sábado, 15 de enero de 2022

El Bautismo del Señor Jesús en el Río Jordán

 9 de enero de 2022

Bautismo del Señor

            Hoy día del bautismo de Jesús en el río Jordán es una buena ocasión para que cada uno de nosotros nos preguntemos sobre cómo va nuestro bautismo. Alguno puede pensar que el bautismo es algo que ya pasó, que fue algo que ya me dieron… pero esto no es cierto. El bautismo no es algo que ya pasó. El bautismo son tres semillas que sembraron dentro de mí, cuando a mí me bautizaron. Son tres semillas que a mi familia, que a mis padres, la Iglesia las pidió que las cuidasen, que las regasen, que abonasen la tierra y así, poco a poco fueran creciendo. Luego esas tres semillas, a estas alturas, a la mayoría de nosotros ya no son semillas, ya son una plantas que han ido poco a poco creciendo. Para algunos esas semillas ya serán árboles robustos, para otros serán unas plantas muy incipientes. Pero son tres semillas las que plantaron en nosotros que son la fe, la esperanza y la caridad. Y viendo cómo van esas tres semillas, cada uno puede examinar cómo va el bautismo que un día me dieron.

            La primera semilla es el de la Fe. El ambiente cultural de nuestra tierra, de nuestra España, de nuestra Europa es un ambiente que tiene una profunda crisis de fe. Sobre todo porque esta cultura está sufriendo el mal del relativismo, la negación de que exista ninguna verdad. Cada uno tiene su verdad a su medida. Occidente está enfermo porque no tiene fe y porque piensa que la única verdad es el dinero, y esto es una gran enfermedad. Pensar que no hay valores por los que merezcan la pena entregar la vida. Por lo que el primer mensaje que os tengo que dar es: ¡Manteneros firmes en la fe! Que no flaquee nuestra fe. La fe es como un testigo que nos entregan que tenemos que asir con fuerza en nuestra mano, correr la carrera de nuestra vida y trasmitirla en nuestra vida. Todos hemos visto las carreras de relevos en las Olimpiadas, en la que no es únicamente importante correr mucho, garra quien más corre habiendo cogido el testigo. Si el testigo se te cae al suelo no vale nada tu carrera. Lo importante es coger el testigo, correr la carrera de tu vida y transmitirlo a la siguiente generación. La fe la recibimos, como dice San Pablo «he recibido una tradición que yo os trasmito a vosotros». La madre Teresa de Calcuta dijo una vez «yo valoro y aprecio todas las religiones, pero estoy enamorada de la mía». Busquemos la verdad que nosotros la reconocemos en Jesucristo. Y en medio de este relativismo, vayamos como los marineros que en medio de la oscuridad buscan la luz. Como aquellos Magos de Oriente que siguieron la estrella de la fe.

            La segunda semilla es el de la Esperanza. También esta cultura nuestra tiene un problema de esperanza muy serio y se nota en muchas cosas. Se nota en la bajísima natalidad. Una sociedad que no tiene hijos es una sociedad que no tiene esperanza. Y no es problema de riqueza, porque las clases sociales más ricas tienen menos hijos en Europa. En la primera audiencia del año 2022 del Papa Francisco nos ha dado una frase muy impactante: «muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen solamente uno porque no quieren otros, pero tienen dos perros o dos gatos, que ocupan el lugar de los hijos», y sigue añadiendo «esto nos quita humanidad». Si no nos abrimos a la vida es porque no tenemos confianza en el futuro. Hay más signos también de que falta la esperanza, por ejemplo la tristeza, hay mucha amargura. Hay un clima donde todo el mundo se queja de todo, uno se queja de su destino, se queja de la vida, se queja de todo el mundo. Es una falta de esperanza muy patente. Un signo de que hay esperanza es la alegría, es la confianza en la vida: Yo confío en la vida porque confío en Dios. Y confío en los demás porque confío en Dios. Por eso la segunda llamada que os hago es ‘cuidad la esperanza’, ‘¿cómo va esa confianza en Dios que tenemos los bautizados?’

            Y en tercer lugar, la tercera semilla que se plantó en el bautismo es el de la Caridad. Y la caridad crece dándola. Si tú te la guardas, la pierdes. Si la compartes, crece. Recuerdo que cuando éramos pequeños había un acertijo que decía: ¿qué cosa es que cuando lo compartes crece?, y el acertijo tenía como resultado el fuego. Si el fuego lo compartes, el fuego crece. También pasa eso con la caridad. La caridad solo crece si la compartes, si la guardas se apaga. Es como el fuego. Estamos llamados a ejercitar la caridad entre nosotros, superando el gran enemigo de la caridad que es el egoísmo, el pensar solamente en nosotros mismos, sabiendo que nuestra felicidad la realizamos haciendo felices a los demás. Este es el secreto del Evangelio: Es feliz el que se olvida de sí mismo; es feliz el que persigue hacer felices a los demás. El que no hace de su ‘yo’ el centro del mundo. Recuerdo que cuando era pequeño se puso de moda el juguete del yoyó. El ‘yoyó’ es ese juego que baja y sube girando y es ‘yo y yo y yo’, ‘y vuelve y vuelve y vuelve’. Y me acuerdo una vez que el párroco de mi pueblo, en la misa de niños, llevó un yoyó a la misa y nos dijo ‘aquí hay muchos que son como un yoyó’. No dijo eso y nos quedó a todos asombrados. Nos dijo ‘aquí hay muchos que son como un yoyó, siempre pensando en sí mismos, en yo, en lo mío, lo mío’…y nos dijo que ‘no vamos a ser felices mientras no juguemos al ‘tu tú’, en vez del ‘yoyó’. Es así las cosas, uno tiene que cambiar el chip. No somos felices si nos buscamos a nosotros mismos. La tercera semilla de la caridad consiste en esto: la gracia de olvidarnos de nosotros mismos y ser felices haciendo felices a los demás. Y esto lo vemos en todos los lados; lo vemos en la familia, la familia es feliz cuando los unos piensan en los otros, porque de otro modo es un tormento. Cuando la familia discute ‘esto te toca a ti’, ‘esto no me lo has hecho’…. es un tormento. Lo normal no suele ser el que discutamos en casa por querer pasar la aspiradora o hacer la colada o fregar. No solemos discutir por conseguir quitar al otro una labor doméstica para hacerla uno, no suele ser lo más normal. Ahora bien, si se discute por que uno quiere fregar y el otro no le deja…. ¡dejad que discutan porque eso va bien! El principio de la caridad es que yo soy feliz haciendo felices a los demás, olvidándome de mi mismo. Porque amando al otro estoy amando a Dios.

            Hoy que es el bautismo de Jesús recordemos nuestro propio bautismo y preguntarnos cada uno ¿yo que he hecho de mi bautismo? ¿Cómo van creciendo en mí cada una de esas tres semillas?

           

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