sábado, 30 de mayo de 2015

Homilía de la Santísima Trinidad, ciclo v

LA SANTÍSIMA TRINIDAD, ciclo b, 31 de mayo de 2015

            Ser testigo no es lo mismo que ser un profesor que enseña una determinada asignatura a sus alumnos; ni tampoco es el representante comercial de una empresa. La relación con la Persona y el Mensaje de Aquel a quien testifica es enteramente estrecha y singular. Testigo es aquel que ha tenido un encuentro personal con Cristo. Y fruto de ese encuentro él ha sentido cómo su vida ha cambiado y empieza a dolerle experiencias y comportamientos con los cuales antes convivía pacíficamente  y empieza a mostrar ante los demás modos de estar, pensar y manifestarse que antes no tenía.

            En el libro del Deuteronomio el mismo Moisés está exhortando al pueblo. La indiferencia, el relativismo y la frivolidad ya se estaban dejando sentir en la vida del pueblo. Es tanto como debilitar los lazos de conexión con Dios. Y cuando se debilitan esos lazos de amistad con Dios, cuando se descuida los momentos de intimidad con Jesucristo uno deja de ser su testigo, ya que ya no le anuncia a Él sino a uno mismo. Y Moisés, como excelente catequista que es, sabe dar la palabra oportuna e interpelar para que la gente espabile, les dice que si ellos desean 'vivir su vida a medio gas' o 'a toda intensidad'. O sea, que si se conforman con lo mediocre o aspiran a lo máximo.

            Moisés es muy claro; que deseas ser mediocre, ¡pues tú mismo!,  ponte a dar culto a tus cosas, gira tu existencia en torno a tus ídolos, gasta tu existencia como te dé la gana,... ahora bien, llegará un momento en el que tú mismo de darás asco de tí mismo, te sentirás despreciable. Ahora bien, luego no vengas como una víctima porque tú mismo te lo has buscado.

            También Moisés, con el propósito de espabilar a los que andaban medio atolondrados en la fe le dice que ellos tienen experiencia de saber que hay muchos modos de sentir, de amar, de trabajar, de luchar y de ser en este mundo. Y les pone ante sus ojos, como si fueran unas diapositivas, cómo Dios ha ido interviniendo en sus vidas y el vacío que hubiera supuesto si Dios no hubiera intervenido. Moisés habla al pueblo diciéndoles: «¿Algún dios intento jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con nosotros en Egipto?». Ellos fueron testigos de los prodigios de Dios en Egipto; les salvó Dios. Nosotros, cada uno de nosotros hemos estado bajo el yugo de nuestro particular Egipto, algunos pueden estar saliendo o dándose cuenta de que son aún esclavos, sin embargo no es ni será el alcohol, ni el dinero, ni la fama, ni el poder, ni el aparentar, ni el ser el más guapo del pueblo, ni las drogas, ni las mujeres lo que pueda salvarnos... Dios es quien nos salva. Les hay muy tontos, ¡pero muy tontos!, que piensan, pues yo no tengo nada que agradecer a Dios, y resulta que tienen un buen trabajo, una casa acogedora y una esposa que se preocupa por él. Pues si Dios no hubiese intervenido en la vida de esa persona no tendría ni trabajo, ni una casa, ni una esposa, y es más, yo me atrevería a decir que ni siquiera existiría.

            San Pablo en su epístola a los Romanos ya nos dice que «los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios». Dice la expresión «los que se dejan llevar» y esto no es compatible con la concepción de la 'cultura del contrato' y del individualismo. Donde yo me comprometo a lo que me gusta por el tiempo que yo fijo y en las cosas que yo desee. Dejarse llevar por el Espíritu de Dios en este ambiente social donde la fidelidad es un valor en crisis supone una dificultad añadida. Da la sensación como si todo fuera envuelto en una manta de debilidad, donde falta la robustez y la firmeza. Puede ser que digamos que sí al Espíritu Santo pero seamos permisivos con otras cosas fruto de nuestro relativismo.

            Ser testigo de Cristo supone constantemente avivar la fe y tener en la mente que si Él no hubiera irrumpido en nuestra vida las cosas no hubieran merecido la pena de ser vividas.

sábado, 23 de mayo de 2015

Homilía de Pentecostés 2015


PENTECOSTÉS 2015

            Hermanos, resulta curioso que aún sabiendo que Cristo esté en medio de nosotros, hay algo dentro de nuestro ser que impide que nuestro corazón esté ardiendo, tal y como ardían los corazones de los discípulos de Emaús cuando Jesucristo les explicaba las escrituras por el camino, sin saber ellos que era el Señor. Sin embargo seamos claros, «no podemos pedir peras a un olmo». El estudiante ‘que no ha dado palo al agua’, que se ha dedicado a hacer novillos y a darse la buena vida, que no espere sacar una nota medianamente aceptable en las asignaturas. El padre o la madre de familia que se ha dedicado a lo que ellos consideraban importante excluyendo la educación de la fe y la transmisión de esa fe a sus hijos que no esperen recoger decisiones y posicionamientos de sus hijos que vayan más allá de sus propios intereses. Excluir a Cristo de la vida familiar es apostar por la oscuridad. En una parroquia donde siempre se ha hecho lo mismo ‘sota, caballo y rey’, donde más que una parroquia parece un supermercado donde cada cual escoge de las estanterías el producto deseado – el bautizo para que la familia se reúna y puedan conocer al recién nacido (con el banquete añadido); catequesis de Primera Comunión, para que ‘el  niño tenga su día’; algunos hacen la confirmación porque está bien visto y nunca  viene mal; no pocos deciden casarse en la iglesia porque es más bonito y las fotos son más elegantes; y cuando uno fallece pues acude a la Iglesia para despedirse de los seres queridos tal y como se ha solido hacer desde hace mucho tiempo atrás. En una parroquia que se mueve en estas latitudes y longitudes de trabajo pastoral que no espere laicos comprometidos, ni familias cristianas, ni padres que transmitan la fe a sus hijos, ni comunidades vivas y deseosas de Cristo, ni espere que haya jóvenes que se sientan vocacionados al sacerdocio o a la vida consagrada.

Hermanos, en este contexto concreto donde estamos ahora mismo, en medio de este desierto de profunda secularización, el Espíritu Santo nos está comunicando algo. Desea ponerse con contacto con nosotros. Y ni yo ni nadie puede escuchar al Espíritu Santo con el ánimo de luego debatirle y hacerle retroceder en sus pretensiones terminando por imponer las nuestras. No seamos ingenuos: Aquel que se deja llevar por el Espíritu, se le nota y mucho. En primer lugar porque se deja guiar por su inspiración y esa inspiración va sanando las heridas ocasionadas por el pecado y su espíritu se rejuvenece. De tal modo que uno, poco a poco, va comprendiendo cómo Dios obra maravillas en su vida y se siente inclinado hacia las cosas de Dios.  

San Pablo, en la primera epístola a los Corintios nos dice: «Nadie puede decir «Jesús es el Señor», sino es bajo la acción del Espíritu Santo». Luego nos sigue diciendo «En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común ». Si en mi parroquia realmente Jesús fuera el Señor, se daría la comunión entre los hermanos; Si en nuestras familias realmente Jesús fuera el Señor esto supondría una importante demanda por parte de los padres deseosos de aprender a caminar en cristiano, así como el trasmitir la fe a sus hijos. Si Jesús es el Señor para los feligreses de las diversas parroquias estarían ‘haciendo cola’ en los confesionarios para recibir el sacramento de la reconciliación con frecuencia al reconocerse pecadores e indignos del amor de Dios. Entonces, si todo esto no se está dando, ¿dónde reside el problema? ¿Qué cosa está obstaculizando la potente acción del Espíritu de Dios? El problema reside en nosotros: no tenemos sed de Dios. Somos como los niños pequeños que se atiborran a golosinas y palomitas de maíz y luego no comen lo que tenían que comer. Es nuestro pecado, es el beber en aguas contaminadas lo que nos ofusca los sentidos, nos nubla la mente, nos saciamos de necedades y no dejamos ‘cancha de juego’ en nuestra vida al Espíritu Santo de Dios. Fallamos nosotros, Él permanece siempre fiel.

            Es que resulta que si decimos ‘sí’ al Espíritu Santo de Dios se nos mete en nuestra vida como un inquilino. Habitará nuestra casa y la va a dirigir desde su amor. Por eso la fe nos expropia, la fe requiere una capacidad de entrega confiada: una capacidad de confiar mi vida, mis proyectos, mis sueños, mis ilusiones, mis cualidades a Alguien que no me da garantías tangibles, que no me ofrece las cosas aseguradas –por si salieran mal-.

Si lo pensamos con ‘sangre fría’, si ‘extrajésemos la fe’ –como si fuera sangre- de nuestra vida, nos quedamos que entregamos nuestro ser a Otro que nos es impalpable, que no podemos sentir, tocar, medir, oír, que no podemos ponernos en contacto con nuestros sentidos. Únicamente nos ponemos en contacto con Dios a través de su Palabra y de los Sacramentos y aún así no deja de ser un ejercicio severo y pleno de fe que nos hace creer que ahí está, en contra de todos los principios de la física, de la ciencia y de la matemática. Sin embargo esta entrega confiada a Jesucristo da frutos; no es una necedad fiarse de Él. Estar con Cristo se nos revela como un tesoro de valor infinito.

El Espíritu Santo provoca en nosotros un cambio en la escala de valores que únicamente se puede entender gracias a la labor sanadora que el mismo Espíritu obra en nuestro interior. De tal modo que ni el dinero, ni el tiempo libre, ni las relaciones sociales, ni la política, ni el estudio, ni la actividad sindical o política, ni la salud, ni la amistad, ni la familia ya no son exactamente lo mismo antes que después de creer.

Cuando somos sostenidos por el Espíritu Santo, nos colocamos en un camino muy incómodo, ya que nos convertimos en nómadas que atravesamos el desierto teniendo a escorpiones como compañeros que nos van a herir seriamente, pero al mismo tiempo será un tiempo fecundo porque caminamos hacia Alguien que nos espera: Jesucristo, mi Señor y mi Dios.

sábado, 16 de mayo de 2015

Mariam Baouardy, María de Jesús Crucificado

http://mariamdejesuscrucifieblog.blogspot.com.es/2015/01/mariam-baouardy-nait-le-5-janvier-1846_14.html#espanol
ESPAÑOL

Mariam, la pequeña nada

Galilea: la infancia
  

Mariam Baouardy nació el 5 de enero de 1846, en Ibillin, una pequeña aldea de Galilea, a mitad de camino entre Nazareth y Haifa, en una familia de rito greco-católico. Sus padres no lograban traer al mundo un hijo que sobreviviese: doce niños les murieron uno después de otro, siendo todos ellos muy pequeños. En su profundo dolor y confianza en Dios, decidieron entonces hacer una peregrinación a Belén para  ir a rogar ante el Pesebre y pedir la gracia de una hija. Es así como Mariam vino al mundo. Y luego de ella, el siguiente año, su hermano Boulos.

Pero Mariam no tenía aún 3 años cuando su padre muere confiándola a la fiel custodia de san José. Algunos días más tarde muere su madre. Es así que Boulos es adoptado por una tía y Mariam por un tío de buena condición.

De sus años de infancia en Galilea, le quedará, a la vez, ese maravillarse delante de la belleza de la Creación, de la luz, de los paisajes dónde todo le habla de Dios y del sentimiento, muy fuerte, de que “todo pasa”.

Una experiencia de niña es decisiva para su vida futura: juega con dos pequeños pajarillos y quiere hacerlos tomar un baño… pero estos no resisten y mueren entre sus manos. Toda triste, siente entonces interiormente estas palabras: "¿Ves?, es así que todo pasa; pero si quieres darme tu corazón, yo me quedaré siempre contigo”.

A los 8 años hace su primera comunión. Poco después su tío parte para Alejandría con toda la familia. 

En Egipto: Alejandría y el martirio
  

Mariam tiene 12 años cuando se entera que su tío quiere casarla. Decidida a darse totalmente a Dios, ella rechaza la proposición. Tratan de persuadirla… la amenazan. Ni las humillaciones, ni los malos tratos pueden cambiar su resolución. Después de tres meses, ella encuentra a un viejo criado de la casa para mandar una carta a su hermano que se había quedado en Galilea para que venga a ayudarla. Escuchando la narración de sus sufrimientos, el criado que era musulmán la exhorta a dejar a los cristianos y a abrasar su religión. Mariam rechaza. Encolerizado, el hombre saca su cimitarra y le corta la garganta, abandonándola luego en una callejuela oscura. Era el 8 de septiembre.

Pero su hora no había llegado todavía, y ella se despierta en una gruta, cerca de una joven mujer que se parecía a una religiosa. Durante cuatro semanas, esta señora la cuida, la nutre, la instruye. Después de lo cual, al estar ya curada, aquella que más tarde dirá que es la Virgen María, la lleva a una iglesia y allí la deja.

Desde ese día, Mariam irá de ciudad en ciudad (Alejandría, Jerusalén, Beirut, Marsella…), como doméstica, eligiendo preferentemente las familias pobres, ayudándolas, pero dejándolas en cuanto se encuentra demasiado honrada.
Así ella llegará a ser de manera del todo particular, testigo de ese “universo invisible”. Ese universo que nosotros creemos sin verlo, y que ella ha experimentado de una manera muy fuerte.    

En Marsella: las Hermanas de San José  
En el 1865 Mariam se encuentra en Marsella. Entra en contacto con las Hermanas de San José de la Aparición. Tiene 19 años, pero sólo parece de 12 o 13. Habla mal el francés y posee una salud frágil… de todos modos es admitida al noviciado, y su alegría es enorme por poder entregarse de este modo a Dios. Siempre dispuesta para los trabajos más pesados, ella pasa la mayor parte de su tiempo lavando o en la cocina… pero junto a dicha vida ordinaria, dos días por semanas revive la Pasión de Jesús, recibe los estigmas (que en su sencillez cree ser una enfermedad) y comienzan a manifestarse toda clase de gracias extraordinarias. Algunas hermanas quedan desconcertadas de ello, y al final de 2 años de noviciado, no es admitida a continuar en la Congregación. Es así que un conjunto de circunstancias la orientan hacia el Carmelo de Pau.

El Carmelo de Pau

Es recibida en junio de 1867. Allí, en medio de todas las pruebas que tendrá a atravesar, siempre encontrará amor y comprensión. Al ser una nueva Congregación, ingresa de nuevo al noviciado, dónde recibe el nombre de Hermana María de Jesús Crucificado. Insiste en ser admitida como ‘hermana conversa’, ya que se encontraba más a gusto en el servicio de los otros, teniendo por otro lado un gran problema para leer lo que conllevaba una gran dificultad para recitar convenientemente el Oficio divino.

Su sencillez y su generosidad conquistan los corazones de todos. Y sus palabras dichas después de un éxtasis son el fruto de su vida: "Dónde está la caridad allí también está Dios. Si pensáis en hacer el bien a vuestro hermano, Dios pensará en vosotros. Si hacéis un pozo para vuestro hermano, caeréis en él; el pozo será para vosotros. Pero, si hacéis un cielo para vuestro hermano, ese cielo será para vosotros…”.

Don de profecía, ataques del demonio o éxtasis… entre todas las gracias divinas de las cuales está colmada, está aquella de saberse, de manera muy intensa, ser ‘nada’ frente a Dios, y cuando habla de ella misma se llama "la pequeña nada", es realmente la expresión profunda de su ser. Es lo que le hace penetrar la insondable profundidad de la misericordia divina dónde encuentra su alegría y sus delicias, su vida… “La humildad es feliz de ser nada, ella no se apega a nada, ella no se cansa nunca de nada. ¡Está contenta, es feliz, dondequiera que esté es feliz, está satisfecha con todo… Felices los pequeños!”.

Allí está la fuente de su abandono al corazón de las gracias más extrañas y al corazón de los acontecimientos humanos más desconcertantes.  

La fundación del Carmelo de Mangalor en India 
Al fin de 3 años, en el 1870, parte con un pequeño grupo para fundar el primer monasterio de carmelitas en la India, en Mangalor. El viaje en barco hasta allí es ya toda una aventura… tres religiosas mueren antes de llegar. De todos modos, son enviados refuerzos, y a finales de 1870 se puede inaugurar la vida claustral. Sus experiencias extraordinarias continúan sin impedirle ello el afrontar los trabajos más pesados y las agitaciones que vienen siempre anejas a una nueva fundación. Durante sus éxtasis, bien se la veía a veces resplandeciente su rostro en la cocina o en otro lugar, bien participando  en espíritu de lo que ocurría en la iglesia al momento de las persecuciones en China; bien sea que a veces el demonio parecía tomar posesión de ella, en lo exterior de su cuerpo, haciéndole vivir terribles tormentos y combates. De todos modos, las incomprensiones empezaron entonces a producirse alrededor de ella, llegando a dudar de la autenticidad de lo que ella vivía. Sin embargo pudo emitir sus votos al final de su noviciado el 21 de noviembre de 1871, pero las tensiones creadas en su entorno acabaron por provocar su regreso al Carmelo de Pau en el 1872.

El regreso a Pau

En aquel lugar halla su vida de simple ‘hermana conversa’ en medio del cariño de sus hermanas de religión, y su alma se dilata. Durante ciertos éxtasis ella, que es casi analfabeta, profiere repentinamente en la exultación de su gratitud hacia Dios poesías de una gran belleza, llenas de frescor y de un atractivo todo oriental, donde la creación entera canta a su Creador… o bien, enardecida por la aspiración de su alma hacia Dios, se la verá elevarse hacia la cima de un árbol milagrosamente sobre una rama que no soportaría ni siquiera un ave… “Todos duermen. Y Dios, tan lleno de bondad, tan grande, tan digno de alabanzas, ¡es olvidado!… ¡Nadie piensa en Él!… Veo, que la naturaleza lo alaba; el cielo, las estrellas, los árboles, las hierbas, todo lo alaba; ¡y el hombre, que conoce sus beneficios, que debería alabarlo, duerme!… ¡Vamos, vamos a despertar el universo!”

Numerosos también son los que vienen a buscar cerca de ella consuelo, consejos, ruegos, y que parten de su lado iluminados y fortificados por su encuentro.

La fundación del Carmelo de Belén

Poco después de su regreso de Mangalor, comienza a hablar de la fundación de un Carmelo en Belén. Los obstáculos son numerosos, pero se disipan progresivamente, incluso de manera inesperada. Por fin la autorización es dada por Roma y el 20 de agosto de 1875 un pequeño grupo de carmelitas se embarca para esta aventura. El Señor mismo guía a Mariam hacia el lugar y la construcción. Puesto que es la única que habla árabe, ella se encarga particularmente de seguir los trabajos, “inmersa en la arena y en la cal”. La comunidad puede venir a habitar los lugares preparados desde el 21 de noviembre de 1876, mientras que ciertos trabajos continúan.

Se preocupa también por la fundación de un Carmelo en Nazareth, viajando allí y logrando que se compre un terreno en agosto de 1878 para dicho fin. Durante este viaje le es revelado por Dios el lugar de Emaús. Ella lo hace comprar a Berthe Dartigaux para el Carmelo.

De vuelta en Belén, retoma la vigilancia de los trabajos bajo un calor sofocante. Llevando de beber a los obreros, Mariam cae de una escalera y se parte un brazo… La gangrena va afectarle muy velozmente y muere algunos días después del suceso, el 26 de agosto de 1878, a los 32 años.
Ella fue beatificada el 13 de noviembre 1983 por el Papa Juan Pablo II. Esperamos su pronta canonización.

Mary of Jesus Crucified زهرة زغيرة شرقية مريم يسوع المصلوب رباب زيتون

Fuente: http://mariamdejesuscrucifieblog.blogspot.co.il/2015/01/mariam-une-carmelite-de-terre-sainte_14.html

In this year of Consecrated Life and the fifth centenary of the birth of our Mother Saint Teresa of Jesus, as Carmelites in the Holy Land we live the joy of the upcoming canonization of Blessed Mary of Jesus Crucified.
Through this blog we want to invite you to accompany us in joy and thanksgiving for this daughter of Carmel and of the Holy Land. A flower of holiness for all the Church and in a special way for the entire Middle East. She is Living witness of the presence of God among his people.


 
In questo anno della vita consacrata e del quinto centenario della nascita di Madre Teresa di Gesù le Carmelitane della Terra Santa vivono la gioia della prossima canonizzazione della beata Mariam di Gesù crocifisso. Attraverso questo blog vogliamo invitarvi a camminare con noi nella gioia e nell'azione di grazie per questa figlia del Carmelo della Terra Santa, fiore di santità per tutto il Medio Oriente. Testimone vivente della presenza di Dio in mezzo al suo popolo.


 
En este año de la vida consagrada y el quinto centenario del nacimiento de nuestra Madre Santa Teresa de Jesús, nosotras, Carmelitas de Tierra Santa, vivimos la alegría de la próxima canonización de la Beata María de Jesús Crucificado.
A través de este blog queremos invitarlos a caminar con nosotros en la alegría y acción de gracias por esta hija del Carmelo y de la Tierra Santa flor de santidad para toda la Iglesia y especialmente para todo el Oriente Medio. Ella es un vivo testimonio de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
 
 

Homilía del Séptimo domingo del Tiempo Pascual, la Ascensión, ciclo b

VII DOMINGO DE PASCUA
SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, ciclo b
17 DE MAYO DE 2015



            El único que nos puede dar fuerzas para cambiar de vida es el Señor. Sin embargo si echamos un vistazo en torno a las diversas realidades donde nos desenvolvemos no percibimos precisamente una sed de santidad: Que mi vecina que hace poco finalizó la carrera de estudios se ha ido a vivir con su novio; que bajando las escaleras de mi edificio suelo oír discutir, a pleno pulmón, al hijo con sus padres, llamándoles de todo; el poco criterio que se tiene a la hora de ponerse ante la televisión; la indiferencia ante lo religioso o incluso el desprecio; la no necesidad de trasmitir la fe a los hijos; aquel vecino que tiene la música a todo volumen sin importarle aquel otro vecino que trabaja de noche; no sé, un sin fin de hechos concretos cotidianos donde el relativismo y lo mediocre tienen la absoluta soberanía. Y claro, va un cristiano y les dice: «Hermanos, que tenemos que convertirnos. Susana, María, Juana, Saray, Malena...., o como se llame, y les dices con el ánimo de que les sirva para pensar: 'No es de cristianas ir a vivir en pareja'. -A lo que te contestan: 'Es mi vida y no te metas en mi vida'; O en el ascensor te encuentras a ese hijo que grita a sus padres y le dices: 'Bajando las escaleras me asusté al oír voces que salían de tu casa'- con un poco de suerte de te soltará una salvajada o una contestación muy desagradable; o paseando saludas a esos padres con hijos que han hecho la primera comunión y ya no habido ni una segunda, ni una tercera.... y les dices: 'Anímate y apunta a tus hijos a clase de religión y a las catequesis de post comunión', -y te lanza una mirada de desprecio llamándote de todo sin abrir él la boca. Ahora bien, en aquellas cosas que a ellos les interesan, bien se mueven y protestan». Seamos claros, por la calle nos encontramos a cristianos que están paganizados; a cristianos vacios de Cristo.  

            Ante esto yo pregunto con cierta angustia: «¿Soportará nuestra débil fe la violencia de la tormenta?» Cierto es que somos una Iglesia debilitada en una sociedad poderosa. Pero ni el cristianismo del pasado fue tan sólido como se cree, ni el actual es tan débil como parece. Estamos en plena tormenta, subidos en la nave de la Iglesia atravesando los mares y océanos de la increencia y la indiferencia. Sentimos que no somos fuertes, que nuestras rodillas se nos doblan y el nudo de angustia en la garganta se hace bien patente. Sin embargo no podemos caer en un discurso pesimista, ya que el Señor Jesús está detrás de todo esto.

            Jesucristo se les presentó a sus Apóstoles después de su Pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del Reino de Dios. ¿Por qué cuarenta días? Los cuarenta días significan un tiempo adecuado para conducir a los Apóstoles al pleno convencimiento de que estaba vivo. Esta referencia a los cuarenta días refleja algunos aspectos muy importantes: significa la madurez acabada; una generación; la edad que ha de tener un rabino para poder ser ordenado como tal y ejercer con plena autoridad propia. Esto significa, en el lenguaje judío utilizado aquí por Lucas, que los Apóstoles han recibido y alcanzado una madurez suficiente para ser los testigos autorizados de Jesús. Además, el número cuarenta indica ese tiempo durante el cual han recogido y obtenido todas las pruebas que necesitaban para adquirir la plena seguridad de que el Crucificado había Resucitado.

            Es verdad que este mundo no tiene una sed de santidad; pero de lo que no podemos dudar es que el Espíritu Santo en la Iglesia cuida de la fe de sus hijos, acuna la fe incipiente de los catecúmenos, alimenta con comida sustancial a los que han dejado de gatear para empezar a andar y que cura las heridas de los que vacilan. La fe es fruto de un encuentro personal con Jesucristo, pero fortalecido y respaldado por la comunidad cristiana. ¿Me siento respaldado por mencionada comunidad?

viernes, 15 de mayo de 2015

Homilía en la memoria de San Isidro Labrador 2015

SAN ISIDRO LABRADOR 2015

             En la vida nos encontramos a personas extraordinarias, pero no porque realicen prodigios o hagan cosas que nos hagan quedar ‘con la boca abierta’. Ellos, como todos, realizan sus tareas diarias, se desenvuelven en su ambiente, cumplen con sus obligaciones como podemos hacer cualquiera de nosotros. Entonces ¿donde reside su ‘ser extraordinario’?

            Además, siempre que uno viene con una queja contra otro, por lo que sea, tiene una respuesta totalmente diferente de la que uno se puede llegar a esperar. Respuestas como... «hay que rezar mucho por él; ayúdale haciendo una penitencia para que él se convierte; amar a tu hermano al que no puedes ni tragar, te ayudará a crecer en el amor cristiano»; y lo más significativo de todo esto es que uno ve que eso que aconseja a los demás lo pone en práctica él mismo. ¿Donde reside su ‘ser extraordinario’?

            Personas que, como todos, tendrán sus momentos altos y bajos y que siempre –aun en medio del dolor- no pierden la paz como si algo distinto hubiesen descubierto que les confía, les otorga una confianza no alcanzada por la mayoría de la gente. ¿Dónde reside ‘su ser extraordinario’?

            Personas que, ante lo que puedan ver en la televisión o en aquellos ambientes donde estén se posicionan de modo muy distinto al resto de la gente; manifiestan un criterio propio sólido y que poco o nada les importa el desentonar con el resto. Que uno está en un grupal de un WhatsApp y uno de los integrantes empieza a subir videos o comentarios soeces y de contenidos indecentes para obtener la risa fácil del resto y esa persona no entra en ese juego. Esa persona ‘le para los pies’ exigiendo que se le respete no colocándole información que conducen al pecado. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Personas que, ante las decisiones –ya sean trascendentes o irrelevantes- actúa siempre en conciencia, buscando siempre la verdad y el bien común de todos en vez de actuar atado a los afectos para no disgustar o enfadar a los que dicen ser amigos suyos. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Matrimonios jóvenes que, con sus 34 años tienen tres hijos y que tan pronto como se enteran que van a tener a otro lo celebran por todo lo alto con gran alegría ante la incomprensión e incluso la burla de aquellos que le rodean. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

            Universitarios y universitarias a los que les regalan unas entradas para el megabotellón de esa fiesta universitaria de Palencia llamada ITA, las cuales son muy escasas y muy cotizadas –muchos se han llevado gran desazón al no conseguirlas- y ellos rechazan esas entradas porque no quieren sentirse presionados por el ambiente a beber y hacer lo que ellos saben que les daña en su ser. ¿Dónde reside su ‘ser extraordinario’?

Su ser extraordinario reside en el trato personal con Jesucristo.

            Vivimos una dura situación de enfriamiento religioso. No podemos sentirnos tranquilos de conciencia sino buscamos con sinceridad lo que Dios desea de cada uno de nosotros; a lo que no encuentro otra respuesta más que esta: Dios nos llama a una vivencia intensa de fe con todas las consecuencias. No podemos dudar de la fuerza del Evangelio ni de la actividad fecunda e intensa del Espíritu Santo. No tenemos razones para desoír la llamada de Dios anclándonos en nuestras cómodas rutinas. San Isidro Labrador, es de esas personas extraordinarias que Dios nos regala, que supo vivir intensamente la fe. Pero no una fe de ‘boquita pequeña’, sino una fe de confiar plenamente en la voluntad divina tal y como confía, con alegría y serenidad, el niño recién nacido entre los brazos de su madre, esperando y confiando todo de ella.  

San Isidro Labrador, fruto de ese trato tan personal con Jesucristo fue adquiriendo esa sabiduría sobrenatural que iba manifestando en sus acciones y palabras ante sus conciudadanos. No es preciso dar discursos; el trabajo callado, constante, el silencio oportuno y la palabra acertada en su momento son las ocasiones propicias para sacar a la luz esa riqueza que ha ido adquiriendo en ese trato personal con el Señor.

sábado, 9 de mayo de 2015

Homilía del Sexto Domingo del Tiempo Pascual, ciclo b

DOMINGO VI DEL TIEMPO PASCUAL, 10 de mayo 2015
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48
Sal. 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. R: El Señor revela a las naciones su justicia
Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 7-10
Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 9-17    

            En la cultura dominante podemos palpar una visión atea del mundo. Esta visión atea del mundo funciona como un dispositivo de inhibición de frecuencias que están ideados para impedir la comunicación o dejar 'fuera de cobertura' a Dios de nuestras vidas. Nada favorece la difusión del Evangelio, e incluso aquellos que vamos reptando o gateando -algunos dando algún tímido pasito- hacia Cristo nos sentimos atraídos, seducidos por lo mundano.

            ¡Que sí!, que decimos que nos convence el proyecto de amor que Cristo nos plantea, pero la vista 'se nos nubla' cuando caemos en la cuenta de que uno se encuentra por la calle. ¡Que sí!, que decimos que sentimos gozo espiritual al sentirnos y sabernos perdonados por Dios, pero hay algo dentro de nosotros que nos arde por dentro cuando alguno nos la lía. ¡Que sí!, que decimos que deseamos vivir un tiempo libre sano, pero permitimos ser fuertemente tentados -y algunos hasta acceder a esa tentación- ante los botellones y ese ambiente nocivo. ¡Que sí!, que nos conmueve en el interior contemplar el dolor ocasionado por una desgracia de grandes dimensiones -un terremoto, una epidemia, una guerra donde miles de personas lo están sufriendo-, pero tan pronto como hacemos zapping con el mando a distancia y encontramos otra cosa que nos guste se nos pasa ese sentimiento. ¡Que sí!, me comprometo en educar en la fe a mis hijos, pero en mi vida familiar no se reza, no me muevo con los criterios cristianos, incluso no sé a qué parroquia pertenezco, los domingos los vivo como un pagano sin santificarlos. ¡Que sí!, que en mi parroquia se va a evangelizar y vamos a entrar en la dinámica que tanto insiste el Papa Francisco, pero luego todo se queda 'en papel mojado', las palabras se las lleva el viento, y se hace más de lo mismo. Como se pueden dar cuenta, ese inhibidor de frecuencias está funcionando a las mil maravillas, dejando totalmente 'fuera de cobertura' a Dios de nuestras vidas.

            Sin embargo, menos mal que hay rebeldes que ya se las apañan para no dejarse afectar por ese inhibidor de frecuencia. ¿Y que tienen esos rebeldes de especial para poder esquivar el efecto de ese inhibidor? Tienen a un gran aliado, al Espíritu Santo. Fue el Espíritu Santo el que puso en camino a Pedro a casa de Cornelio. Cornelio no era judío, era pagano, centurión romano. Antes sólo proclamaban el evangelio a los judíos, quedando los paganos al margen. Era como si el ya famoso inhibidor de frecuencias impidiese a los paganos escuchar el Mensaje de Cristo, pero viene el Espíritu Santo y desenchufa de la corriente el aparato que tanto ha estado incordiando. Y claro, al dejar de funcionar los paganos empiezan a escuchar la Palabra y se convierten a Cristo. De tal modo que Cornelio es el primer pagano que es recibido como cristiano por uno de los apóstoles, y esto es ya un hecho sin precedentes. En el momento en que ese pagano, Cornelio, escucha la proclamación del KERIGMA se le iluminan los ojos y adquiere un sentido de plenitud su vida y todos aquellos que le rodean.       

            Además, en la segunda lectura, de la primera carta del Apóstol San Juan ya nos lo repite: «En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de Él». Es decir, y aquí nos viene todo un dilema: ¿Se acuerdan ustedes de aquel juego de buscar a Wally todo él escondido en medio de un sin fin de imágenes y objetos? Sí, Wally, ese personaje de ficción vestido siempre con su jersey de rayas horizontales rojo y blanco, gafa, pantalón vaquero y su gorro de lana también de rayas. Pues aquí, deberíamos de hacer un ejercicio algo parecido: Buscar a Jesucristo en mi hogar, con los míos; buscar a Jesucristo en mi actividad profesional; buscar a Jesucristo en mi parroquia; buscar a Jesucristo es mis relaciones personales, etc. Y tal vez les pueda suceder que se den cuenta que en todos o en casi todos los aspectos de nuestra vida y en nuestras relaciones haya un gran ausente: Jesucristo. Porque atención: el hecho de estar en la Iglesia no supone que hayamos aceptado y estemos acogiendo a Cristo en nuestra vida. Porque podemos estar bautizados y estar totalmente sometidos y sumisos a ese inhibidor de frecuencias. Y ojo, de esto no nos salvamos ni los presbíteros. Sin embargo el simple hecho de empezar a echar de menos a Cristo ya es de por sí un fruto del Espíritu Santo.

            Cristo nos lo recuerda: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure».

            En la medida en que acojamos al Espíritu de Cristo que viene a nosotros nos iremos convirtiendo en potentes emisores que lancen las ondas del Evangelio allá en donde nos encontremos.

We are one, la canción en apoyo a los miles de cristianos perseguidos en...




We are one, la canción en apoyo a los miles de cristianos perseguidos en Irak


El grupo británico Ooberfuse de pop-electrónico lanza una nueva canción, escrita para que los miles de desplazados por el Estado Islámico no se sientan solos ante el sufrimiento.

Se llama "We Are One”, reitera el hecho de que aunque muchos de estos refugiados hayan perdido sus casas en Irak y algunos de ellos sus vidas, nunca perderán el amor y la esperanza de Dios.

La nueva canción cuenta con connotaciones cristianas "en nuestra casa, en nuestra fe, en el amor, somos uno”, canta Cherrie Anderson, la cantante de Ooberfuse. "Usted no está solo en este sueño. Somos uno”, reitera.

El videoclip se ha rodado en el campo de refugiados de Erbil, un campo que da refugio a 70.000 personas en la capital del Kurdistán iraquí. Muestra escenas de la vida cotidiana de los refugiados y refleja la cantidad de tiendas que hay en el campamento.

"We are one”, en el fondo, es un grito de apoyo. Cuenta además con la lacolaboración del Arzobispo de Erbil, Bashar Mati Warda. La canción se ha convertido un himno para todos aquellos refugiados que sufren y viven  la persecución cada día. Una muestra más de lo que los cristianos pueden hacer por aquellos que están sufriendo. 

sábado, 2 de mayo de 2015

Homilía del Quinto Domingo del Tiempo Pascual, ciclo b

DOMINGO V DE PASCUA, ciclo b, 3 de mayo 2015

            No sé si fue el lunes o el martes de esta semana cuando me acerqué al fotógrafo para revelar unas fotos. La tienda estaba muy concurrida de padres y madres llevando a sus respectivos hijos, vestidos para la ocasión,  para hacerse el reportaje de fotos por la Primera Comunión.  Parecía un pase de modelos. Como tuve que esperar me estuve entreteniendo con un gran mural de la pared todo ello repleto de fotos de niños y niñas de Primera Comunión, realizadas allí en el estudio de esa tienda. En unas los niños o bien estaban con un fondo montañoso o de árboles, o bien sentados o recostados en el suelo con algún juguete y un montón de regalos; y las niñas bien colocadas para poderse lucir el vestido con algún complemento que de ningún modo remitía a lo que se iba a celebrar. En la tienda algunos padres hablaban entre sí manifestando la suerte que habían tenido al encontrar el restaurante para la comida de ese día, ya que la mayoría estaban reservados desde hace mucho tiempo. Y yo en mi interior preguntaba al Señor: «Señor, tú en todo esto, ¿dónde estas? Señor, no te veo».  

            Hace unos días paseando por la calle Mayor de Palencia me llamó poderosamente la atención a tantos jóvenes congregados en torno de una persona que estaba subida a una mesa. Eran tantos que literalmente taponaban el tránsito de las personas. Preocupado pregunté que sucedía y un joven me respondió que estaban vendiendo las últimas 300 entradas para una mega fiesta universitaria, la llaman “la ITA”. Por cierto, una fiesta donde uno de sus lemas es: «lo que pase en la ITA, en la ITA se queda». La lujuria, las borracheras y el reinado de los bajos instintos están demasiado presentes ahí. Pero da dinero y dicen que así se promociona la universidad. Y yo pensé: la mayoría de estos jóvenes aún tendrán la foto enmarcada de su primera Comunión en alguna pared de su casa. Simplemente, muy curioso. Y yo en mi interior preguntaba al Señor: «Señor, tú en todo esto, ¿dónde estas? Señor, no te veo». 

            Cosas de la vida acompañé a  una familia a la Misa de un cabo de año en un pueblo. Era domingo. Como presbítero concelebré. Yo creo que Miliki, Fofó y Fofito, los payasos de la tele, a poco, trabajan con mucha mayor profesionalidad, dedicación, cariño y entrega que aquel párroco que presidió aquella celebración. Lo denomino con el término celebración porque si eso es una Eucaristía yo declararía públicamente que ‘su Dios no es mi Dios, ni su iglesia es mi Iglesia’. Una cantidad de mamarrachadas, de tonterías, de papelitos, de papeles para leer a dos coros durante esa ‘Misa’; que sale unas personas a leer el Evangelio, sustituyen la Palabra de Dios por un poema, se dirige a los feligreses como si estuviese en show televisivo, entre una simbiosis entre Carlos Sobera y Boris Izaguirre; sin casulla y con una estola lo más parecida a una bandera del orgullo gay. Pasa por delante del Sagrario y como cualquier cosa, etc. El caso es que hay un sector de feligreses que lo aceptan. ¿Crecer en una relación personal con Cristo que me implique un serio proceso de conversión?; hermanos, éstos, éste tema, ni se lo plantean. Deben de creer que ni el infierno ni el purgatorio existen.  Y yo en mi interior preguntaba al Señor: «Señor, tú en todo esto, ¿dónde estas? Señor, no te veo». 

            Lo nuestro ha de ser el DESPERTAR LA FE. La lectura hoy proclamada en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 9,26-31) nos dice cómo Pablo contó a los Apóstoles ¡cómo había visto al Señor en el camino! Y no sólo Pablo había visto al Señor, sino que además el Señor le había hablado. Ver al Señor es tanto como atravesar una etapa; es una revolución interna de tanta trascendencia  que se podría incluso equiparar con un volver a aprender a leer, escribir, sumar y restar; supone, implica y exige un nacer de nuevo. Tu modo de entender la vida, las relaciones, las amistades, el trabajo, la familia, todo lo que tienes y eres se adentra en una crisis sin precedentes. Para poder crecer y hacer luz en medio de esa crisis es necesario pasar esa crisis dentro de la Iglesia, en concreto, en una auténtica comunidad cristiana viva, exigente y que te ayude a redescubrir tu propio bautismo. La Palabra nos dice que «para vivir hay que morir». No podemos seguir engañándonos creyendo que se puede ser cristiano de cualquier modo. La secularización y la mundanidad y tantas otras cosas han hecho que se olvide la fe.

            En la lectura de la primera carta del apóstol San Juan ya nos exhorta con toda la claridad: «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras». Y nos sigue diciendo: «Quien guarda sus mandamientos permanece el Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio» (1ª San Juan 3,18-24).

            Ver al Señor y escuchar al Señor es poner ‘de patas arriba’ toda tu existencia. A modo de ejemplo: todos sabemos lo que es un dinamo en una bicicleta, del mismo modo sabemos para lo que se usa, generar luz. La rueda da vueltas y el dinamo al estar en contacto directo con la rueda genera la electricidad para que la bombilla se encienda. El Señor no nos proporciona esa electricidad, sino lo que nos proporciona es esa sabiduría –procedente del Espíritu Santo- de la cual va brotando unos nuevos planteamientos –planteamientos antes impensables-; modos de mirar a las personas que contrastan con el modo mundano de mirar; como dice San Juan, vamos haciendo las cosas que a Dios le agradan; interiormente nos vamos regenerando; uno se esfuerza por ser fiel a Cristo no porque Cristo ‘te de con el palo’, sino que uno se esfuerza porque valora, con todas sus fuerzas, esa amistad personal con Jesucristo; de tal modo que al igual que la bombilla de la bicicleta se enciende y da luz, así nuestra vida irradiará la imagen de Cristo a los hombres.

            Cristo es la vid (Jn 15, 1-8), nosotros somos los sarmientos. Pero no cualquier sarmiento, sino un sarmiento que permanece en Él. Además el Señor, que nunca nos engaña, ya nos lo dice: «El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada». De este modo podremos exclamar jubilosos: ¡Cristo verdaderamente ha resucitado y además, le veo!