Homilía del Quinto Domingo del Tiempo Pascual, Ciclo A
La Palabra de Dios de hoy tiene más
actualidad en tu vida de lo que te puedas llegar a pensar. Voy a daros una palabra de parte de Dios.
Vamos a ver hermanos, ¿qué ha
sucedido hoy en la Comunidad cristiana para que se tiren los trastos a la
cabeza? Nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que «los discípulos de lengua griega se quejaron contra los
de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas» [Hch 6, 1-7]. O sea que tienen problemas, en la
comunidad cristiana se generan conflictos. ¿Dónde ha quedado la comunidad
idílica, donde todos vendían sus posesiones y las ponían al servicio de los
apóstoles, donde nadie tenía nada como suyo propio?
Es cierto que “el roce hace el cariño”, pero también
se generan chispas, chispitas y chispazos. Es importante que en la comunidad
haya chispas, chispitas y chispazos porque
es síntoma de que la Comunidad está viva. Al principio la gente no se
conoce, y todos parecemos muy buenos y santos y da la impresión, de que incluso
alguno, se encuentre como levitando metro y medio del suelo. Pero el tiempo
pasa y nos vamos conociendo, y resulta que descubro las manías de un hermano de
la comunidad que me sacan de quicio. O el otro que cuando hay que colaborar
para aportar para algo es “más agarrado que un chotis”. Y no digamos nada si
encima sabemos que tal o cual persona se lleva a matar con su familia y aparece
en la iglesia como el santurrón o santurrona que “nunca hubiera roto un plato”.
Y empiezan a surgir las críticas y murmuraciones en el corazón. Si os dais
cuanta el Demonio quiere llevarnos a su
terreno, a la división, al enfrentamiento, a que anidemos el odio en
nuestro corazón.
Sin embargo no nos asustemos porque el conflicto es algo lógico, algo normal dentro
de la Comunidad Cristiana. Y cuando digo Comunidad Cristiana estoy
diciendo también en nuestros hogares e Iglesias domésticas.
Los Doce
Apóstoles se dieron cuenta de cómo al iluminar esa situación tensa con la luz
de la fe les había llevado a descubrir un regalo valiosísimo para la Comunidad
Cristiana. Al contar con Cristo en la resolución de ese conflicto pudieron descubrir una solución que va a enriquecer a
toda la Comunidad Cristiana el orden del diaconado, para configurarse
con Cristo servidor. Y ahí tenemos a Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón,
Parmenas y Nicolás. Y el Señor bendice a la Comunidad Cristiana con una mejor
acogida de la Palabra de Dios y multiplicándose el número de discípulos.
El conflicto, las chispas, chispitas y chispazos es una oportunidad que el Señor nos brinda para
avanzar en nuestra conversión y crecer
en la Comunión. Hemos sido adquiridos por Dios para ir adquiriendo una mentalidad renovada [1
Pe 2, 4-9] y así crear nuestra propia cultura cristiana. Es importante
identificarnos con ese movimiento de Jesús. ¿Y cómo puedo yo ir adquiriendo era
mentalidad renovada? ¿Cómo me puede ir identificando con ese movimiento de
Jesús? Pues hoy Cristo nos da la clave en el Evangelio a partir de una pregunta
del Apóstol Tomás: «
¿Cómo podemos saber el camino?»
[Jn 14, 1-12]. ¿Cómo podemos ir adquiriendo esa mentalidad renovada? ¿Cómo
poder afrontar los conflictos y problemas con una visión sobrenatural? En una frase: ¿Cómo aprender a caminar como
cristiano? Y Jesucristo nos da la clave, la respuesta: «Yo soy el camino y la verdad y
la vida». Los
tres términos o facetas están perfectamente encajadas en un único engranaje, las tres cosas perfectamente integradas.
«Yo soy el Camino»;
Nos indica el camino, el comportamiento, la actitud de vida que tenemos que
tener para llegar a la casa del Padre. El camino son los mandamientos, las
bienaventuranzas, el amor al enemigo; o sea el estilo
de vida que ha sido revelado en Jesucristo.
«Yo soy la Verdad»;
Nos habla del misterio oculto de Dios que se nos ha descubierto en el Credo, el conocimiento de los dogmas de la
fe. Y la razón humana está urgida a conocerlo. Es imposible amar lo que
se desconoce.
«Yo soy la Vida»;
La vida se refiere a la experiencia de Dios que se nos ha sido comunicada a
través de la oración, a través de los sacramentos, ya que estamos llamados a tener un encuentro vital con Dios.
Y
las tres cosas se suman, la moral, los mandamientos «Yo soy el Camino»;
el Credo, la doctrina, «Yo soy la Verdad»;
y la experiencia de Dios, la oración y
lo sacramentos, «Yo
soy la Vida». Son las tres dimensiones de la vida
cristiana. Y esos tres aspectos han de estar profundamente integrados en
nuestra vida.
Y esto se aprende a vivir en la
Comunidad Cristiana, en la Iglesia, donde nos vamos gestando, vamos tomando forma como cristianos para poder nacer a la
vida sobrenatural, cuando el Señor así lo disponga.
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