Homilía de Todos
los Santos 2024
Mt 5, 1-12a BIENAVENTURANZAS
En el Gloria decimos
de Dios que «sólo tú eres Santo»; que
sólo Dios es santo. Entonces ¿por qué llamamos santos a aquellos que no son
Dios? Llamamos santos a esta gran comunidad de hermanos que habiendo pasado por
el trance de la muerte, tienen una profunda adhesión a Cristo.
Los primeros
discípulos eran llamados con varios nombres: Inicialmente fueron llamados
‘galileos’, lo cual era sinónimo de ‘revoltoso’ y ‘nazarenos’ entendido con un
matiz despectivo porque de allí procedía Jesús. En Antioquía empezaron a ser
llamados ‘cristianos’; cristianos significa ‘ungidos’, es decir, los seguidores
de un ‘ungido’ del Señor que había acabado sus vidas en la tierra en el
patíbulo.
Los cristianos entre
ellos se calificaban, se llamaban como ‘hermanos’, ‘los creyentes’, ‘los
discípulos del Señor’, ‘los hombres del camino’, ‘los santos’. Cuando San Pablo
se dirige a sus comunidades comienza prácticamente las epístolas/cartas con
expresiones como estas: «Pablo y Timoteo,
siervos de Cristo Jesús, a todos los
santos en Cristo Jesús que están en Filipos (…)» (Fil 1,1); «Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad
de Dios, y Timoteo el hermano, a los
santos de Colosas (…)» (Col 1,1); «A
todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación» (Rm 1,
7). Pablo se refería a personas en concreto que habitaban en Filipo, Éfeso,
Corinto, Roma. Los llamaba así porque santo significa ‘cortar de lo de fuera’,
de lo de la multitud de las personas del mundo. No para que el cristiano viva
separado del mundo o que desprecie a los hombres. ‘Santo’ es optar/tomar una
decisión de vida por esa luz de Cristo que nos va configurando de una manera
diferente respecto a los otros hombre.
Hoy el evangelio nos
presenta la imagen del único santo que es Cristo. Y nos presenta la imagen de
Cristo a través de las bienaventuranzas. Orígenes nos decía que las
bienaventuranzas son la imagen de Jesús, son iconos de la figura espiritual de
Jesús. Ahora bien, podríamos ser llamados santos si en nosotros reproducimos lo
que significan estas bienaventuranzas.
La pregunta
fundamental que Cristo nos hace es ¿hasta qué punto estás dispuesto a jugarte
la vida por el Señor? Si deseas recibir el elogio de ‘beato’ por parte de Dios
tu vida ha de ser guiada por esa luz de Cristo que te ayudará a ‘cortar con
todas aquellas cosas que no vengan de Dios’. ¿Por qué valores quieres tú
arriesgar tu vida?
Aceptar el camino de
Jesús implica y exige un camino de purificación y de meditación profunda,
porque nos guste o no somos muy lentos para asumir y dejarnos influenciar por
la luz de Dios. Todos tendemos a intentar ser beatos en el sentido mundano, es
decir: el éxito, el dinero, las seguridades, los afectos. Lo que es atrayente
en lo mundano es una tentación clara, evidente y fuerte que nos dificulta
dejarnos influir por la luz de Cristo. Por eso es tan importante ‘volver al
amor primero’, aceptar esta propuesta de pertenecer a la comunidad que sigue a
Cristo, el Santo, el Beato.
Cristo dice «bienaventurados/beatos
los pobres en el espíritu». ¿Quién es el pobre en el espíritu? El ideal
del cristiano no es la miseria; el amor del cristiano es el amor en la
comunidad que acoge la propuesta de Cristo. Dios no quiere que las personas
sufran, quiere que seamos felices administrando los bienes de este mundo según
su diseño, según su proyecto/dibujo. Entregar a los hermanos los dones que el
propio Dios te ha puesto en sus manos. Si entramos todos en esta dinámica de
intercambio de dones/regalos (los cuales nos los ha entregado a cada uno el
mismo Dios), de este modo te haces pobre pero tú te conviertes en rico en vida
junto con tus hermanos. El espíritu es la fuerza interior que nos empuja hacia
Dios, que nos hace que nos liberemos del ídolo del dinero y entregarlos por
amor. De este modo uno es dueño de las riquezas y no las riquezas dueño de uno.
Y cuando uno dice riquezas está diciendo también de nuestra inteligencia, de
nuestro tiempo, de nuestra capacidad, de todos los dones que hemos recibido del
mismo Dios. La bienaventuranza suprema es poder decir al final de nuestra vida:
he donado todo hasta el punto de llegar a morir por amor en la Cruz por el
otro. Todo lo donado se convierte en amor y Dios es amor.
Cristo dice «bienaventurados/beatos
los mansos, porque ellos heredarán la tierra». ¿Quién es ‘el manso’ en
la Biblia? El salmo 37 donde se nos dice que el manso no sucumbe a la tentación
de reaccionar con violencia ni con la agresividad. Dice el salmo: «Desiste de la ira, abandona el enojo, no te
acalores, que será peor». Pero esta bienaventuranza no es una invitación a
resignarse, es una invitación al compromiso. Jesús se presenta como el manso de
corazón. Jesús es el manso que hizo frente al mal con el mal, sino que
reaccionan al mal con amor. Cambian el mundo no con la violencia, sino con el
amor: Esta es la disposición de los mansos.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los que
lloran, porque ellos serán consolados». No se trata de sufrir dolor
para que se puedan convertir los pecadores. El afligido del que habla aquí son
los que viven con pasión y compromiso para construir un mundo nuevo según el
diseño/plan de Dios. Estas personas que se involucran y se empeñan frente a la
realidad del mundo se encuentran sufriendo porque los hombre no acogen el amor
de Dios. Cuando el discípulo ve la realidad de las guerras, de los odios, de
las injusticias y de toda clase de violencia, el discípulo no puede alegrarse,
es como una persona que está de luto porque quiere un mundo diferente; el que
Jesús ha venido a construir. Bienaventurado el que siente en sí mismo esta
pasión por construir un mundo nuevo. Un mundo que está enfermo porque las cosas
y decisiones en el mundo están mal. Bienaventurados los que experimentan este
dolor porque son sensibles a la pasión de Dios. El Maligno te dice que el mundo
nuevo es un sueño, que cojas las armas y luches contra el otro que es tu
enemigo y defiende tu parcela. Pero Jesús promete que aquellos que prueben este
dolor serán consolados. El mundo nuevo Dios lo construirá junto contigo.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los que
tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados». Comer
y beber es algo de justicia, es algo primario. Habla de la justicia, y la
justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, ¿y qué es lo que le
corresponde? La justicia de Dios es que todos los hombres se sientan hermanos;
que vivan en comunión; que compartan los bienes; que sientan como propio los
gozos, los sufrimientos y necesidades del hermano; que sean capaces de perdonar
y de cambiar de enemigos a hermanos. Éste es el mundo donde reina la justicia
de Dios. Bendito el por Dios es el que anhela la realización de esta justicia
en el mundo y se empeña/compromete a hacerlo realidad. Y se empeña y necesita
realizarlo como el que tiene hambre y sed y tiene que subsistir y sobrevivir
como sea. Los que se empeñan en trabajar en esta justicia están construyendo la
historia de Dios.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». Solemos movernos
en una clara dicotomía en la que nos solemos encontrar en la vida: ser
magnánimo o satisfacer el deseo de hacérselo pagar a todos aquellos que nos han
hecho daño. Ser misericordioso es hacer prevalecer la compasión y el perdón. El
sentido bíblico de la misericordia: El misericordioso es aquel que ama de modo
incondicional y fiel. Dios es misericordioso porque no hay nada ni nadie que
pueda romper su amor. El pecado del hombre no le hace desistir a la hora de
amar y de beneficiar al hombre. ¿Qué significa ser misericordioso? La
misericordia no significa que uno haga ‘la vista gorda’ por algo o por alguien
que nos haga daño. Va mucho más allá. Yo diría que son aspectos que
caracterizan el corazón del misericordioso: 1.-
Lo primero es darse cuenta de la
necesidad del otro. Recordemos la parábola del buen samaritano, cuando él
iba de Jerusalén a Jericó ve la necesidad de los que han caído en las manos de
los bandidos. La primera característica de un corazón misericordioso es que uno
está atento; no es preciso que el otro grite para que me llame la atención y me
percate de su necesidad. El misericordioso no mira hacia otro lado, no se hace
el despistado ante la necesidad del otro. 2.-
El segundo es el sentir la compasión, en el sentido de compadecerse, de sufrir junto con el otro que está
necesitado. 3.- El tercer momento
es el intervenir de un modo concreto,
tal y como lo hizo el samaritano, le vio y sus entrañas se removieron de dolor
porque veía al hermano que estaba sufriendo e interviene. De ese modo
reproducimos el rostro del Misericordioso que no castiga a nadie, sino que
escucha atento la necesidad de su hijo e interviene. ¿Qué significa que
encontrarán misericordia? No significa que Dios haga la vista gorda o que
cierre los ojos ante nuestros pecados; significa que quien sea misericordioso tiene
un corazón que ve, siente pasión e interviene para ayudar al hermano y lo hace
en sintonía con el misericordioso que es el Padre del Cielo.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». El corazón no es tanto
la sede de los sentimientos sino, más bien, la sede de las decisiones. El oro
puro es el oro que no está mezclado con otro elemento o el café puro es sólo
café. Puro de corazón significa los que son únicamente guiados por Dios; son
los corazones cuyas decisiones emanan sólo de Dios. Es una llamada para que el
dinero, el orgullo, la avaricia, el libertinaje moral….todos estos ídolos no
terminen de ofuscar ni obscurecer el rostro de Dios. Sólo Dios es quien ha de
decidir en tus decisiones.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los que
trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Pacificadores
o trabajadores por la paz no significa pacíficos o aquellos que no hacen daño a
nadie, o que eviten los conflictos y que vivan en armonía. Esta interpretación
es muy raquítica. Bienaventurados los que se empeñan y se comprometen a
construir un mundo de paz. La paz no está en la ausencia del conflicto, sino
que es un orden nuevo según la justicia. Todos aquellos que se empeñan en curar
las enfermedades, en educar para que no haya ignorancia y trabajan para que
todos puedan comer… son los constructores de la paz. Aquellos que crean las
condiciones políticas, económicas, culturales para crear este mundo nuevo donde
se dé el bienestar para todos, esos son los constructores de la paz. Si actúan
así serán llamados hijos de Dios, es decir, que Dios los considera sus hijos.
Cristo dice «bienaventurados/beatos los
perseguidos por causa de la justicia, porque ellos es el reino de los cielos».
Todos aquellos que deseen construir este mundo nuevo que nos ha venido a traer
Jesucristo entrarán en conflicto con el mundo antiguo que no se resigna a
desaparecer, ya que el mundo continuaría predicando y catequizando en sus
bienaventuranzas (la cuales son las opuestas a las de Cristo). De ahí surgirá
la persecución y que todos aquellos que acojas las bienaventuranzas de Cristo
el mundo lo despreciarán y luchará contra ellos, pero serán proclamados
bienaventurados porque ellos sí que cuentan para Dios.
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