sábado, 26 de mayo de 2012

Homilía de Pentecostés 2012

PENTECOSTÉS 2012

Ven, Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre,

si tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado,

cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas,

infunde calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,

según la fe de tus siervos;

por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.

Esta secuencia es preciosa, llena de contenido y sacada de la pluma de un creyente que ha experimentado el gozo de estar rebosante del Espíritu Santo. Dense cuenta que primero hacemos una súplica al Espíritu; ‘¡que venga!’, ‘¡que esté con nosotros!’, ‘¡que haga morada en nosotros!’. ¡Que queremos contar con Él!, ¡que queremos disfrutar de su presencia!, ¡que nos morimos de ganas de compartir de esa alegría que emana del Trono de Dios!

Nuestra alma ha de ser un corazón enamorada que palpite aceleradamente porque tiene a alguien con el que desea estar, reír, gozar y sufrir a su lado. Jesucristo nos dice: «Pedid y se os dará, llamar y se os abrirá»; y hermanos, lo que estamos suplicando es que anhelamos formar parte de las filas de los discípulos de Jesús, ¡que nos queremos alistar como discípulos suyos! Y por eso mismo, porque deseamos ser soldados de Cristo y apostar con decisión por una cultura cristiana suplimos, imploramos y rezamos para que el Espíritu Santo sea derramado generosamente en nuestras vidas y así poder gozar de esa lucidez que da Dios para poder entender lo que vivimos.

Los cristianos nos parecemos muchas veces a los topos, siempre bajo tierra. Hermanos, nos llegamos a creer que nuestra vida cristiana se reduce a una práctica de cultos y costumbres, llegando a conformarnos con esto porque pensamos que esto es lo máximo que podemos alcanzar en nuestro trato con Dios. Y es como si estuviésemos adentrándonos en una cueva y poco a poco la oscuridad fuera dominando y nosotros solo portáramos una pequeña linterna con las pilas medio agotadas. Es que resulta que cada uno de nosotros somos templos de Dios, somos sagrarios del Espíritu, que ¡Dios nos ha capacitado para poder acoger su presencia en nuestras vidas! Que Dios no nos pone en la mano una simple linterna con una luz apocada sino que nos ofrece su luz, la misma luz que Dios goza en el Cielo: Nos regala su Santo Espíritu.

Pongamos nuestros ojos en la Virgen. Ella es la llena de Gracia, la llena del Espíritu. Ella es el modelo de cómo tenemos que tener toda nuestra alma abierta las 24 horas a Dios. Cuando el Espíritu Santo se adentra en nuestra alma; cuando el Espíritu Santo se instala en lo más sagrado de nuestras vidas que es el alma… es cuando uno empieza a saborear las cosas de Dios.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Ascensión del Señor a los Cielos

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS

El apóstol San Pablo cuando escribe a la comunidad de Éfeso les está hablando de la fe. Les comenta que Dios tiene un plan de salvación para ellos y que ellos a su vez han de estar expectantes. Pero atención, han de esperar pero no con los brazos cruzados, sino cultivando ese deseo de búsqueda, con esa inquietud, esa curiosidad, ese estar como ‘olisqueando’ la presencia de Dios en el mismo alma. San Pablo nos habla de una herencia, de un poder extraordinario, de algo que sobrepasa bastante nuestras propias expectativas. Ahora bien, ¿de qué herencia nos está hablando San Pablo?¿de qué poder extraordinario se trata?...nos está diciendo que todos estamos invitados por Dios a ser resucitados por medio de su fuerza sanadora. San Pablo cree firmemente en la resurrección porque él mismo, en persona se ha encontrado ‘de bruces’ con Cristo Resucitado. Esa experiencia de la resurrección es para San Pablo como la tinta de las plumas estilográficas. Unas son negras y otras azules, pues el color que plasma en el papel es ‘el color resurrección’. Todo lo que dice, todo lo que hace, todo lo que piensa es plasmado con ese color de ‘tinta de resurrección’ y así mostrar que en Cristo todo adquiere sentido en plenitud.
A modo de ejemplo: hay gente que la ves paseando por la calle y siempre van con una cara de amargados que da miedo; uno no sabe si esa persona tiene dolor de estómago crónico o simplemente es así. Pues San Pablo portaba gran alegría y trasmitía gozo porque había experimentado algo que le marcó toda su existencia: el encuentro personal con Cristo resucitado.
Y no acaba aquí, sino que da un paso más: A Cristo le encontramos en la Iglesia Católica. Algunos de ustedes me pueden comentar: Pues…me parece bien, pero yo no le veo por ninguna parte. De hecho, son muchos los que solicitan sacramentos (ya sea para bautizar, hacer la primera comunión, la confirmación o el matrimonio) y se quedan tan fríos como un cubito de hielo en su vida de fe. Entonces ¿qué es lo que sucede? Muy sencillo…. MUCHOS NO ESTÁN BUSCANDO UN ENCUENTRO CON EL SEÑOR SINO ÚNICAMENTE UN ACTO SOCIAL PROTOCOLARIO que toca hacer porque ha llegado la edad correspondiente para hacerlo… UN MERO Y SIMPLE ACTO DE SOCIEDAD. Y como únicamente buscan un ‘acto social’ pues únicamente se preparan para el acto social y dejan su alma repleta de telarañas, de una manta de polvo y suciedad… simplemente porque no sienten necesidad de complicarse la vida para seguir a Jesucristo. Por eso es fundamental cambiar el ‘chip’.
Cristo nos lanza una convocatoria audaz para seguirle. Cristo es muy lanzado, es más, se pasa de atrevido ya que nos pide que ‘desnudemos nuestra alma ante su presencia’. Y si hay algún sacerdote que movido por la salvación de las almas se pone a predicar de la confesión y de la importancia de tener una vida de oración exigente…pues se le ataca porque muy poquitos quieren realmente llevar a cabo la conversión que Jesucristo nos pide que hagamos.
Yo lo único que sé es que Cristo subió a los cielos cuando todos los discípulos se quedaban ‘con la boca abierta’ y nosotros nos quedamos como indiferentes cada vez que Cristo baja hasta nosotros en el pan y vino eucarísticos. Sin embargo no olvidemos que llegara un día en que Jesús no se tendrá que ‘disfrazar’ como pan y vino sino que vendrá con gran esplendor y gloria con el ejército celestial. ¡Ven Señor Jesús!

martes, 15 de mayo de 2012

Homilía para una Primera Comunión

PRIMERA COMUNIÓN DE MARÍA, ZAIDA Y MARIO

María, Zaida y Mario hoy es un día especial para vosotros. Hoy vas a acoger, por vez primera, a Jesucristo. Jesús es vuestro regalo, el gran regalo. Jesús se os entrega en comida, bajo las especies del pan y del vino. Daos cuenta que ¡comemos a Jesús!. Realmente esto ¡es muy fuerte!, ¡comemos a Jesús! O sea, el Hijo de Dios, el que está sentado a la derecha del Padre en la Gloria eterna, que estuvo entre nosotros hace más de dos mil años, que le mataron en una cruz, que resucitó y se apareció a sus discípulos y apóstoles y luego regreso al Cielo y se ha quedado entre nosotros en los sacramentos…. ¡Pues ahora le vais a comer!.

Y nosotros ¿por que comemos?…. (Porque si no comemos nos moriríamos, porque lo necesitamos para seguir viviendo…).

Y ese alimento que comemos (una sopa de cocido, unos macarrones, unos filetes de ternera o un buen chorizo…) ¿nos aportan energía?¿sacamos fuerza de estos alimentos?.... nuestro cuerpo digiere estos alimentos y nos aportan energía y nuestro aparato digestivo entra en acción haciendo que dichos alimentos sean sustancias asimilables para nuestro organismo.

¿Habéis oído vosotros la campaña del ESTIRÓN que está haciendo una cadena de televisión? Con una música bien pegadiza…. Eso del ESTIRÓN. Pues hoy Jesús se os da en alimento para que tengáis UN ESTIRÓN ESPIRITUAL. Cada vez que comulgamos estamos en el Cielo, porque estamos con Jesús. Cuando comulgamos permitimos al Señor que su gracia divina fortalezca a nuestra alma y pegue el ESTIRÓN ESPIRITUAL…. porque ¿vosotros queréis seguir creciendo en la amistad con Jesús? ¿Queréis que vuestra alma PEGUE EL ESTIRÓN y así pueda estar más cerca de Dios?.... seguro que sí.

Para pegar el estirón espiritual tenéis que tener, siempre muy cerca, en vuestro pecho, a Jesús. Y para que recordéis que tenéis que tener muy cerca de Jesús las catequistas os van a imponer unas cruces para que las llevéis con vosotros y recordéis que sois muy valiosos para Dios.

Antes hemos hablado del aparato digestivo….y ahora nos metemos con otro aparato el aparato circulatorio…. ¡que no se trata de carreteras ni de guardias de tráfico! sino de arterias, venas y capilares y cosas por el estilo. Vamos a ver ¿nuestra sangre se queda quieta en las venas?¿tenemos la sangre paralizada o se está moviendo constantemente? (se mueve constantemente). Otra pregunta: ¿Qué es lo que mueve a la sangre?¿que es lo que hace que la sangre esté en movimiento? (los latidos del corazón)….

Pues el corazón de la vida espiritual es el SAGRARIO y en concreto LA EUCARISTÍA. Seguro que si os acercáis al Sagrario oís como palpita el corazón de Cristo.

Pues bien, Mario, Zaida y María… vamos a emplear la imaginación ¡que vosotros de esto tenéis mucho! Vamos a imaginar que la sangre representa la vida de gracia, la amistad con Jesús, el trato frecuente y fluido con Jesucristo. Pues bien… la sangre es enriquecida por el OXÍGENO y el flujo sanguíneo se preocupa de distribuir el oxígeno por todo el cuerpo. Y para tomar el oxígeno empleamos los pulmones…. ¡Respiramos! Pues bien ¿Cómo oxigenamos nosotros la vida espiritual? (la oxigenamos rezando y leyendo la Palabra de Dios). Por eso las catequistas os van a entregar un Nuevo Testamento para que oxigenéis vuestra sangre espiritual.

Pero…. Pero…. ¿vosotros sois siempre buenas?¿no os enfadáis?¿sois tan angelicales como ahora parecéis?...me parece que no…. O sea que se peca. Y eso del pecado sería como el colesterol que atascan las arterias…. O sea que el pecado nos dificulta el trato con el Señor…. Y es preciso que esta sangre espiritual, que es el trato con el Señor, que es la vida de gracia, se purifique…. es entonces cuando entre al escena…. ¿Qué órgano de nuestro cuerpo limpia, filtra la sangre y quita las impurezas? (los riñones). Sabéis que si la sangre no se limpia, no se filtra en los riñones terminaríamos envenenados y moriríamos. Por eso hay a la gente que no le funcionan los riñones tienen que ir al hospital día sí y día no para hacerse una cosa llamada diálisis… que es conectarse a una máquina para que haga el trabajo que no pueden hacer sus propios riñones. Pues bien…. en la sangre espiritual nos encontramos muchas impurezas, desechos y cosas malas que son el pecado…. Y tenemos que filtrar y purificar esta sangre espiritual que es la amistad con Jesús. ¿cómo purificamos nuestra alma? (en el sacramento de la confesión)….porque no podemos permitir que nuestra alma se muera envenenada por el pecado….sino que tiene que estar viva y coleando.

Por último ¿sabéis cual va a ser el gran parecido que vais a tener dentro de poco, cuando comulguéis, con la Virgen? Que ella fue sagrario del Señor, que tuvo dentro de Ella al Hijo de Dios, y vosotros, cuando comulguéis, os convertiréis en sagrarios de Dios. Ese es el gran parecido entre la Virgen y vosotros.

sábado, 12 de mayo de 2012

Homilía del sexto domingo de pascua, ciclo b

DOMINGO VI DEL TIEMPO DE PASCUA, ciclo b

La vida del alma es la más delicada flor. Precisa de una temperatura muy adecuada, un nivel de humedad muy controlado, unos abonos muy costosos y sobre todo una tierra bien arada. Las agresivas heladas y el calor excesivo del mundo la ahogan porque confunde y se llega a vivir sin Dios sin hacerse problema. No genera violencia decir que uno no cree, mientras que sí es complejo mantenerse como cristiano en medio del mundo que nos rodea.

Jesucristo nos dice varias veces: «Permaneced en mi amor». Pero para poder permanecer en Cristo primero es preciso haber estado con Él, a su lado. Uno conoce a la otra persona gracias al roce del trato diario…. de otro modo puedes decir que conoces a alguien únicamente por referencias. Es más, si el mismo Jesucristo nos preguntase: « ¡tú!, ¡si tú!, me puedes decir ¿Quién soy yo para ti?». Seguro estoy que muchos no sabrían que decir. Tal vez alguna respuesta del catecismo del Padre Astete o cualquier otra contestación para salir del paso. ¿Cómo permanecer en Cristo si previamente no se ha tenido una experiencia de Cristo? En todo caso uno puede permanecer en unas tradiciones, en unas costumbres, en unos hábitos, aunque estos sean mal adquiridos… pero todo esto es una moldura hueca, es fachada condenada a la ruina porque nos falta la columna vertebral que es el encuentro personal con Cristo Resucitado.

Si Cristo estuviera en el centro de nuestras vidas y preocupaciones este pueblo cambiaría tanto que causaría extrañeza entre los no creyentes. Lo doloroso es decir que uno es cristiano y no permitir que Cristo entre en la vida de estas personas. Hermanos, estamos bajo mínimos en la fe y sufrimos congelación porque dicha fe no supone una adhesión ni a Cristo ni a su mensaje.

Es hora de despertar del sueño y pertrecharnos con las armas de la luz. Los cristianos, al seguir a Cristo, debemos abrir el sendero de una cultura del Evangelio. Hay un principio que no podemos olvidar: Seguimos a una persona que está viva y la muerte no tiene dominio sobre Él. Sin embargo a esa persona no la vemos con los ojos de la cara ni la olemos con nuestro olfato. Sin embargo sí que está. Un ejemplo: ¿ustedes ven las ondas de las diferentes emisoras de radio que están dando vueltas por el ambiente?.... yo por lo menos no las veo, pero si que están porque si tomo una radio y sintonizo la emisora enseguida me entero de la canción que están irradiando como de las noticias acontecidas en el mundo entero. Están pero no se ven. Lo mismo nos sucede con Jesucristo. Él está a tu lado y te está hablando, te acompaña en tu quehacer diario…pero no le captamos porque no hemos sintonizado, ni afinado el oído del alma. Cristo te está gritando a pleno pulmón para que le oigas, pero la otra persona ni se percata de ello. ¿Este tipo de personas están permaneciendo en el amor de Dios o están tan vacías como un molde de escayola?

Permanecer en el amor de Dios es configurar, articular, orientar todo lo que somos, hacemos y sentimos teniendo en cuenta el bien de la vida espiritual y mi estar permaneciendo en el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Y permanecer es duro: implica crecer en silencio interior para escuchar al que es la Palabra; implica ofrecer todo lo que somos y tenemos a Dios; implica hincar la rodilla ante el Sagrario; implica confesarse con frecuencia, implica saber imponerse a los hijos para que asistan a la doctrina de la parroquia, implica participar en la Eucaristía dominical dejando otras cosas para otros momentos… implica que del mismo modo la sangre porta el oxígeno y elementos vitales a todos los rincones de nuestro cuerpo, así y del mismo modo, Jesucristo llevado por todos los aspectos de nuestra vida irá proporcionando esa sabiduría que únicamente procede de lo Alto.

Cristo te dice: «permaneced en mi amor». Pero ¿nosotros queremos permanecer al lado de Jesucristo?

Homilía del quinto domingo de pascua, ciclo b

DOMINGO VI DEL TIEMPO DE PASCUA, ciclo b

La vida del alma es la más delicada flor. Precisa de una temperatura muy adecuada, un nivel de humedad muy controlado, unos abonos muy costosos y sobre todo una tierra bien arada. Las agresivas heladas y el calor excesivo del mundo la ahogan porque confunde y se llega a vivir sin Dios sin hacerse problema. No genera violencia decir que uno no cree, mientras que sí es complejo mantenerse como cristiano en medio del mundo que nos rodea.

Jesucristo nos dice varias veces: «Permaneced en mi amor». Pero para poder permanecer en Cristo primero es preciso haber estado con Él, a su lado. Uno conoce a la otra persona gracias al roce del trato diario…. de otro modo puedes decir que conoces a alguien únicamente por referencias. Es más, si el mismo Jesucristo nos preguntase: « ¡tú!, ¡si tú!, me puedes decir ¿Quién soy yo para ti?». Seguro estoy que muchos no sabrían que decir. Tal vez alguna respuesta del catecismo del Padre Astete o cualquier otra contestación para salir del paso. ¿Cómo permanecer en Cristo si previamente no se ha tenido una experiencia de Cristo? En todo caso uno puede permanecer en unas tradiciones, en unas costumbres, en unos hábitos, aunque estos sean mal adquiridos… pero todo esto es una moldura hueca, es fachada condenada a la ruina porque nos falta la columna vertebral que es el encuentro personal con Cristo Resucitado.

Si Cristo estuviera en el centro de nuestras vidas y preocupaciones este pueblo cambiaría tanto que causaría extrañeza entre los no creyentes. Lo doloroso es decir que uno es cristiano y no permitir que Cristo entre en la vida de estas personas. Hermanos, estamos bajo mínimos en la fe y sufrimos congelación porque dicha fe no supone una adhesión ni a Cristo ni a su mensaje.

Es hora de despertar del sueño y pertrecharnos con las armas de la luz. Los cristianos, al seguir a Cristo, debemos abrir el sendero de una cultura del Evangelio. Hay un principio que no podemos olvidar: Seguimos a una persona que está viva y la muerte no tiene dominio sobre Él. Sin embargo a esa persona no la vemos con los ojos de la cara ni la olemos con nuestro olfato. Sin embargo sí que está. Un ejemplo: ¿ustedes ven las ondas de las diferentes emisoras de radio que están dando vueltas por el ambiente?.... yo por lo menos no las veo, pero si que están porque si tomo una radio y sintonizo la emisora enseguida me entero de la canción que están irradiando como de las noticias acontecidas en el mundo entero. Están pero no se ven. Lo mismo nos sucede con Jesucristo. Él está a tu lado y te está hablando, te acompaña en tu quehacer diario…pero no le captamos porque no hemos sintonizado, ni afinado el oído del alma. Cristo te está gritando a pleno pulmón para que le oigas, pero la otra persona ni se percata de ello. ¿Este tipo de personas están permaneciendo en el amor de Dios o están tan vacías como un molde de escayola?

Permanecer en el amor de Dios es configurar, articular, orientar todo lo que somos, hacemos y sentimos teniendo en cuenta el bien de la vida espiritual y mi estar permaneciendo en el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Y permanecer es duro: implica crecer en silencio interior para escuchar al que es la Palabra; implica ofrecer todo lo que somos y tenemos a Dios; implica hincar la rodilla ante el Sagrario; implica confesarse con frecuencia, implica saber imponerse a los hijos para que asistan a la doctrina de la parroquia, implica participar en la Eucaristía dominical dejando otras cosas para otros momentos… implica que del mismo modo la sangre porta el oxígeno y elementos vitales a todos los rincones de nuestro cuerpo, así y del mismo modo, Jesucristo llevado por todos los aspectos de nuestra vida irá proporcionando esa sabiduría que únicamente procede de lo Alto.

Cristo te dice: «permaneced en mi amor». Pero ¿nosotros queremos permanecer al lado de Jesucristo?

sábado, 5 de mayo de 2012

Homilía del quinto domingo de pascua, ciclo b

DOMINGO QUINTO DE PASCUA, ciclo b

Una comunidad cristiana debe ser movida por el Espíritu Santo. Todos los servicios y tareas que uno desempeña dentro de la Iglesia han de estar motivadas por el amor a Dios. No debemos buscar nuestro interés, sino el interés de Cristo. Es que resulta que si empezamos a buscar nuestros propios intereses y nos dejemos mover por nuestras propias apetencias nos estamos constituyendo en obstáculos de la gracia y estamos impidiendo que Cristo sea conocido y amado.

La primera comunidad era fecunda porque lo prioritario era tener un encuentro personal con Cristo que fuera la columna vertebral tanto a la hora de pensar como de obrar. Son muchos los jóvenes que se reciben el sacramento de la confirmación y no han llegado a descubrir quién es Cristo para ellos y lo que Cristo les está pidiendo. Y lo que genera pena es que estos jóvenes llegan a pensar que esto es lo único que ellos pueden adquirir en su vida cristiana. El propio Pablo de Tarso fue transformado a partir de ese encuentro con el Resucitado y todo lo empezó a estimar basura con tal de tener a Jesucristo a su lado.

Hermanos, podemos tener las iglesias más o menos llenas de personas, pero lo que nos interesa es que cada uno tenga tan dentro de sí al Señor que llegasen a pensar: Yo no puedo entender mi vida sin Cristo. La primera comunidad cristiana no podía entender su vida sin Cristo.

Podemos pensar, de modo equivocado, que nuestra vida está como dividida en carpetas clasificadoras: una cosa es la vida familiar, otra la laboral, otra la religiosa y así todas y cada una. Y esto es un error ya que solo hay una única persona con una única vida. No podemos ser esquizofrénicos. Si nuestra vida desea dar fruto debemos de estar unidos a la vid que es Cristo. Nosotros somos sus sarmientos y le necesitamos siempre y en todo momento. Daremos fruto siempre que estemos unidos a Él. Del mismo modo que se observa cómo una amistad se resquebraja y se termina distanciando llegando, incluso a perder el trato, del mismo modo nosotros podemos distanciarnos de la vid y llegar a terminar estériles en el amor. A toda costa debemos de evitar el distanciamiento del Señor. Curiosamente si nosotros damos un paso hacia atrás, Él da un paso hacia delante para aproximarse a nosotros.

Les voy a poner un ejemplo un poco duro. En todo el tiempo que llevo de sacerdote me he encontrado con jóvenes que mantienen conversaciones soeces, sucias y que lejos de instruir, demuelen. Es que resulta que de lo que ‘está lleno el corazón habla la boca’. Estoy seguro que las lecturas que ellos hacen y las imágenes que ellos ven no les están ayudando, sino les está deformando espiritualmente. En cambio un cristiano que está unido a Cristo que es la vid, eso se nota, y mucho. En primer lugar porque lucha contra el pecado, y si cae está deseando confesarse para estar de nuevo en estado de gracia. Lucha contra sus pasiones y desea seguir conociendo a Cristo porque Cristo le llena de gozo su corazón. Es cierto que es un gozo difícil de calificar, ya que es un gozo espiritual, y sobre todo, todo lo que se proponen hacer o hacen es para decir a Dios una cosa bien clara: Señor, te amo.