HOMILÍA DEL DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO, ciclo a
Muchas realidades que vivimos o
situaciones delicadas de conflicto son oportunidades que el Señor permite para
calibrar la calidad de nuestra fe. Cuando uno cae en la cuenta de que en esto
el Señor está en medio, todo cambia. Nos dice el libro del Eclesiástico: «Si un
ser humano alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del
Señor? Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios
pecados?». Hace poco leí esta leyenda que decía: «No basta con ser
sincero, hay que ser verdadero». Si yo quiero realmente y valoro de verdad el
amor de Dios, Jesucristo me pide que ponga todas las cartas descubiertas sobre
la mesa. Y cuando lo hacemos nos damos cuenta de la tarea que tenemos por
delante, que el amor hay que trabajarlo y hay que emprender una guerra interna
contra todo aquello que me impide amar al hermano. Porque el hermano que tengo
en frente es mi espejo. Si el otro me pone enfermo de los nervios es porque
interiormente la soberbia y la ira me dominan, y se manifiestan en el exterior
con mis manifestaciones o comentarios. Cristo es la Verdad y estando más cerca
de Él sabremos cómo vivir en la verdad. Porque cuando vivamos en la verdad
sabremos ayudar incluso a aquellos que nos calumnian, nos atacan y desean
nuestro mal. Recordemos que el perdón no
tiene medida.
Si aceptamos que hemos sido
redimidos por Cristo, sabemos que le pertenecemos. Que somos soldados de Cristo
y debemos de tomar las armas de la luz para afrontar las tentaciones y
acechanzas del único enemigo que es Satanás. La muerte y la resurrección es
algo que acontece en cada uno de nosotros. Siempre que vivimos y nos desvivimos
por los demás luchando contra el egoísmo radical lo pasamos mal, porque es algo
que implica renuncia, negación de uno mismo. Pero al mismo tiempo somos luz de
Cristo para nuestros hermanos y esperanza de una vida mejor para aquellos que
estén con nosotros. No se trata de ser solidarios, aquí lo que se proclama es
una donación absoluta.
Ser solidarios para ‘llevarnos bien
y sentirnos como buenas personitas’ es muy sencillo, consiste en organizar
festivales solidarios, teatros y demás actividades para poder recaudar
dinero... o colaborar en una ONG o algo por el estilo. Es verdad que esto es lo
que realmente vende a la gente y algunos tienden a calibrar la eficacia de la
pastoral por el nivel de participación solidaria que se dé en una parroquia.
Pero no duden que apenas salten algunas chispas, al carecer de espiritualidad,
esto prende y genera un incendio sin precedentes.
Y digo que esto de ser ‘solidario’
vende porque se ve. Se puede contar el dinero recaudado para una causa justa,
se puede contar la gente involucrada en la participación y organización… hay
números y se hacen fotos, entrevistas, se redactan artículos, se saca en la
radio y televisiones locales…. O sea, vende. Sin embargo la oración silenciosa,
las horas de confesionario escuchando y reconciliando penitentes, la oración
contemplativa ante la Custodia, la lectura atenta y pausada de la Palabra de
Dios, el esfuerzo de acompañamiento diario y constante a las familias y a los
consagrados y consagradas, etc…., eso no se ve y nadie lo saca en los medios….
Y ya se sabe, lo que no sale en los medios no existe.
Lo nuestro es la donación absoluta y esto solamente se puede
hacer cuando hay una relación de amistad íntima con Cristo. Por que solamente
Él te irá dando razones del por qué e irá conquistando tu alma para vivir para
Él. Porque vivir para Dios es, de algún modo, destruir la espiral del mal.
Lecturas
del domingo XXIV del tiempo ordinario, ciclo a, 17/09/2017
-Lectura del libro del Eclesiástico 27, 33-28, 9
-Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12 R. El Señor es
compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
-Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Romanos 14, 7-9
-Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,
21-35
No hay comentarios:
Publicar un comentario