sábado, 3 de noviembre de 2007

Jesús puede ver el corazón de los hombres.

Zaqueo era un hombre rico, jefe de los cobradores de impuestos. Se trata de de un personaje real que busca encontrarse con alguien que llene su vacío existencial. Ha oído hablar de Jesús, quiere verle en persona y no vacila en subirse a una higuera porque era bajo de estatura. Podemos suponer el ridículo que supondría para un personaje público el subirse a un árbol. Los publicanos y Zaqueo era uno de ellos, se habían enriquecido a costa del pueblo oprimido por los impuestos romanos, de los cuales eran recaudadores. A los ojos del pueblo eran ladrones y al mismo tiempo traidores. Sin duda, eran personajes odiados por todos, pecadores públicos. La gente le impedía ver a Jesús, en venganza por la injusticia en la que Zaqueo colaboraba. El subirse a lo alto de una higuera refleja el primer proceso de la conversión, es similar al "se puso en camino" del hijo pródigo. Para salir del fango hay que querer salir y hacer algo, sea dar un paso o subirse a un árbol.

Jesús puede ver el corazón de los hombres. Probablemente vio en el de Zaqueo un deseo de acercarse a Dios y hasta una intención de arrepentirse y cambiar su vida. Quizás es por esto que Jesús se fija en Zaqueo, lo reconoce y lo llama de entre aquella inmensa multitud, para darle la buena nueva de que cenará con él. Me imagino lo que pudo impresionar a Zaqueo la mirada de Jesús. Le miró con cariño, como un padre o una madre miran a su hijo rebelde. Así es Dios con nosotros, clemente, misericordioso, rico en piedad, bueno con todos, cariñoso con todas sus criaturas. Dios reprende con amor, poco a poco, dando a cada uno su tiempo para que se corrija y vuelva al buen camino.

¡Cuánto bien haría la mirada de Jesús en Zaqueo! Se sintió por primera vez en su vida amado de verdad. Y no sólo eso, Jesús le pide hospedarse en su casa. Zaqueo se sintió honrado, pero los "perfectos" criticaban que quisiera hospedarse en casa de un pecador.

La alegría de Zaqueo fue inmensa al conocer el amor de Jesús. Promete darles la mitad de todos sus bienes a los pobres. Afirma que si le ha robado a alguien, le devolverá cuatro veces más. Zaqueo ha encontrado "la perla de gran precio", y para poseerla, está dispuesto a renunciar a sus bienes materiales. ¿Qué pasó en el corazón de Zaqueo para que se produjera en él un cambio tan radical que estuviera dispuesto a dar la mitad de sus bienes a los necesitados? Pues, simplemente que le inundó el amor misericordioso de Jesús. Todos podemos reorientar nuestra vida. Quizá necesitamos un toque de atención, la cercanía de una mano amiga, un impacto especial o una experiencia trascendente. Una mirada de amor auténtico es la que puede cambiar al pecador. Hace más una gota de miel que un barril de vinagre para atraer al que esta perdido.

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