Domingo XXV del Tiempo Ordinario,
ciclo B
Mc 9, 30-37 22.09.2024
En
estos últimos domingos nos estamos encontrando un dato relevante: la
dificultad de Jesús con sus discípulos, y en concreto con los Doce. El
problema reside en que ellos no quieren saber ni entender realmente quién es Él
y cuál es su programa de vida.
Jesús
está atravesando Galilea y les está instruyendo y lo que les está contando es
muy serio y dramático: «El hijo del hombre será entregado en manos de los
hombres y lo matarán (…)». Y ellos o bien no entendían o no querían
entender. Recordemos el episodio de la curación del sordo mudo, que no se trata
en este caso presente de un problema físico -ya que los Doce y los discípulos
gozarían de buena audición- sino que se trata de un problema interior:
No hay peor sordo que el que no quiere oír. Hay ideologías de tipo nacionalista
o de otro tipo que les impide entender las palabras de Jesús. Y es más, dice la
Palabra que «les daba miedo preguntarle». En su memoria aún seguía resonando
aquellas palabras de Jesús a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú
piensas como los hombres, no como Dios!».
Cuando
llegaron a Cafarnaúm, una vez que estaban en casa, -recordemos que es una casa
palestinense- Jesús les interrogó. Ellos por el camino no le preguntaron nada
por miedo y es entonces ahora cuando Jesús toma la iniciativa y les pregunta a
ellos. Y Jesús les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Esta
indicación de ‘por el camino’, ‘por la calle’ es importante, ya que nos
remite a la parábola del sembrador, y recordemos que todo lo sembrado en el
camino fue infructuosa. Toda la semilla que se tira en el camino es en vano
porque vienen los pájaros e inmediatamente se lo llevan. Los pájaros,
especialmente las aves de rapiña en la Biblia representan las tentaciones
del paganismo. Representan a los pueblos paganos que trataban de seducir a
Israel con propuestas de vida inmorales y que trataban de sacar a Israel de la
alianza con su Dios. Recordemos cuando Abrahán quiere hacer una alianza con
Dios llegan esas aves de rapaces que intentan impedir este pacto [Cfr. Gn
15,11]. También hoy estamos rodeados de paganismo. La Palabra de Dios no puede
dar fruto en los corazones que están endurecidos a causa del paganismo, de la
secularización, de la permisividad, del relativismo, de la ideología de género,
de los discursos insulsos y vulgares, de las propuestas inmorales que circulan
libremente por los medios de comunicación social, la avaricia por el dinero y
todo lo efímero…por lo que terminamos perdiendo la cabeza. Si estás agitado por
los afanes de la vida ¿cómo puedes sintonizar tu corazón con el Evangelio?
Primero pidiendo la serenidad.
Y
nos cuenta la Palabra que ante la pregunta de Jesús sobre el asunto del que les
había ocupado parte de la caminata, ellos guardan silencio: «Ellos callaban,
pues por el camino habían discutido quién era el más importante». Y ellos
sabían que Jesús no aprobaba para nada este tipo de discursos tan animados
entre ellos. ¿Por qué Jesús no aprueba este tipo de discursos? Porque son
como los gusanos que roe a los discípulos; la grandeza, la ambición de ser
el más importante.
A
continuación, «Jesús se sentó». Se sentó porque Jesús les enseña.
Y da otro dato curioso: «llamó a los Doce», lo cual es algo
extraño porque estaban todos juntos en la misma casa y una casa de Palestina no
es precisamente muy grande, pero Jesús debe llamarlos. ¿Por qué el
evangelista dice que les llamó estando todos en la misma casa? Porque los Doce
lo están siguiendo, pero no le están acompañando. Yo puedo estar en un vagón de
un tren y compartirlo con otras veinte o treinta o cuarenta personas, pero
puedo no estar acompañando a nadie, ya que puedo estar absorto en mis cosas,
leyendo un libro, viendo una película, con el teléfono móvil, durmiendo… Existe
una notable diferencia entre seguir y estar de cuerpo presente y acompañar. Y los
Doce únicamente estaban de cuerpo presente, siguiendo a Jesús, pero no
acompañando a Jesús, no están cerca de Él porque la mentalidad de los Doce
está muy distante de la de Jesús; por eso Jesús les llamó en torno a Él. Ellos
sólo piensan en mandar y en ordenar, mientras que Jesús les dice que el camino
es obedecer y servir. Y por eso les llama, porque se encuentran muy distantes
de Él.
Jesús
no acepta el discurso que a ellos les tenía enfrascados. Jesús acepta que en la
comunidad ‘sean el primero’. El primero en la comunidad significa el que está
más cerca de Él. Y si uno quiere ser el primero, estar lo más cerca de Él, «que
sea el último de todos y el servidor de todos». En la comunidad no cabe las
ideas de grandeza ya que no hay personas importantes, pero sí hay personas
que están más cerca de Jesús, los cuales se ponen al servicio de todos. Esos
que están más cerca de Jesús y la vida de esas personas es una constante
donación de amor a los demás, esos son los ‘niños’. Y ‘los abraza’, abrazó al
niño porque Jesús se identifica con lo último de la sociedad. Esos niños son la
imagen del discípulo que verdaderamente se pone al servicio de los demás. Jesús
garantiza que donde hay una persona que ama libremente y voluntariamente se
pone al servicio de los demás, en este individuo se manifiesta la presencia de
Jesús y la presencia de Jesús trae la presencia del mismo Dios. Esos niños son
los pobres y Cristo se identifica con ellos.
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