Domingo de la Santísima Trinidad
12
de junio de 2021, Ciclo C
Hoy celebramos a la Santísima
Trinidad, que es el misterio de Dios, y el hombre tiene una cierta capacidad de
conocer a Dios. Podemos deducir, a través de las obras, de las criaturas de las
que estamos rodeados, la existencia de un creador. El hombre tiene una
capacidad natural de conocer a Dios. Pero una cosa es conocer la existencia de
un ser supremo, infinito, fuente de la creación y origen del mundo; y otra cosa
distinta es conocerle en su interioridad, conocerle en su intimidad, el ¿cómo
es Dios? Y claro está, el definir el cómo es Dios supera nuestra capacidad
natural de conocimiento de Dios, y requiere de la misericordia de Dios el
revelarse, y esto es la revelación.
En la revelación hemos conocido que
Dios es el amante, al amado y el amor. Dios Padre el amante; Dios Hijo el amado
y Dios Espíritu Santo el amor. Y además, afirmamos que hemos sido creados a su
imagen y semejanza; por eso nos importa mucho conocer cómo es Dios, conocer su
intimidad, pues dado que hemos sido creados a su imagen y semejanza,
difícilmente nos entenderemos a nosotros mismos sin conocer a Dios. Es como una
persona que no ha podido conocer a sus padres y quisiera poder conocerlos,
porque se da cuenta de que si no ha conocido a sus padres, él no llega a
conocerse a sí mismo; su propia personalidad permanece oculta porque si no
conozco a mis progenitores, yo mismo no termino de entenderme. Porque de
nuestros padres hemos recibido una gran heredad espiritual, no sólo un parecido
físico. Por eso aplicando este ejemplo a lo que es nuestra relación con Dios,
nosotros queremos conocer a nuestro Padre que es Dios, el cual nos ha hecho a
su imagen y semejanza. Y si no le conocemos, nosotros no terminaremos de
conocernos porque Él ha puesto su sello en nosotros.
Y ese sello que Dios ha puesto en nosotros tiene una
característica muy especial, porque Dios no es un ser solitario, ni un ser
aislado ni individual. Dios es un ser comunitario, es Padre, es Hijo y es
Espíritu Santo: es comunión de amor. Y esto que pertenece a la esencia de Dios
está marcado, como un sello, en nosotros. El hombre tiene una vocación a la
comunión de amor. Y es paradójico observar que en la medida que en nuestra
cultura se ha secularizado, precisamente una de las consecuencias de esa
secularización ha sido el perder ese sentido comunitario que tenemos. El hombre
secularizado se ha aislado y vive mucho más aislado que el hombre religioso.
Más aislado de la propia familia, es una familia menos extensa, es más nuclear,
tiene menos relaciones familiares; más aislado de la propia Iglesia, el hombre
tiene una religiosidad en la que la vida de Iglesia no le identifica; más
aislado de la sociedad, donde las relaciones sociales son mínimas y cada uno
vive aislado en pequeña burbuja. El hombre secularizado tiende a aislarse
porque al alejarse de Dios va perdiendo la huella que Dios ha inscrito en
nosotros a vivir en comunión, a ser imagen y semejanza del Dios que es
comunión. Vivir menos en familia, vivir menos en Iglesia, vivir menos en
sociedad es fruto de la secularización. Dios no ha querido que seamos
autosuficientes, no nos ha hecho autosuficientes; nos ha hecho seres en
comunión, con una misteriosa relación entre nosotros, muy superior a la que
podemos percibir visualmente.
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