domingo, 26 de agosto de 2012

Homilia del domingo XXI del tiempo ordinario, ciclo b

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

Hermanos, les tengo que reconocer que me siento muy identificado con muchas de las cosas que les sucedió al pueblo hebreo en su camino de fe. Dense cuenta ustedes. Dios escucha el clamor de sufrimiento del pueblo oprimido bajo el yugo del faraón de Egipto. Ante esto Dios ‘toma cartas en el asunto’ y llama a Moisés para que sea el caudillo que conduzca a su pueblo a la libertad, y como la fuerza de Dios estaba con Moisés lo consiguieron. Pasaron penurias por el desierto durante el transcurso de los cuarenta años hasta que llegaron a la tierra prometida. Durante este penoso recorrido muchos de los israelitas, en vez de estar agradecidos a Dios por el don valioso de la libertad, se ponen a murmurar, a ‘crear un mal clima’, a atacar a Moisés y a burlarse de Dios. Mucha gente buena del pueblo que esta atravesando momentos de crisis de fe por no entender lo que les estaba sucediendo fueron contaminados y perjudicados por esta mala gente ya que se dejaron llevar o les convencieron. Otros en cambio se reafirmaron en su confianza en los designios divinos. Queda muy poco para llegar a la tierra prometida y Moisés fallece. Toma el relevo Josué y al llegar a la tierra prometida y lo primero que hace es congregar al pueblo y les pone ‘las cartas sobre la mesa’, y con toda la claridad les dice: «Si no os parece bien servir al Señor escoged a quien servir: a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis». En otras palabras, Josué está poniendo al pueblo en esta tesitura: Hemos estado soportando como si fuese pedruscos enormes el comportamiento lamentable de muchos de los que durante cuarenta años hemos caminado de la esclavitud a la libertad. Y les dice Josué, ahora haced lo que os dé la gana, cada cual es responsable de sus acciones. Y por eso Josué da testimonio públicamente de lo que está dispuesto hacer y les dice con toda la claridad: «Yo y mi casa serviremos al Señor». Josué plantea al pueblo que ya es hora de hacer una opción clara por seguir a Dios.

Jesucristo en el Evangelio de hoy nos lo encontramos un poco preocupado. Muchos discípulos abandonan a Jesús porque su mensaje es exigente. Hay gente que ya hace una opción clara por abandonar a Jesús. Cristo defiende su doctrina frente al relativismo. Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida… y lo que era malo antes lo sigue siendo ahora; y lo que era bueno antes lo sigue siendo ahora. Una cosa no es buena porque esté permitida o el que legisle lo diga, sino que es buena porque en sí misma es buena. Por ejemplo: La pena de muerte está permitida y legal en determinados estados de los Estados Unidos y no es aceptable moralmente. El aborto es legal pero es claramente inmoral y totalmente inaceptable.

Y ante esta confusión reinante generada por la exigencia del mensaje de Jesucristo se produce la gran estampida de personal. Es entonces cuando Jesús hace la famosa pregunta a sus apóstoles: «¿También vosotros queréis marcharos?»

Y en medio de esa gran deserción hubo una persona que se fió de las duras palabras de Jesús y supo tener la lucidez de optar por fiarse de Él: “¡Señor!, ¿a quien iremos? `¡Tú tienes Palabras de vida eterna!”

Homilía del domingo XX del tiempo ordinario ciclo b

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo b

19 de agosto de 2012

Hermanos, resulta extremadamente complicado elaborar una homilía cuando uno es conciente de la realidad espiritual del pueblo y de la grave responsabilidad que recae sobre mis hombros. Uno se pone ante la presencia del Espíritu Santo y le ruega diciéndole: ¡ayúdame para que mis palabras sean oportunas, constructivas y así que mis feligreses te vayan conociendo más a ti, Dios creador de todo!

Sin embargo algo genera serenidad dentro de cualquier presbítero al constatar que nunca ha sido sencillo ser cristiano. Ustedes han escuchado, como yo, la carta que el apóstol san Pablo. Y San Pablo nos está diciendo una cosa bien clara, ‘no se va por las ramas’: «Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos». Todos aquellos que anunciamos a Cristo intentamos dar una serie de consejos prácticos que ayuden para conducta cristiana.

Si yo fuese agricultor les hablaría de cómo arar la tierra, regar, descantar el terreno o anécdotas del mundo agropecuario. Pero yo soy presbítero y tengo un cometido dado por Dios: conducir este rebaño que me ha encomendado por las sendas de la santidad. Debemos de tratar de descubrir en cada momento cuál es la voluntad de Dios y tratar de seguirla. Pero ¿cómo vamos a seguir la voluntad de Dios si previamente no hay un proceso serio de conversión? Un ejemplo: Si yo quiero renovar el mobiliario de una casa primero tengo que retirar los muebles viejos para poder amueblar con otros mejores. Si nosotros somos templo de Dios debemos de desechar todo aquello que ocupa espacio en nuestra vida y nos está alejando de Él. Pero para iniciar ese proceso de conversión uno debe de hacer una opción seria y firme por Cristo. Y cuando uno hace una opción seria y firme por Cristo rompe con todo aquello que genere oscuridad en su alma. Dice San Pablo: «No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu». Dicho con otras palabras: La caldera de calefacción de nuestra alma no ha de ser alimentada de multitudes de pecados, ya sean unos más grandes o enanos; sino que ha esta caldera ha de estar avivada por la gracia que se obtiene del sacramento del perdón, de la celebración de la Eucaristía, de la oración íntima con Cristo y del amor fraterno. Por eso dice San Pablo: «Fijaos bien cómo andáis». A los niños pequeños se les tiene que decir: ‘no pises los charcos’, ‘no me metas por el barro’, ‘no cojas eso del suelo que es caca’… pues lo mismo nos dice el apóstol a nosotros, pero ya diciéndonos cosas más serias y de mayor trascendencia.

Y el Señor, como quiere que nos salvemos y desea acompañarnos, se ha quedado bajo las especies del pan y del vino. Y Jesucristo desea una relación tan personal con cada uno de los presentes que se nos da en alimento para que Él, desde dentro de nuestro ser, nos vaya, poco a poco, transformando.

lunes, 13 de agosto de 2012

La Asunción de la Virgen a los Cielos 2012

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN A LOS CIELOS 2012
Hermanos todos en Cristo.
En este día entrañable de la Asunción a los cielos de Nuestra Santísima Madre les invito a clavar nuestras miradas en su santa imagen. Cuando una persona se encuentra cerca de una persona de buen corazón desea como si esa bondad se le contagiase también a él…pues nosotros estando cerca de la Virgen deseamos que sus motivaciones sean también las nuestras, que su modo de actuar sea también el nuestro y su manera de amar a Dios sea también nuestro.
Si nos acercamos a la Palabra de Dios y nos adentramos en el papel que tuvo la Santísima Virgen en la historia de la salvación nos daremos enseguida cuenta de que Ella, la Santísima Virgen hizo todo por amor a Dios. La motivación en sus actuaciones, la razón de su actuar era ‘hacer todo por amor a Dios’. María de Nazaret, como buena judía que era, escuchaba con toda su atención la Palabra de Dios. No la oía únicamente, sino que toda su alma estaba predispuesta para escucharla, acogerla y meditarla. Ella cultivaba su fe con gran dedicación y delicadeza para afinar el oído y así ir conociendo mas y mejor a Dios y a su santísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Al ir haciendo esto la Santísima Virgen, fue descubriendo cómo Dios habla en las cosas sencillas y cotidianas. Caía en la cuenta cómo Dios guarda silencio ante las personas soberbias que buscan el aparentar y figurar y cuyas motivaciones están muy lejos de la vida de gracia que Dios quiere de ellas.
Clavar nuestros ojos ante la imagen de nuestra Santísima Madre es una plegaria para mostrar a Dios nuestro deseo de vivir las 24 horas del día ante su soberana y divina presencia. Cuando uno se encamina hacia lo que el Señor quiere de nosotros enseguida se percata que uno tiene que hacer una parada obligatoria: El confesionario.
La Virgen, discípula perfecta de Cristo y modelo de entrega a Dios conoce la disposición interna de nuestras almas. Y como gran Madre que es tiene una psicología especial para darse cuenta de la interna capacidad para hacer las cosas por amor al Creador. Un nadador olímpico no está allí porque sí. Todos los días ha tenido que sacrificarse para entrenar, y todo ha ido orientado para exprimir todas las capacidades para competir en la piscina olímpica. El sacrificio diario y el entrenamiento cotidiano le ha ido capacitando y fortaleciendo sus músculos para rendir al 100% en la competición. Lo mismo nos ocurre en la vida cristiana. Cuando alguien dice ‘todo lo hago por amor a la Virgen’ o ‘todo lo hago por amor a Dios’ y luego en su vida cristiana o como ciudadano se comporta movido por soberbia, por ira, por odio o por cualquier otro pecado… lejos de amar a Dios o a la Virgen está perjudicando seriamente por su mala conducta y peor testimonio. La Virgen desea corazones ardientes que vayan esforzándose más y más en el seguimiento de su Hijo, porque en la vida cristiana si no se avanza se retrocede.
Sabemos que no podemos buscar recompensas en esta vida; que lo nuestro no es atesorar riquezas en esta tierra ni tampoco alabanzas ni aplausos. Que no nos buscamos a nosotros mismos, que no debemos hacer las cosas para que la gente nos pase la mano ni nos den palmitas por la espalda. Hermanos nosotros nos movemos en otras categorías distintas. El Espíritu del Señor conduce el corazón de sus fieles por los caminos del esfuerzo, del sacrificio y de la muerte del hombre viejo. Recuerden ustedes la palabras de Jesucristo: «Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran» (Mt 7, 13-14).
Ustedes conocen el mandamiento primero de la ley de Dios: ‘Amarás a Dios sobre todas las cosas’. Y el amor no es algo estático, sino dinámico, necesita constantemente regenerarse y reflorecer. Basta con observar a algunos matrimonios que han convertido la rutina y el alejamiento entre ellos en una constante en la convivencia. Ese amor es como el agua estancada que tiende a olor a putrefacto y dicho amor amenaza con la quiebra y debe de ser rescatado por Cristo médico de las almas y de los cuerpos. Basta con escuchar determinados comentarios que se dan por el pueblo, o escuchar expresiones de determinadas personas para darse cuenta que necesitamos ser rescatados, no económicamente, sino rescatados espiritualmente. Por eso, si nosotros dejamos que la Virgen María se acerque a nuestros oídos y nos susurre nos dirá las mismas palabras que pronunció en Caná de Galilea: «Haced lo que Él os diga», ¡haced lo que mi Hijo os indique!, ¡obedeced a mi Hijo!. Y en la medida en que hagamos caso a la Santísima Virgen María iremos comprendiendo la gran riqueza espiritual que podemos adquirir si hacemos todo por amor a Dios.