9 de enero de 2022
Bautismo del
Señor
Hoy
día del bautismo de Jesús en el río Jordán es una buena ocasión para que cada
uno de nosotros nos preguntemos sobre cómo va nuestro bautismo. Alguno puede
pensar que el bautismo es algo que ya pasó, que fue algo que ya me dieron… pero
esto no es cierto. El bautismo no es algo que ya pasó. El bautismo son tres
semillas que sembraron dentro de mí, cuando a mí me bautizaron. Son tres
semillas que a mi familia, que a mis padres, la Iglesia las pidió que las
cuidasen, que las regasen, que abonasen la tierra y así, poco a poco fueran
creciendo. Luego esas tres semillas, a estas alturas, a la mayoría de nosotros
ya no son semillas, ya son una plantas que han ido poco a poco creciendo. Para
algunos esas semillas ya serán árboles robustos, para otros serán unas plantas
muy incipientes. Pero son tres semillas las que plantaron en nosotros que son la fe, la esperanza y la caridad. Y
viendo cómo van esas tres semillas, cada uno puede examinar cómo va el bautismo
que un día me dieron.
La primera semilla es el de la Fe.
El ambiente cultural de nuestra tierra, de nuestra España, de nuestra Europa es
un ambiente que tiene una profunda crisis de fe. Sobre todo porque esta cultura
está sufriendo el mal del relativismo, la negación de que exista ninguna verdad.
Cada uno tiene su verdad a su medida. Occidente está enfermo porque no tiene fe
y porque piensa que la única verdad es el dinero, y esto es una gran
enfermedad. Pensar que no hay valores por los que merezcan la pena entregar la
vida. Por lo que el primer mensaje que os tengo que dar es: ¡Manteneros firmes
en la fe! Que no flaquee nuestra fe. La fe es como un testigo que nos entregan
que tenemos que asir con fuerza en nuestra mano, correr la carrera de nuestra
vida y trasmitirla en nuestra vida. Todos hemos visto las carreras de relevos
en las Olimpiadas, en la que no es únicamente importante correr mucho, garra
quien más corre habiendo cogido el testigo. Si el testigo se te cae al suelo no
vale nada tu carrera. Lo importante es coger el testigo, correr la carrera de tu
vida y transmitirlo a la siguiente generación. La fe la recibimos, como dice
San Pablo «he recibido una tradición que yo os
trasmito a vosotros». La madre Teresa de Calcuta dijo una vez «yo valoro y
aprecio todas las religiones, pero estoy enamorada de la mía». Busquemos la
verdad que nosotros la reconocemos en Jesucristo. Y en medio de este
relativismo, vayamos como los marineros que en medio de la oscuridad buscan la
luz. Como aquellos Magos de Oriente que siguieron la estrella de la fe.
La segunda semilla es el de la Esperanza.
También esta cultura nuestra tiene un problema de esperanza muy serio y se nota
en muchas cosas. Se nota en la bajísima natalidad. Una sociedad que no tiene
hijos es una sociedad que no tiene esperanza. Y no es problema de riqueza,
porque las clases sociales más ricas tienen menos hijos en Europa. En la
primera audiencia del año 2022 del Papa Francisco nos ha dado una frase muy
impactante: «muchas
parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen solamente uno porque no
quieren otros, pero tienen dos perros o dos gatos, que ocupan el lugar de los
hijos»,
y sigue añadiendo «esto
nos quita humanidad».
Si no nos abrimos a la vida es porque no tenemos confianza en el futuro. Hay
más signos también de que falta la esperanza, por ejemplo la tristeza, hay
mucha amargura. Hay un clima donde todo el mundo se queja de todo, uno se queja
de su destino, se queja de la vida, se queja de todo el mundo. Es una falta de
esperanza muy patente. Un signo de que hay esperanza es la alegría, es la
confianza en la vida: Yo confío en la vida porque confío en Dios. Y confío en
los demás porque confío en Dios. Por eso la segunda llamada que os hago es
‘cuidad la esperanza’, ‘¿cómo va esa confianza en Dios que tenemos los
bautizados?’
Y en tercer lugar, la tercera semilla que se
plantó en el bautismo es el de la Caridad. Y la caridad crece
dándola. Si tú te la guardas, la pierdes. Si la compartes, crece. Recuerdo que
cuando éramos pequeños había un acertijo que decía: ¿qué cosa es que cuando lo
compartes crece?, y el acertijo tenía como resultado el fuego. Si el fuego lo
compartes, el fuego crece. También pasa eso con la caridad. La caridad solo
crece si la compartes, si la guardas se apaga. Es como el fuego. Estamos
llamados a ejercitar la caridad entre nosotros, superando el gran enemigo de la
caridad que es el egoísmo, el pensar solamente en nosotros mismos, sabiendo que
nuestra felicidad la realizamos haciendo felices a los demás. Este es el
secreto del Evangelio: Es feliz el que se olvida de sí mismo; es feliz el que
persigue hacer felices a los demás. El que no hace de su ‘yo’ el centro del
mundo. Recuerdo que cuando era pequeño se puso de moda el juguete del yoyó. El
‘yoyó’ es ese juego que baja y sube girando y es ‘yo y yo y yo’, ‘y vuelve y
vuelve y vuelve’. Y me acuerdo una vez que el párroco de mi pueblo, en la misa
de niños, llevó un yoyó a la misa y nos dijo ‘aquí hay muchos que son como un
yoyó’. No dijo eso y nos quedó a todos asombrados. Nos dijo ‘aquí hay muchos
que son como un yoyó, siempre pensando en sí mismos, en yo, en lo mío, lo
mío’…y nos dijo que ‘no vamos a ser felices mientras no juguemos al ‘tu tú’, en
vez del ‘yoyó’. Es así las cosas, uno tiene que cambiar el chip. No somos
felices si nos buscamos a nosotros mismos. La tercera semilla de la caridad
consiste en esto: la gracia de olvidarnos de nosotros mismos y ser felices
haciendo felices a los demás. Y esto lo vemos en todos los lados; lo vemos en
la familia, la familia es feliz cuando los unos piensan en los otros, porque de
otro modo es un tormento. Cuando la familia discute ‘esto te toca a ti’, ‘esto
no me lo has hecho’…. es un tormento. Lo normal no suele ser el que discutamos
en casa por querer pasar la aspiradora o hacer la colada o fregar. No solemos
discutir por conseguir quitar al otro una labor doméstica para hacerla uno, no
suele ser lo más normal. Ahora bien, si se discute por que uno quiere fregar y
el otro no le deja…. ¡dejad que discutan porque eso va bien! El principio de la
caridad es que yo soy feliz haciendo felices a los demás, olvidándome de mi
mismo. Porque amando al otro estoy amando a Dios.
Hoy que es el bautismo de Jesús
recordemos nuestro propio bautismo y preguntarnos cada uno ¿yo que he hecho de
mi bautismo? ¿Cómo van creciendo en mí cada una de esas tres semillas?
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