sábado, 16 de noviembre de 2019

Homilía del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C


Homilía del Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

            Hermanos, que importante es que en esta tierra juzguemos las cosas con perspectiva de eternidad. Las cosas de esta vida serán destruidas, pasarán, del mismo modo que han sido pueden dejar de ser. Aquel que se olvide que todo lo que le sucede forma parte del plan divino está bailando al borde de un volcán, cae en la desesperación.
            Si juzgamos lo que nos pasa (un enfado serio con alguien, una situación de precariedad personal, laboral, familiar, social, económica y religiosa…) con criterios de ‘bajos vuelos’, con criterios mundanos, estaremos pensando como los hombres, y no con la forma de pensar de Dios. Las apariencias del mundo nos engañan y pensamos que todo se acaba porque la realidad no responde a nuestras expectativas. Y es entonces cuando nos enfadamos, queremos ‘tirar todo por la borda’ porque la realidad es más dura de lo que nos podíamos imaginar. Sin embargo, es en la Iglesia donde vamos adquiriendo esa mirada de fe para juzgar las cosas con perspectiva de eternidad. Esa mirada de fe que nos permite percibir la presencia de Jesucristo en la enfermedad, en la precariedad, en el sufrimiento y en las numerosas noches oscuras. El mundo no quiere que adquiramos esta mirada de fe y nos intenta confundir alegando que es un invento de los curas. Sin embargo, esto es cosa de Dios, y lo único que se hace es decir que existe y que la fuerza viene de lo Alto.
            Y cuando juzgamos lo que vivimos y somos con los criterios de lo Alto, con la inspiración del Espíritu Santo caemos en la cuenta de nuestra realidad pecadora y de la cantidad de veces que nos hemos dejado dominar por las pasiones, por los enfados, por la venganza o el ánimo de revancha. Más cuando uno responde al mal con el bien, al insulto con una bendición, al que te persigue y odia con una plegaria por esa alma, va demostrando que las pasiones le han ido dejando de dominar y que está siendo gobernado por el Espíritu Santo de Dios. Entonces no hará falta hacer grandes discursos sobre nuestra fe o nuestras creencias, porque las personas, cuando nos vean el modo de cómo procedemos irán conociendo el mensaje y al Mensajero: Jesucristo.


17 de noviembre de 2019

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