de un modo no auténtico frente a ese hermano, no reconociendo en él a Cristo y desaprovechando las ocasiones de conversión que Dios te ofrece por medio de él. Lo nuestro es empaparnos de la Sabiduría de Dios.
         Tal vez tengamos a algún hermano en la fe o algún compañero de trabajo o de estudios que, el sólo hecho de estar con él, suponga una tribulación. Tal vez porque tenga la habilidad de ‘sacarte de tus casillas’. Sin embargo ese hermano está puesto ahí para que, a modo de espejo, puedas verte reflejado en tus pecados. La guerra no la tenemos que afrontar contra el hermano, la esposa, el familiar, el compañero de trabajo, etc., sino que el enemigo lo tenemos dentro de nosotros; nuestro pecado que nos maneja muchas veces como los hilos de una marioneta. Ese hermano 'que no trago' es un instrumento puesto por Dios para que yo reconozca mi pecado.
         El modo de proceder de la Santísima Trinidad no es el nuestro. La Sagrada Escritura ya nos cuenta un caso práctico: Marta estaba muy inquieta sirviendo al Señor, llevando y quitando los platos, los vasos, fregando...., mientras que María estaba allí escuchándole porque sabía que ese momento que estaba viviendo en ese instante era irrepetible, un don precioso de Dios. Porque platos y vasos y comidas y fregaderos, etc., siempre habrán. Pero disfrutar de la presencia del Maestro sólo se puede estar en momentos muy contados. Por eso María ‘descansaba en el Señor’, mientras que Marta hacía juicios contra su hermana –‘mira que zángana y está viendo que yo no paro y ella ni se mueve de ahí, ¡tendrá cara la muy vaga!’; mas la palabra dirigida a Marta por el Señor le abrió el entendimiento, le devolvió aquella paz que había perdido y pudo disfrutar del Señor estando en plena comunión con su hermana.
Es cierto también que esto no anula la corrección fraterna, porque si yo quiero a mi hermano también le tengo que ayudar a que descubra el valor de hacer las cosas por amor a Cristo y a los hermanos. Sin embargo podemos caer en la ‘tela de araña del demonio’, y nadie estamos exentos de este modo de proceder. Uno molesto por un hermano se queja a un tercero. Y el tercero, en vez de disculparlo y de ofrecer una palabra alternativa de vida, se suma a ese juicio dañando aun más la débil comunión de los hermanos. Hay veces que te invitan a comer, en una de esas comidas familiares donde también quieren contar con uno. Llegas a la mesa, te sientas y no tardas en darte cuenta de cómo un hermano no se habla con el otro. Es que ni se hablan ni se cruzan las miradas, a lo que el ambiente en esa comida está cargado de tensión porque no es el Espíritu quien reina en ese momento, sino que son los particulares faraones –sí, como el faraón de Egipto en tiempos de Moisés-; son esos soberbios faraones que se levantan para sacar a relucir todo lo peor que tenemos dentro de nosotros. Y muy pocos repararán en el esfuerzo, dedicación y horas que la madre o a la persona que ha dedicado en la cocina, quedando deslucida tan perfecta comida con la amargura de la tiranía de esos faraones.

La Santísima Trinidad es una familia de tres personas y una sola naturaleza. La unidad sólo se dará si todas nuestras almas confluyen en un único punto: Dios. La Santísima Trinidad es un Dios que está en el origen de la vida. En la medida en que demos un paso adelante para a cercanos a Cristo se irá creando como una especie de 'campo de fuerza' donde el amor y la preocupación por el hermano será una constante y donde uno empezará a pensar primero en el otro antes que en uno mismo. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Homilía de Pentecostés 2016

HOMILÍA DE PENTECOSTÉS 2016
Aquellos que deseamos redescubrir el sentido auténtico de nuestro bautismo y hemos hecho la opción de tener a Jesucristo muy de cerca no podemos permitirnos vivir como los paganos. Es preciso implorar al Espíritu Santo EL DON DE PIEDAD para poder disfrutar de una relación paterno-filial con Dios y tratar a Dios con ternura y cariño de un hijo hacia su padre y a los demás hombres como a verdaderos hermanos.
Nuestra vida personal se asemeja a una canoa en medio de un río con gran caudal. Como nuestra particular canoa tenga agujeros en la base no tardará en inundarse y hundirse en lo más profundo. Son muchas las seducciones y tentaciones a las que estamos expuestos diariamente, y eso que uno ejerce la prudencia para evitar 'ponerse en situación de peligro'. Rogar por alcanzar EL DON DE CIENCIA, para distinguir entre lo verdadero y lo falso; distinguir entre lo que llevará a Dios y lo que nos separará de Él.
Y ¡ojala únicamente tuviéramos un solo agujero para taponar! Hay que estar constantemente achicando agua y tapando agujeros para seguir mantener a flote nuestra canoa. No nos podemos resignar a tener los pies constantemente mojados, y mucho menos las piernas. No podemos permitir que las cosas nos den igual. No podemos permitir el lujo de ‘bajar el listón’ a la hora de entregarnos en el amor a los hermanos.
Es preciso ser dócil al Espíritu  y pedirle EL DON DE CONSEJO, para tomar la decisión acertada, escoger lo que más convenga y el modo de hacerlo, lo que se debe de evitar y lo que se debe uno de callar.
 ¡Si ésta es la Iglesia de Cristo nos tenemos que apoyar los unos en los otros y dejarnos de tonterías!
Yo y cualquiera experimenta el amor de Cristo a través de los hermanos. La indiferencia y el desprecio no dejan de ser puñaladas que hieren gravemente al amor. Nuestros hermanos los hombres empezarán a abrir los ojos y los oídos al caer en la cuenta de que Cristo está resucitado tan pronto como perciban entre nosotros los frutos del amor fraterno. Y el amor fraterno no es como el yeso que se termina ahuecando y desprendiéndose poco a poco por fundarse en las propias fuerzas humanas. El amor fraterno no es hacer las cosas –aunque estén a la perfección realizada- sólo para obtener la aprobación y enhorabuena de los demás. El amor fraterno es reconocer a Cristo en el hermano y comportarse de tal modo cómo si lo tuvieras realmente aquí, a tu lado, contigo. Esto no nos ahorra las discusiones, ratos de enfados y momentos en los que ‘nos acaloramos más de la cuenta’. Pero sabremos que nadie es superior a nadie y de ser superior, que sea en el amor de donación total por amor a Cristo. Por eso es tan fundamental el implorarle EL DON DE SABIDURÍA, para conocer a Dios y a buscar únicamente la presencia de Dios.
Hay cristianos que se piensan que por estar en la iglesia toda la vida ya tienen un amplio recorrido, sintiéndose seguros de sí mismos y ‘mirando como por encima del hombro’ a aquellos que se inician o dan los primeros pasos en la fe. Muchas veces el orgullo y la soberbia nos pierde. ¿De qué sirve o cómo va a decorar una figura valiosa de porcelana de Lladró o una figura de cristal de Burano si se estampa contra el suelo destrozándose en mil y una piezas? Si pensamos que somos buenos porque nosotros cumplimos la ley  y que con nuestras fuerzas sacamos las cosas adelante, llegará el día de la prueba -una enfermedad, la muerte de un ser querido, unas oposiciones que no se sacan, un novio que nunca llega, la pérdida del trabajo, un accidente inesperado, etc.,-, llegará ese día de la prueba y nos estamparemos contra el suelo y en mil pedacitos nos convertiremos. Llegaremos incluso a renunciar de Dios, a echarle la culpa de todo, a mostrarnos como las víctimas de su mal actuar. Por eso, y por otras muchas cosas hay que anhelar EL DON DE ENTENDIMIENTO, para saber que la verdad no es fácil cuando me salgo de su camino y ayude a entender y amar a las Escrituras Sagradas. Y suplicar por EL DON DE FORTALEZA, para realizar todo lo que Dios quiere de ti y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida.
Nuestra vida no es nuestra, es de Cristo. Hemos sido comprados a precio de la sangre del Hijo de Dios crucificado en el madero. Y esto es lo que hay. Unos estarán toda la vida ignorando esta eterna verdad, viviendo perdidamente, haciendo lo que 'el cuerpo y su mal uso de la libertad' consideren oportuno, actuando de un modo indigno de ser cristiano. Otros, aun conociéndola 'se harán los locos', como aquellos jóvenes que sin tener los 18 años se intentan colar en las salas de fiestas pasando por uno de tantos mayores de edad. Saben que actúan mal, pero cualquier escusa les vale. Es muy importante pedirle EL DON DEL TEMOR DE DIOS, que nos ayude a meditar con frecuencia sobre Dios; que nos ayude a meditar sobre la malicia del pecado; y a temer todas las cosas que nos separen de Él.

Sólo con la fuerza venida de lo alto y acogida por nosotros, podremos vivir como cristianos y ser embajadores de Cristo ante los hombres en medio de esta sociedad secularizada y satisfecha de sí misma. 

domingo, 8 de mayo de 2016

Homilía del Domingo de la Ascensión del Señor, Ciclo C



DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, Ciclo C
            Me quedo sorprendido de la actualidad que rebosa la Palabra de Dios. San Pablo cuando escribe a la comunidad de los Efesios está dando respuesta a un problema acuciante que se daba en esas comunidades cristianas. Resulta que surgieron tendencias, por influencias extrañas, en las propias comunidades que afirmaban que otros seres podían competir con Cristo en su acción salvadora. A lo que Pablo afirma que sólo Cristo está «por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro».
En nuestra sociedad no se trata ya de competir sino de suplantar: Muchos que han sido bautizados han destronado a Cristo de sus almas para entronizar a sus múltiples ídolos.  Que se tiene necesidad de olvidar algo en vez de afrontarlo con la lucidez cristiana, pues se usa y abusa de la bebida, de los porros y demás sustancias. Que uno se quiere enriquecer, pues se hace trampas para robar lo más posible sin que te pillen. Que uno quiere sentirse amado por otra persona y dejarse llevar por la lujuria, pues o bien se va a los lugares de mala reputación o se tantea el terreno para poder hacerlo con aquel muchacho o muchacha que te gusta y además sin pagar. De tal manera que la persona cree que sus necesidades quedan satisfechas, recurriendo a ellas una y mil veces cuando sus efectos finalizan.  Y entrando en esta dinámica perversa y corrosiva generada por Satanás, se cae en la desesperación, ya que por mucho que uno intente llenar de agua un cesto de mimbre, nunca lo conseguirá. Pero mientras tanto Satanás va ganando tiempo, engañando a las personas, creando confusión, deformando conciencias  y adoctrinarlas en su particular escuela de perdición.
            San Pablo nos exhorta a vivir con la dignidad de cristianos. Sabemos que es demasiado de tentador lo que Satanás nos ofrece en el mundo. Cristo no quiere que quedemos apresados en las telas de araña del Maligno, sino que desea que nosotros seamos parte de ese pueblo que Él mismo está congregando. Ese esposo que está tanto tiempo en su oficina con tantas compañeras y secretarias como no tenga puesta su esperanza en Cristo correrá el riesgo elevado de cargarse su propio matrimonio. Esa mujer trabajadora que se esfuerza en ascender en su trabajo o en mantenerlo, como no tenga a Cristo en el centro de su ser, puede llegar a hacer uso o de propuestas indecentes de los jefes encargados o de mecanismos ilícitos para conseguirlo. Por eso es tan importante acoger de Dios ese espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo, así como que Dios nos ilumine los ojos del corazón para que comprendamos la esperanza, el poder y la herencia que da a aquellos que le aman.
            Sin embargo no olvidemos que la fuerza no la generamos nosotros, sino que viene de lo alto.  Nos dice Jesucristo: «Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Reza el salmo 91:
«¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta». 
Si nos revestimos de la fuerza que viene de lo alto iremos creciendo espiritualmente de tal modo que eso quedará reflejado en nosotros para beneficio de nuestros hermanos para afrontar el desafío de la evangelización, en palabras del Salmo 91:
«El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso».

            Nosotros hemos sido bautizados con agua y con el Espíritu Santo.  Descubrir la grandeza de la vida sobrenatural  supone cerrar puertas y ventanas a planteamientos mundanos por considerarlos basura y  pérdida de tiempo, y abrir de par en par otras puertas a la fuerza de Dios,  ya que Él es el único que puede saciar de sed nuestros corazones inquietos e  insatisfechos.