sábado, 31 de diciembre de 2022

Solemnidad Santa María, Madre de Dios, 2023 Ciclo A


Santa María, Madre de Dios, Solemnidad

1 de enero de 2023

            El primer día del año se abre con un deseo de buenas noticias. Y esta buena noticia que nos anuncia el evangelista Lucas es que todos aquellos que la religión consideraba más lejos de Dios, en realidad para Jesús son los que más cercanos están.  En el evangelio de hoy [Lc 2, 16-21] nos cuenta que «los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre». Los pastores eran considerados como personas impuras, apartadas por su actividad, eran considerados como marginados, excluidos como pecadores porque vivían de una manera fuera de la ley; su tarea de cuidar al rebaño les impedía asistir a los servicios del Templo, de la sinagoga. También se creía que cuando el Mesías llegara los tendría que castigar. Pero cuando el ángel del Señor entró en contacto con los pastores y les dijo «no temáis, yo os anuncio una gran alegría, que lo será también para todo el pueblo: os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador» [Lc 2, 10-11]. Es decir, que cuando se presenta el ángel a los pastores no les incinera en su ira, ni los destruye, ni les pasa por la espada, sino que los envuelve con su luz, es decir, con su amor. El evangelista niega la doctrina tradicional que premia el bien y que castiga el mal. Cuando Dios se encuentra con los pecadores, no les reprocha nada, no los castiga, sino que los envuelve con su amor.

            Nos sigue contando el evangelista que fueron corriendo hacia Belén y que al verlo, contaron lo que el ángel les había dicho de aquel niño. Ellos fueron sin demora y les encontraron en aquel pesebre. El Hijo de Dios que les había sido anunciado no había nacido en el Templo ni en un lugar digno, sino que nació en un lugar desapercibido, oculto. Y los pastores después de haberlo visto dieron testimonio de lo que les habían dicho del niño. El anuncio del ángel era que les había nacido el Salvador, no el justiciero ni el verdugo.

Es significativo que toda la gente que oía este testimonio anunciado por parte de los pastores «se admiraban», pero no hay ninguna reacción de alegría por parte de la gente. Ante esta noticia la gente del pueblo no se alegra, es algo que desconcierta sobremanera. ¿Por qué? Porque en la doctrina tradicional esos pastores tendrían que haber sido castigados por ese ángel y esto escandalizó a la gente del pueblo que se consideraba fiel a la Ley de Moisés. Lo que el ángel les está anunciando a los pastores es el escándalo de la misericordia de Dios: que Dios te quiere infinitamente con ternura, y ese es el hilo conductor de todo el evangelio de Lucas.

María, por su parte, gozaba por esa novedad porque descubrió que Dios es misericordioso, que ama a sus hijos; y ella, por su parte «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón», buscando el verdadero sentido de las cosas en su corazón. María también está desconcertada por esta novedad porque no corresponde con lo que ella siempre ha enseñado en la religión judía, pero ella no lo rechaza, se alegra por ellos. María es grande, no sólo porque ha dado a luz al Hijo de Dios, sino por tener el coraje de seguirlo y volverse su discípula, “discípula predilecta de Cristo”.

Nos dice el evangelista que «los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído». Hacen lo mismo que los ángeles, glorificar a Dios. Y glorificar a Dios es un privilegio de los ángeles y eso mismo hacían los pastores. Esta gente que era apartada y marginada estaban haciendo lo mismo que los ángeles de Dios en el cielo. Una vez que han experimentado el amor de Dios, son los que más cerca están de Dios. Pero este plan divino se encuentra con la resistencia de los hombres, la novedad traída por Jesús no será acogida por muchos.

El evangelista nos cuenta que cuando se cumplieron los ocho días prescitos para la circuncisión le hacen miembro del pueblo de Israel e hijo de Abrahán, pero ese niño había sido anunciado por el arcángel San Gabriel como Hijo del Altísimo. Hay una lucha interna entre el espíritu de la tradición hebrea y con la novedad que está irrumpiendo con Cristo, y esta novedad sale triunfante y queda plasmada cuando le pusieron el nombre de Jesús, «como lo había llamado el ángel antes de su concepción». Y el propio Jesús sabe, y así lo hará durante toda su vida, obedeciendo y escuchando a aquel que es su padre, Dios. 


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