sábado, 19 de octubre de 2013

Homilía del domingo XXIX del tiempo ordinario,ciclo c



DOMINGO XXIX DELTIEMPO ORDINARIO, ciclo c
LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 17, 8-13; SALMO 120;
 LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO 3,14- 4,2;
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 1-8
           
            ¿Cuál es el motor de nuestra actividad humana? ¿Es acaso la preocupación por obtener unos ingresos económicos en casa? ¿Es acaso el mantener un status social, una imagen, un nivel de vida determinado? Y de ser así ¿de dónde obtenemos las fuerzas? ¿Acaso de nuestro temperamento, habilidades y aptitudes? Son muchas las personas que se han adentrado en este pozo sin fondo, un pozo que por mucho que uno se empeñe, no se consigue sacar de él ni una gota de agua. De hecho, muchas veces nuestras familias o nuestras comunidades cristianas no son testimonio de Cristo porque nos creemos autosuficientes para sacar las cosas adelante, y lo que sucede es que nos hundimos cada vez más en el fango.

            Si el motor de nuestra actividad no está fundado en la relación personal con Cristo, en ese ‘tú a tú’ con el Señor estaremos perdiendo de un modo miserable todo el tiempo. Muchas de las crisis –algunas de ellas muy serias- se deben, en gran parte, a que nuestra oración es escasa, mediocre y débil. ¿Cómo voy a perdonar la herida causada por la grave ofensa que me ha ocasionado mi marido o mi esposa sino acudo a Jesucristo que es el médico de las almas? ¿Cómo me voy a reponer de esa grave ofensa y cómo voy a recuperarme sino acudo a quien tengo que acudir? ¿Cómo voy a acertar con una decisión –sea importante o no- sino lo discierno en la oración?

            Muchos cristianos no saben de la importancia de la oración. Nadie se ha preocupado de hacerles sentir y ver una relación íntima y personal con Dios. En el evangelio de hoy se nos ofrece una catequesis sobre cómo ha de ser nuestra oración: con confianza, insistente, con esperanza y creyendo siempre que Dios nos escucha atentamente. El soberbio pedirá una sola vez y al no cumplirse su petición, la abandonará, molesto. Por eso para acercarse a Dios es preciso crecer en humildad, reconociendo que lo que uno obtiene es un regalo de Dios.

            En la escena de la batalla de Moisés y Josué contra Amalec – en la primera de las lecturas- se manifiesta el poder de la oración. La imagen de Moisés en actitud de orar con los brazos extendidos hacia el cielo es todo un modelo de cómo orar. No podemos abandonar nuestra sintonía con Dios, siempre tenemos que estar disponibles para Él para que Él nos ayude en nuestros proyectos. 

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